Sebastián Sichel: “La Élite cree que contar mi historia es utilizarla, pero cuando ellos cuentan la suya, no lo es”
El único candidato independiente a las primarias dice que “el gran valor de la centroderecha es la diversidad de candidatos hoy, pero en vez de eso estamos peleando por quién no debiera estar. Así no sólo no vamos a ganar la elección, sino que el país se va a ir por las garras del populismo, del autoritarismo”.
Cuando se le pregunta a Sebastián Sichel (43 años, tres hijos, independiente) cuál cree que es su peor defecto, se demora poco en contestar que es “súper pasional”. Durante esta entrevista lo demuestra; el tema de las críticas a la presencia de su historia personal en su campaña política le molesta. Vuelve al punto varias veces para enfatizar su diagnóstico: a la élite le encanta contar su propia historia, pero les da pudor que otro, que hoy sí es parte de la élite, pero antes no lo era, haga lo mismo. Romper con esas costumbres es parte de los desafíos que ve Sichel para el sector que aspira a representar en la presidencial y que, está seguro, le dará el primer lugar el domingo que viene.
Estuvo en la DC, después formó Ciudadanos y después fue ministro de Piñera. ¿En qué parte del arco político está hoy?
En el centro liberal, y muy contento, porque es donde mismo estaba en la universidad. Mi sensación es que la izquierda involucionó, se polarizó, y hay una centroderecha que evolucionó hacia una centroderecha democrática, moderna, y nos encontramos. Yo no he cambiado en mis convicciones, cambié de partido.
O sea, fueron los partidos los que se movieron, usted no.
Tengo sensación de que hay una centroderecha reformista en Chile, que es lo que me interpreta, y una centroizquierda que esté junto con la izquierda en una tesis de ruptura.
¿Hoy se siente cómodo en una primaria de la derecha?
Es que no es de la derecha. Es de la centroderecha con el centro. Y ni yo ni mi entorno tenemos complejo con eso.
¿Apoyan a Joaquín Lavín si gana?
Sí, y lo dijo Mariana Aylwin. Todos los que me están apoyando van a apoyar a quien gane está primaria, sin ninguna duda.
¿En qué se diferencia usted de Ignacio Briones?
Primero en la historia, que es evidente. Vengo de un mundo ligado a la Concertación, no pertenezco a este mundo originalmente y mi historia está mucho más ligada a la vocación pública social que a lo académico. Soy independiente, y eso me ha permitido tener apoyos transversales y marcar lo que para mí debiera ser una cultura de coalición, que no es intra-partidos, sino que de partidos más mucha otra gente. Y por último, esa trayectoria mía tiene mucho más compromiso con lo social. Mi camino siempre tuvo que ver con un compromiso muy fuerte con la justicia, más que en el espacio intelectual.
¿Usted lo simplificaría en que usted tiene más calle?
Creo que ese es el peor error de la política construida desde la élite. Que se divide en creer que tienen calle o no, porque creo que ninguno de nosotros tiene calle suficiente viviendo la vida que vivimos. Yo probablemente tengo más conciencia, me obligo moralmente a decirme que yo estuve en esa fila y ya no estoy. Donde sí creo que falta calle es en la diversidad de esta coalición. Cuando imagino a mi gabinete, por ejemplo, pienso que tiene que parecerse mucho más al Chile en que vivimos, gente que venga de regiones, que haya diversidad cultural, económica, de trayectoria de vida.
¿Cree que la Convención Constitucional se parece más a Chile?
No, creo que lo que pasó es que era tal el rechazo al político tradicional, que muchos de los partidos no lo entendieron y seguimos con la endogamia. La izquierda fue a buscar que estuviese más en los terrenos y más conectado con los lugares, mientras que los otros partidos buscaron dentro de sus filas. Yo dejé de militar en los partidos porque se transformaron en una especie de clubes sociales en que se prioriza la carrera funcionaria más que otra cosa. La izquierda abrió las ventanas y trajo mucho mayor oferta de candidatos; entendió que el valor de la diversidad era de los más importantes en esta elección, mientras que la derecha pensó que era la unidad. Y se equivocó.
Le da mucho valor a su carácter independiente, ¿no volvería a militar?
No, creo que no. Los partidos en Chile se han vuelto un fin en sí mismos más que un medio. Todos se agarran a castañazos por el control interno más que por representar a la sociedad. Yo hay estuve en dos, así que lo vi. Esto es como separarse dos veces, quedas traumado…
Y hablando de traumas, ¿superó la forma como salió del gobierno de Piñera?
Lo asumo como parte de las cosas que pasan en política. Pero mirándolo con distancia, yo salí tranquilo, pero creo que la gran lección es que hay que buscar gente cuyo ego no supere el espíritu colectivo, que es lo más importante.
Usted habla de ego, pero se le critica por mirarse el ombligo todo el tiempo y hablarles de usted sin parar, sobregirar sobre su historia.
He escuchado mucho ese comentario, y lo veo como de una élite acostumbrada a hablar de sí misma, pero que le da pudor que los otros lo hagan. El otro día me dio risa que vi a Rafael Gumucio, que escribe autobiografías, que habla de la historia de su familia, de su abuela, sin parar criticando esto. Hay algo ridículo… A la élite le gusta hablar de sí misma, de sus parentescos, de sus amigos, de sus padrinos, y le da pudor que uno hable de una historia común y corriente. Es un pudor de clase, en que les gusta contar la historia de la excepción, pero no le gusta que la excepción cuente su propia historia.
¿Y por qué a la élite le daría pudor que usted cuente su historia, si usted también pertenece a la élite?
Le da pudor porque creen que contarla es utilizarla, pero cuando cuentan la de ellos no lo es, porque para ellos es normal. El mismo día en que se criticaba que en la franja salía mi mamá, la hija de Lavín da una entrevista o Michelle Bachelet hablaba de su madre. Yo ya he entendido que en la élite hay códigos, por ejemplo en el lenguaje: falda-pollera, lente-anteojo, que establecen líneas de lo correcto y lo incorrecto para hacerte sentir que tú no perteneces. A mí me encantaría que en mi gabinete hubiera varias historias como la mía y que a nadie le parezca sorprendente que cuenten su historia.
Bueno, pero lo que dicen es que usted dice que no se trata de usted pero habla de Sichel todo el tiempo.
¿Quién lo dice? ¿Twitter? Esa es mi pregunta, porque en la calle nadie lo dice. Al contrario, a la gente le gusta y no le molesta que uno cuente su historia. Sí creo que tenemos una misión: diversificar la élite en Chile y parte de las señales que da la élite es siempre hacerte sentir extraño. Y si parte de la centroderecha y del centro no entienden que su rol es interpretar la sociedad en que vive, va a naufragar. Eso es lo que tenía de mérito la Concertación: que Aylwin podía contar orgulloso que era de San Bernardo, ya nadie le daba pudor. Además, tampoco le hablo a Twitter. Me recuerda cuando una vez en La Moneda un ministro me dijo “ya, ándate a hacer tu pega a los matinales”, como en forma despectiva. Obvio que voy a ir a los matinales, porque si el ministro de Desarrollo Social habla de pobreza en Icare, pero no explican en los matinales cómo puede acceder la gente a las políticas sociales, está perdido.
Es tan baja la calidad de la política hoy día, que lo biográfico es muy importante. La gente cree en las personas que pueden generar un cambio, el testimonio sí es importante. Lo que es increíble es que sigamos encerrados en esta lectura de que al final uno tiene que rendir cuentas a una élite respecto de quién es uno, y lo qué pasa con los chilenos es que terminan votando por la tía Pikachu. ¿Por qué? Porque ella lo interpreta.
¿Quién es su contenedor favorito?
Me gusta debatir con Joaquín, creo que tenemos dos miradas distintas de lo que tiene que ser el centro y la centroderecha en el futuro.
¿Y Jadue o Boric?
Creo que Jadue está en las antípodas de lo que yo quiero para la sociedad chilena. Creo que esta es la elección más importante del siglo XXI, porque por primera vez se enfrentan dos proyectos de sociedad. Hasta ahora uno elegía administradores, podías elegir entre Piñera y Bachelet, pero finalmente había un proyecto de sociedad común, con distintos énfasis. Ahora es distinto, y para mí es todo lo distinto a lo que yo quiero para la sociedad. Probablemente para mí por eso es mi contendor favorito, porque creo que está en juego el proyecto de sociedad, y mi gran diferencia con Lavín es que creo que la forma de ganarle no es diciendo que es malo... Tenemos que mirar con cuidado que un proyecto extremo, como es el del PC, esté cautivando tanto a los chilenos, y eso tiene que ver con nuestra capacidad de dar una vía alternativa. Hemos ninguneado esto tratando de movilizar por votar por el anticomunismo y no hemos entendido que la clase media chilena está viendo una alternativa en ese mundo autoritario y antidemocrático, y es por incapacidad nuestra. La forma de convencerlos de que somos mejor camino es demostrándoles que nuestro proyecto les va a dar una vida más justa en el futuro. No es decir no vote por los comunistas porque son malos, sino vote por nosotros, porque somos mejores. Y esa ha sido la gran crisis de la DC en su minuto, y es la gran crisis de la centroderecha actual, que no ha podido defender un mejor proyecto de sociedad. La DC terminó bailando al ritmo del PC y lo que nosotros estamos haciendo, torpemente, es tratando de ser populares.
Lo que yo quiero es poner el eje en el reformismo, y no que la resistencia al cambio sea el eje en esta coalición. Tenemos que instalar un reformismo bien hecho y romper con la resistencia.
¿Siente a veces algún desprecio de otros sectores de la derecha?
Veo más desprecio en los opinólogos que en los mundos políticos. Todo lo contrario, ven que hay una fuerza renovadora interna que ha congregado a mucha gente. Voy a llegar a la primaria con no más de 15 o 20 puntos menos de conocimiento que Joaquín Lavín y tengo la convicción de que vamos a ganar la primaria. Eso quiere decir que el votante de este sector quiere este cambio, no tiene complejos. Por otra parte, es muy profunda la vocación de tercio que tiene la centroderecha, cuestión que repiten todo el día. Es una mirada de los 90, cuando lo que hoy pensamos claramente puede ser una mayoría. El gran valor de la centroderecha es la diversidad de candidatos hoy, pero en vez de eso estamos peleando por quién no debiera estar. Así no sólo no vamos a ganar la elección, sino que el país se va a ir por las garras del populismo, del autoritarismo, y es un camino sin retorno. Un proyecto que no cree en la libertad intelectual, en que el Estado asfixia al sector privado y se gasta todo para dejar más pobre al país. Insisto en que esta no es una elección cualquiera.
¿En qué cargos pondría a sus contendores de la primaria?
No, no especularía sobre eso. Y creo que lo que necesitamos es un gran proceso de renovación política. Me encantaría que alguien de Chonchi sea ministro, que alguien que venga de Los Ángeles… Lo nuevo también tiene que ver con un cambio de época y, por lo tanto, no podemos seguir eternamente dándonos vueltas en los políticos de los 90. ¿Por qué creo que nosotros, y yo particularmente, puedo construir mejor los acuerdos para adelante? Porque no tengo el trauma de los 90, que hace que aparezca siempre Pinochet. La forma de construir acuerdos es jubilar una generación que está demasiado traumada.
Si pudiera hacer sólo una medida como Presidente, ¿cuál sería?
Luchar contra la burocracia estatal para que la plata llegue al bolsillo de los chilenos y no se quede atrapada en el Estado. Un gran combate para mejorar la protección social. No es igual que crezca el Estado a que aumenten los ingresos de las familias más vulnerables. El Estado ha aumentado el doble en funcionarios públicos y la desigualdad ha disminuido casi nada.
¿Usted cree en Dios?
No, tuve una crisis de fe hace un tiempo, después de Karadima.
¿Cuál es su libro favorito?
Leo todas las noches, me gusta leer, porque además no tengo ni nunca he tenido tele en la pieza. Mi favorito es El reino, de Emanuel Carrère, y Poeta chileno, de Alejandro Zambra, que lo leí hace poco.
¿Música?
Escucho mucho hip hop chileno. Coyote, Ana Tijoux -que se va enfurecer porque la nombro-, La Pozze Latina. Y antes escuchaba mucho punk rock, como The Clash, y ahora he migrado más a los Rolling Stones o Arcade Fire. D
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