A cinco años del impeachment de Dilma Rousseff: libro apunta a misoginia en juicio contra expresidenta brasileña

dilma rousseff

Los investigadores Farida Jalalzai y Pedro A. G. dos Santos destacan los elementos sexistas que marcaron el proceso de destitución de la primera mujer presidenta de Brasil.


A cinco años de ser destituida de la Presidencia de Brasil por un impeachment, Dilma Rousseff tiene una visión clara del proceso que culminó con su caída el 31 de agosto de 2016, llevó al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva a prisión y permitió el ascenso de Jair Bolsonaro al Palacio de Planalto. “La corrosión de la democracia comenzó con el golpe de 2016”, dijo Rousseff en una entrevista publicada hoy por Jornal do Brasil.

La complejidad de las consecuencias que trajo a la democracia brasileña el juicio político a la mandataria del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), destaca el portal brasileño UOL, se dio también en la cuestión de género. Por un lado, se envió el mensaje de que la Presidencia no es un lugar para mujeres. Por otro lado, fomentó un aumento femenino en las próximas elecciones, incluyendo incluso a candidatas del espectro opuesto a Rousseff, para demostrar que la política es, efectivamente, un espacio que deben ocupar ellas.

Esta es una de las conclusiones a las que llegaron los investigadores Farida Jalalzai y Pedro A. G. dos Santos en el libro Women’s Empowerment and Disempowerment in Brazil: The Rise and Fall of President Dilma Rousseff (Empoderamiento y desempoderamiento de las mujeres en Brasil: ascenso y caída de la Presidenta Dilma Rousseff), lanzado recientemente en Estados Unidos.

Santos es brasileño y académico en el Departamento de Ciencias Políticas del College of Saint Benedict y la Saint John’s University. Jalalzai es estadounidense, hija de inmigrantes paquistaníes y profesora de Ciencias Políticas en la Virginia Tech University. Los dos se centran en los años de gobierno de la única presidenta de Brasil y, en el libro, abordan la iniciativa para aumentar la representación femenina en los ministerios y las inversiones en políticas públicas de género, pero muestran cómo estas acciones fueron elementos que reforzaron el deseo, en su mayoría masculino, para destituirla.

“En nuestro libro, argumentamos que hubo varios momentos abiertamente misóginos en el proceso de juicio político. Es más difícil afirmar que el impeachment en sí mismo fue sexista, ya que Brasil pasó por otro juicio político presidencial con un hombre, Fernando Collor en 1992. Sin embargo, el tono sexista tomó forma incluso antes del juicio político de Rousseff. Las protestas abiertamente sexistas, como la calcomanía del auto que simula la agresión sexual de Rousseff en 2015, estuvieron presentes desde el primer día de su administración. El ahora infame apodo de Tchau Querida (Adiós querida) utilizado por los congresistas durante las audiencias de juicio político marcó la pauta para un proceso sexista y misógino, donde el hecho de que Rousseff fuera una mujer se utilizó para causar más daño psicológico en un proceso ya contencioso”, comenta Santos a La Tercera.

Jalalzai aporta más datos al respecto. “Durante la presidencia y el juicio político, Rousseff fue acusada repetidamente por las élites políticas de ser demasiado agresiva y dura. Incluso fue llamada jararaca, una serpiente venenosa por un miembro de la Cámara de Diputados en un discurso durante el proceso de acusación; este discurso fue recibido con aplausos. En Brasil, esta palabra se utiliza como término sexista para describir a las mujeres. Quienes aplaudieron su discurso no solo estaban interesados en los posibles delitos que podría haber cometido Rousseff, sino en degradar al presidente por su género. Rousseff también fue atacada simultáneamente durante su presidencia por parecer demasiado emocional y frágil”, comenta la experta a este medio.

“Debido a estos y otros eventos, creemos que el género de Rousseff se usó para tratar de socavarla no por visiones políticas o sus políticas, sino por el hecho de que es una mujer en un sistema político dominado por hombres”, asegura Santos.

Sin embargo, Jalalzai destaca los efectos positivos que la acción contra la exmandataria entre las mujeres. “Si bien la caída de Rousseff presenta una advertencia, nuestro libro también hace referencia a varios resultados positivos para el empoderamiento de las mujeres. Su ascenso al poder envió un mensaje importante al público en general: que una mujer puede ser presidenta. A medida que se desarrollaba el juicio político, los ataques misóginos que Rousseff soportó inspiraron a las mujeres de diversas comunidades feministas a trabajar juntas y unirse a su favor. Muchas mujeres se declararon candidatas en 2018 con la esperanza de desafiar la marginación de las mujeres”, señaló. “Nuestra evidencia sugiere que este empoderamiento simbólico ofrecido por Rousseff permanece a pesar del juicio político”.

“Rousseff comprendió la importancia simbólica de su puesto, utilizó las herramientas que tenía para empoderar a las mujeres y sufrió la reacción de las élites masculinas establecidas. No estoy seguro de que sea posible que una mujer presidenta lidere el país sin sufrir algún tipo de reacción por su estilo de liderazgo y redes políticas”, agrega Santos.

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Sobre el efecto del impeachment de Rousseff en las candidaturas presidenciales de más mujeres en Brasil, Santos destaca que “ser el primero en algo es extremadamente difícil. El techo de cristal de los ejecutivos en todo el mundo todavía prevalece, y las presidentas son todavía una minoría muy pequeña”. Sin embargo, de cara a los comicios del próximo año, es categórico. “No creo que una mujer tenga muchas posibilidades de ganar en 2022, dada la dinámica política que está sucediendo actualmente, pero puedo ver a una mujer como un tercer o cuarto candidato fuerte. También veo un futuro en el que las mujeres candidatas presidenciales no tendrán la carga simbólica de ser las primeras, por lo que pronto veremos candidatas fuertes y posiblemente una mujer presidenta que puede provenir de cualquier parte del espectro político-ideológico”, sostiene.

“Rousseff, que pudo mantener sus derechos políticos después de su destitución, permanece fuera del foco de atención política y es poco probable que esté preparada para regresar como su predecesor, Lula”, concluye Jalalzai.

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