Ahora Walter dijo que no
Durante las últimas semanas fue la novela del mercado de pases: ¿volvería Walter Montillo a la "U"? La Tercera viajó hasta Buenos Aires para saber las razones de su negativa. Aquí, el argentino, que tras retirarse del fútbol y sufrir un corte de ligamentos se transformó en el mejor "10" del campeonato local y el pasado domingo gritó campeón, explica que quiso volver y retirarse en los azules —pero no lo quisieron—, que tiene un compromiso con Tigre —el cuadro que lo recibió en un momento difícil— y que le duelen los mensajes de algunos hinchas.
El "10" azul, viejo conocido, ya tenía en la cabeza todo más menos claro: vio que Lorenzo Reyes venía a la carrera, en posición de ocho, y le marcó el pase justo un par de metros antes de entrar al área. Sería el minuto 75, sospechaba, cuando se paró en la medialuna, controló y quedó mano a mano con el arquero. Con 33 años recién cumplidos, Walter Montillo sabía, ya no era más ese encarador que explotaba una marcha más que el resto para sacarse de encima a los rivales. Pero, también sabía, seguía siendo un jugador decisivo en los metros finales. Uno nunca se olvida de jugar a la pelota, pensaría, justo antes de convertir, acaso buscando convencer a los hinchas incrédulos y a los dirigentes que no les cerraba su regreso desde el desconocido fútbol chino. La agarró de lleno, con todo el empeine. Fusiló. Y gol: el primero con la "U" en el pecho nuevamente, seguido por un abrazo con Ángel Guillermo Hoyos, el DT que visó su llegada.
Algo así fantaseaba Walter Montillo, hoy de 35 años, casado, dos hijos, un tercero en camino, cuando a fines de 2016, tras terminar su vínculo contractual con el Shandong Luneng, de China, buscó volver a la Universidad de Chile, cuadro del que confiesa ser hincha. Tan sólo dos años —entre 2008 y 2010, también una eternidad para este business en el que los jugadores dejan cada vez más temprano sus clubes— bastaron para que el argentino se encariñara con los azules, y se obsesionara con volver.
Pero le bajaron el pulgar. No el 2016 y no un año más tarde, cuando quiso volver al fútbol después de un traumático paso por Brasil. Así llegó a Tigre, modesto club argentino, pensando en que la historia con la "U" se había acabado para siempre.
Luche y vuelva
Son las 11.15 del martes, faltan cinco días para que Tigre levante la primera copa de su historia, venciendo nada menos que a Boca Juniors, actual finalista de la Copa Libertadores. Entre la neblina del Mapuche Country Club, en La Lonja, Buenos Aires, en una de las canchas más alejadas trabaja el primer equipo bajo la atenta mirada de su técnico, Néstor Raúl Gorosito, otro que hizo historia en el fútbol chileno, pero el que se roba todas las miradas es Walter Montillo. Al costado, de hecho, los corresponsales se apresuran para entregar la buena nueva: el "14" de Tigre está totalmente recuperado de la lesión que le privó disputar las semifinales y será de la partida el domingo.
Los últimos dos meses de Tigre parecen una ficción destinada al final feliz: pese a conseguir 17 de los últimos 21 puntos en disputa, descendieron por el cuestionado sistema de promedios del fútbol argentino. Esa tarde, Montillo lloró desconsolado, no habían logrado salvar al equipo. La revancha, sin embargo, llegaría pronto, con la Copa de la Superliga. Montillo, tras la práctica, lo anticipaba a La Tercera PM:
—Golpea el descenso, pero el torneo éste, que empezó a la otra semana, como que no nos dio tiempo. Nosotros queríamos seguir jugando y tratar de hacerlo bien. Con el sistema de promedios que hay en Argentina tampoco la culpa es toda nuestra. Tenemos un porcentaje, pero son tres años que se vienen haciendo las cosas y que no se sumaron los puntos que se tenían que sumar, y nos tocó a nosotros. Pero estamos felices porque, si bien nos tocó irnos, la gente nos reconoce el trabajo, estamos jugando bien, jugamos de igual a igual a cualquier equipo y ahora estamos en una final.
La historia de Montillo, también, guarda elementos de una novela. Le pasó de todo: tras su exitosa etapa en la "U", donde incluso lo apodaron "Buque insignia", jugó en Brasil en el Cruzeiro y vistió la histórica "10" de Pelé en el Santos, sumó minutos en la Selección Argentina y luego se marchó a China, donde logró un par de torneos. Pero todo se complicó a su regreso: en Botafogo, de Brasil, frustrado por una seguidilla de lesiones, decidió dejar el fútbol a sus 33 años. Su familia lo convenció de volver a la actividad seis meses después, pero le costó hallar equipo. Cuando finalmente lo encontró, en Tigre, en su primer amistoso, se cortó los ligamentos de la rodilla derecha. Otros seis meses fuera de las canchas.
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En su paso por Santos, Montillo conformó una dupla temible con Neymar.[/caption]
—¿Cómo te reinventaste tras ser prácticamente un exjugador y, luego, sufrir una lesión tan grave?
—Uno no se reinventa, uno encuentra el lugar donde te tratan bien y donde encuentran los problemas que vos tenés. En Botafogo no le encontrábamos el porqué de tantas lesiones seguidas, cosa que nunca me había pasado en mi vida. Y llegué acá a Tigre y encontré al kinesiólogo, que me ayudó, encontró cuál era el problema y, con simples trabajos preventivos, pudimos jugar un torneo entero. Y uno no se olvida nunca de jugar a la pelota. Lo único que perdés es un poquito el ritmo, pero lo vas agarrando con los entrenamientos, con los partidos. Yo hago lo que hice toda mi vida: entrenar, hacer lo que me piden, tratar de ser profesional afuera de la cancha, descansar las horas que tengo que descansar y, después, uno tiene la habilidad.
Ni el más optimista creyó que su vuelta a las canchas sería tan prolífica: Montillo, "La Ardilla" como lo apodan, se transformó en pieza clave de Tigre, fue el jugador que sumó más asistencias (9) y, también, fue escogido como el mejor volante ofensivo en el once ideal del campeonato. Lo llamaron de Estudiantes de La Plata y Lanús, lo sondeó Boca Juniors y River Plate.
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—Siento una alegría enorme. En todos los lugares donde jugué me ha ido bien, he salido campeón en casi todos los lugares donde fui, he estado en muchas selecciones del año. Y por ahí acá en Argentina me faltaba, porque era muy chico cuando me fui —dice Montillo—. Y haberlo logrado con 35 años, donde todos tienen el prejuicio de que estás viejo y que no podés correr... Viejo es el que se siente viejo. Yo me siento muy bien, entreno todos los días para sentirme bien y el día que yo vea que no puedo jugar más, voy a ser el primero en irme.
Su gran temporada también provocó la inesperada llamada de un viejo amor: la Universidad de Chile.
https://www.youtube.com/watch?v=ynPEBXWfsNo
Los códigos de Walter
El pasado 18 de mayo, minutos antes de que comenzara el superclásico del fútbol chileno, Walter Montillo subió una foto de la hinchada de la "U", Los de Abajo, a su cuenta de Instagram. En el mensaje que acompañaba el post agradecía el cariño y explicaba, en parte, por qué le tuvo que decir que no al cuadro universitario: sus principales razones apuntaban al avanzado embarazo de su mujer y al escenario de sus hijos, a quienes cambió cuatro veces de escuela en los últimos dos años. En los comentarios, un puñado de hinchas no entendió y se le fueron en contra. Algunos, incluso, lo tacharon de "mercenario", le escribieron que no quería realmente a la institución.
Pero "La Ardilla" se resiste a ese análisis:
—Para que quede claro: yo me ofrecí cuando volví de China. Pero me trataron como que allá no se juega al fútbol, que venía de un torneo que no era competitivo, me mostraron estadísticas que, para mí, no sirven para nada, de gente que no sé si jugó al fútbol o no. Que no se equivoquen, porque hay mucha gente que dice: 'ah, quisiste venir cuando estabas retirado'. No, yo quise volver el 2016 y, es más, le ofrecí al presidente firmar un contrato a cuatro años para retirarme ahí. Después que pasó lo de Botafogo, al no tener club, fui nuevamente a ver si querían probarme sin firmar contrato, en enero del 2018, y me dijeron que no les parecía que vuelva.
—¿Te molesta que te lleguen esos mensajes?
—Lo que me molesta es que sí me llamaron ahora para volver. El "Superman" Vargas espectacular, pero yo le dije que no puedo estar cambiando a los nenes de escuela, mi señora está embarazada de siete meses y no puedo hacer una movilización familiar porque ahora el club quiere que vaya. Mi señora y yo peleamos un montón para conseguirle los doctores a mi hijo más chico, que tiene síndrome de Down. Y no lo puedo cambiar porque sí, se lo dije a "Superman". Hay gente que lo entenderá y gente que no. Y tampoco puedo ser desagradecido con Tigre: si les di mi palabra, no puedo decirles que me voy, aunque amo a la U, y mis hijos y mi señora aman a la U. Me han mandado miles de mensajes de que yo no quiero a la U, porque no voy, y no: no voy porque es otra situación ahora. Me comprometí con mis compañeros, con mis amigos que tengo acá adentro, con el técnico, con el presidente. En diciembre hablaremos de nuevo, pero tampoco me gusta que me empiecen a difamar, que digan que no quiero volver, que quise volver cuando estaba roto. Hace cuatro años yo quise volver y no irme más de la U.
—Me dijiste que te mostraron estadísticas para decir que no, ¿te sentiste dolido?
—Obviamente que te sentís mal, porque yo soy un tipo que tiene una carrera digna, linda, en todos los lugares donde pasé me ha ido realmente bien y que venga un tipo con una computadora y me muestre que yo tiro dos centros de un lado, un centro del otro, que no llego al fondo, es una falta de respeto. Vino un tipo que no me acuerdo el nombre y le mostraron a mis representantes videos, y ahora dicen 'uh, estaba bien'. Yo siempre estuve bien, el tema es que se ve que la directiva que estaba ahí o alguien del club no me quería, nada más.
—Dijiste que estabas abierto a la posibilidad de hablar en diciembre...
—Lo que pasa es que en Chile está plasmado el tema de la edad. Entonces contra eso no puedo hacer nada, edad no me puedo sacar. '¿Tiene 33? no sé...'. Se quiere contratar joven para vender y se olvidan de las necesidades de los equipos. También me pasó cuando estaba ahí. Lo que pasa es que en ese momento contrataron a chicos que realmente encontraron un equipo que tenía un funcionamiento bueno, el caso de Edu Vargas, de Puch, de Eugenio Mena. No es que vinieron, nomás. Llegaron a un equipo campeón, con una estructura formada y se fueron incorporando. No es que el Edu Vargas llegó y era el próximo Alexis, como le decían. Fue de a poco, entrando, entrando y después la rompió toda. Pero no siempre vos le vas a dar la responsabilidad a un chico de 18 años, hay algunos a los que les cuesta un poquito más el proceso.
—¿Todavía te sientes hincha?
—Sí, porque me encariñé muchísimo cuando estuve ahí, con mi familia cuando pasan los partidos los miramos, con Colo Colo lo daban justo acá en Argentina. Pero no tengo que andar demostrando. Al que sabe cómo soy, me va a creer y al que no, me va a decir cualquier cosa, como a veces me dicen en las redes sociales. Lo tomo por donde viene. Algunos están dolidos porque no fui y otros lo entienden, porque tengo mis razones también. Pero siempre soy un agradecido de la U y hablo bien de ella adónde voy.
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