Ampuero, los dichos del otro ministro "converso" por el Museo de la Memoria

Roberto Ampuero

"El museo, que se financia con los recursos de todos nosotros, debe servir de educación cívica de todos los chilenos, y eso exige contar la historia completa, donde unos fueron responsables por azuzar el odio y la división, y otros por reprimir, torturar y asesinar, mientras no lo haga, para mí seguirá siendo el museo de la mala memoria"dijo en "Diálogo de Conversos". Consultado hoy por sus dichos, desde el Minrel dijeron que su opinión aparece "de forma muy clara" en el texto.


Uno de los factores que aceleraron el desenlace del caso de Mauricio Rojas -recalcan en círculos piñeristas- era que esta nueva crisis se propagara al resto del gabinete. No sólo amenazaba con entorpecer el despliegue del Ejecutivo (como ocurrió con Varela), y tenía paralizado al nuevo ministro, declarado inhabilitado por sus interlocutores, sino que podía derivar en una suerte de examen sobre derechos humanos si el resto de la ministras y ministros se veían obligados a pronunciarse sobre el tema.

Pero el riesgo más inmediato, insisten, es que si se demoraba él en renunciar o el Presidente en removerlo, el caso "arrastraba" al canciller Roberto Ampuero.

Este último también hizo afirmaciones críticas y duras respecto al Museo de la Memoria en el libro "Diálogo de Conversos" que él y Rojas publicaron el 2015. Ambos integran la Fundación para el Progreso y renegaron de su visión de izquierda, presentándose ahora como "conversos".

Aunque fueron las palabras de Rojas las que se viralizaron, revisando el libro se aprecia que es Ampuero quien pone el tema del Museo de la Memoria; luego es el ahora ex ministro quien le sigue la corriente.

Ampuero: "Pero hay que ser honestos hasta que duela: nos gustó meterle miedo a los momios y a los militares, y tarde nos dimos cuenta de que se iba acumulando miedo, resentimiento y odio del otro lado. Claro, hoy muchos -de uno y otro lado- eluden la responsabilidad, prefieren asumir el rol de víctimas, y la división y la polarización prefieren pintarla como que cayó del cielo de la noche a la mañana, después del 11 de septiembre de 1973".

Rojas: "Es una distorsión de la verdad histórica que para muchos se ha transformado en un capital político de lo que han vivido durante largo tiempo. Víctimas inocentes, blancas palomas de la paz, luchadores idealistas por la democracia, todo un cuento que debería dar vergüenza".

Ampuero: "Permíteme manifestar en este contexto algo que ya he manifestado con anterioridad: mi crítica al Museo de la Memoria, que se financia con recursos de todos los chilenos. No lo critico por los horrores de la represión que exhibe, y que debe exhibir para que no se olviden, sino por lo que no cuenta, por lo que calla. No lo critico por la justa denuncia que hace de la historia de Chile, sino por el injusto silencia que guarda ante ella".

"Debilidad ética y pedagógica" del museo

Sigue Ampuero: "La debilidad ética y pedagógica del Museo de la Memoria es que cuenta una historia trágica que comienza abruptamente, sin hacer referencia al Chile que destruimos entre todos a comienzos de los años setenta, a ese Chile que hemos recordado bajo este parrón epicuireano desde la perspectiva de la izquierda militante. Nada justifica la violación de derechos humanos bajo la dictadura, pero el Museo de la Memoria no explica bajo qué circunstancias estalló el horror que condenamos. Esa omisión, que obedece a un estilo de hacer política que se basa en guardar silencio para eludir la autocrítica y juicios sobre asuntos esenciales, es una gran deuda que el museo tiene consigo mismo y con los jóvenes chilenos que lo visitan y lo buscan, no realimentar odios y divisiones del pasado, sino que algo que se aproxime a la verdad y les permita entender ese Chile que hasta el día de hoy nos sigue dividiendo de mala manera".

Luego viene el párrafo que le costó el cargo a Rojas. A continuación Ampuero retoma diciendo que "en el diseño de ese museo hay un mal narrador, un narrador partidista e interesado. En ese sentido no es un museo nacional, es un museo de la mala memoria. Llevé a mis hijos, siendo adolescentes, a ver el museo porque quise que conocieran esa parte de la historia de Chile. Y al final, luego del hondo impacto que les causó presenciar los testimonios de la represión y de condenrala, hubo una pregunta de ambos: "¿Por qué llegaron los chilenos a odiarse tanto?". Y eso no lo explica el museo. Aclaro: no hablo de justificación, sino de explicación".

"El museo exige contar la historia completa"

El hoy canciller explaya su pensamiento diciendo que "el 11 de septiembre de 1973, Chile no era un cantón suizo donde de pronto caen las bombas sobre La Moneda, porque unos militares se vuelven locos en Peñalolén. Porque cuando yo escribí mi crítica sobre el museo, algunos me atacaron de inmediato afirmando que yo quería justificar la represión, el asesinato y la desaparición de personas. ¡Por favor! ¡Pongámonos series!"

Sigue: "Esto es cuando a uno lo tildan de batistiano -de Batista, apellido del dictador cubano anterior a los actuales- por exigir hoy elecciones libres en Cuba. El museo, que se financia con los recursos de todos nosotros, debe servir de educación cívica de todos los chilenos, y eso exige contar la historia completa, donde unos fueron responsables por azuzar el odio y la división, y otros por reprimir, torturar y asesinar, Mientras no lo haga, para mí seguirá siendo el museo de la mala memoria".

Por último, el escritor cierra el tema afirmando que "vuelvo a lo de la responsabilidad nuestra en el proceso de polarización y división de Chile bajo el gobierno de Allende: el museo no habla de esa etapa previa porque prefiere 'pasar', dejar en el agujero negro, en la bruma del olvido, la responsabilidad de quienes -como tú y yo, y como muchos otros, y de algunos con gran responsabilidad política entonces- vivimos y nutrimos la crispación, la división, la polarización, el hostigamiento de las bases de nuestra república".

La versión de la Cancillería

La Tercera PM intentó contactarse esta mañana con el canciller Ampuero y le consultó si se arrepentía de sus dichos o no, y si coincide o condena lo que dijo Rojas ahí y después en TV. Desde la Cancillería nos respondieron que su opinión "aparece de forma muy clara" en el libro. Que "señala expresamente que nada justifica la violación de derechos humanos bajo la dictadura" y que el museo "exhibe los horrores de la represión, y que debe exhibirlos parta que no se olviden".

También agregaron que él "cuenta lo que le preguntaron sus hijos sobre lo que pasó en Chile antes de 1973" y que su opinión "en nada justifica o niega las violaciones a los derechos humanos".

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