Coletazos cuenta pública 1: la “misión imposible” de Elizalde y Marcel para convencer a la derecha de la reforma tributaria
El anuncio del Presidente Boric, quien señaló que insistirá con el proyecto impositivo que ya fue rechazado por la Cámara, descolocó a la derecha. Incluso, senadores opositores remarcan que el gobierno desoyó las advertencias y hoy no tiene los votos del sector. Pese a ello, en el Ejecutivo creen que este año es la última ventana de acuerdos legislativos, antes de que comience el periodo de campaña electoral para autoridades municipales y regionales.
Tras terminar su discurso ante el Congreso Pleno, el Presidente Gabriel Boric regresó a la testera donde estaban los titulares del Senado, Juan Antonio Coloma (UDI), y de la Cámara, Vlado Mirosevic (liberal).
En las mismas imágenes de televisión se vio que Coloma le hizo un comentario y, según reveló, el mismo senador gremialista, en declaraciones posteriores a la prensa, en la breve conversación sostenida en el epílogo de la Cuenta Pública Presidencial le hizo ver su sorpresa por la decisión de persistir en la reforma tributaria y que hubiera centrado su mensaje en ese tema.
El anuncio de Boric, quien señaló que insistirá ante el Senado durante julio con el proyecto impositivo que ya fue rechazado por la Cámara en marzo pasado, había descolocado a la derecha.
Incluso, senadores opositores remarcan que el gobierno desoyó las advertencias de no perseverar con un cambio tributario, pues no contaría con los votos del sector. En esa línea, habían hecho recomendaciones para hacer más eficiente el gasto público o buscar fuentes alternativas, por ejemplo, un acuerdo con empresas privadas para la extracción del litio.
Algunas de estas advertencias y sugerencias fueron planteadas personalmente por los senadores y presidentes de RN, Francisco Chahuán, y de la UDI, Javier Macaya, al ministro de Hacienda, Mario Marcel, en un encuentro que se realizó el 17 de mayo.
Incluso, en los partidos de derecha interpretaron que el anuncio presidencial era una forma de provocarlos y responsabilizarlos si es que no se podían financiar programas y compromisos sociales del Presidente.
“Todos los sectores políticos conversamos con el ministro de Hacienda, Mario Marcel. Y nosotros le hemos planteado que no estamos disponibles a que haya una insistencia de un proyecto tributario en los mismos términos, que fue rechazado por la incapacidad del gobierno de generar sus propias mayorías”, dijo el senador Chahuán, consultado por La Tercera.
“Honestamente, con el dato de Imacec a baja, con el dato desempleo al alza y los datos de Banco Central con una inflación que no ceja, esperaba un plan de recuperación económica, que insistir en más impuestos para dar solución a todos los problemas económicos”, comentó hoy Coloma.
En La Moneda admiten que la búsqueda de un acuerdo es difícil, especialmente para los ministros Álvaro Elizalde (Secretaría General de la Presidencia) y Marcel (Hacienda) ante el portazo automático de la oposición. De hecho, apaciguar los ánimos para recién sentarse a conversar será uno de los primeros objetivos. Además, ambos ministros ya juegan contra el tiempo, pues el Presidente ya dispuso que en julio presentará la insistencia, por lo tanto, eso supone que a más tardar fines de ese mes debiese estar cerrado un acuerdo.
En el gobierno están conscientes que la alternativa que eligió Boric puede ser la más pedregosa y engorrosa, porque de partida tiene que reunir un quórum altísimo (el apoyo de 33 senadores) en circunstancias que las reformas tributarias, en general, requieren mayoría simple de los legisladores presentes (26 senadores en un día de asistencia completa).
Debido a ello, el gobierno no tiene los votos para reponer la tramitación. El oficialismo (PS, PPD, RD, PC y FREVS) sólo tiene 17 senadores. Si a ellos se le suman los tres DC y los tres independientes (Alejandra Sepúlveda, Karim Bianchi y Fabiola Campillai, en el caso hipotético que estuvieran de acuerdo con la reforma tributaria), sumarían 23 senadores.
Los miembros del Partido Demócrata (Matías Walker y Ximena Rincón) hoy asociados al comité Evópoli, podrían elevar la base de respaldo a 25. Aun así, el Ejecutivo está a 8 o 10 votos de distancia de la meta, por lo que necesariamente se requiere del apoyo de gran parte de la derecha.
El contexto político no ayuda a convencer a la oposición. Además de las razones económicas esgrimidas por Coloma, el avance del Partido Republicano en las pasadas elecciones para el Consejo Constitucional, una de las instancias que redactará la nueva Carta Fundamental, ha obligado a los sectores dialogantes de Chile Vamos a endurecer su discurso con el gobierno. Hoy aparecer cerca de la administración de Boric parece no ser atractivo electoralmente para los legisladores de derecha.
En el gobierno están conscientes de que después de los comicios constituyentes, varios parlamentarios opositores se han puesto más resistentes a lograr entendimientos. Así se palpó, por ejemplo, en el desenlace del proyecto de salario mínimo, que, si bien se aprobó por el Senado y la Cámara, hubo resistencia que estuvo a punto de alargar la tramitación y hacer fracasar el despacho de la iniciativa antes de la pasada Cuenta Pública Presidencial.
Pese a ello, en el Ejecutivo creen que este año es la última ventana de acuerdos legislativos. Pues si bien ya se evidencia un trato distinto de la oposición, el cuadro podría ser peor en 2024, cuando comience el periodo de campaña para autoridades municipales y regionales, que se elegirá en octubre de ese año. Por esta razón, para el comité político de ministros ya no era viable esperar hasta marzo próximo para reponer la reforma tributaria (rechazada el 8 de marzo), según la restricción que impone la Constitución que señala que toda iniciativa que fuere desechada en general en su cámara de origen no puede renovarse en un año.
“(El Presidente) ha planteado que acá no solamente hay cierta urgencia por resolver la fuente de financiamiento de gastos que son prioritarios y fundamentales para la ciudadanía, sino que también ha dicho que esta es la ventana de oportunidad que tenemos, porque, de aquí a un tiempo más, vamos a estar en las campañas para las elecciones municipales, regionales, etc., y sabemos que los periodos de campaña electoral no facilitan mucho los acuerdos. Así es que esta es la oportunidad que tenemos y por lo menos desde nuestra parte, como gobierno, como Ministerio de Hacienda estamos dispuestos a poner toda la carne a la parrilla”, dijo Marcel en Radio Cooperativa.
Tampoco era factible intentar ingresar un proyecto impositivo distinto para sortear la veda de la Carta Fundamental, una suerte de ley corta con temas que la derecha podría aprobar (medidas contra la evasión, elusión y exenciones injustificadas). Según advertían desde la oposición, ello se arriesgaba que se le cuestionara su admisibilidad o constitucionalidad.
Otro factor que complejiza la búsqueda de un acuerdo por parte de Elizalde y Marcel es que el mecanismo por el optó Boric obliga a los senadores a pronunciarse sobre el antiguo proyecto ya rechazado. Por su parte, el gobierno solo puede comprometerse a realizar ajustes en futuras instancias (por ejemplo, un protocolo de acuerdo), pero no puede alterar el texto con el que se insistirá en la Cámara Alta. Los cambios proceden una vez que se reponga el trámite en la Cámara Baja.
Ello obliga al Ejecutivo a anticipar una negociación con senadores de derecha.
Sin embargo, esta insistencia de parte del Ejecutivo tiene una ventaja. Si se llegase a materializar un pacto con los senadores opositores para reponer la reforma tributaria con dos tercios, los diputados de derecha quedarían con menos margen de maniobra. Según las mismas disposiciones de la Constitución, los miembros de la Cámara Baja sólo podrían volver a rechazar la idea de legislar de la reforma tributaria si reúnen dos tercios de la sala. Es decir, el peso de la carga se invierte y al gobierno le bastaría tener el apoyo de 52 de diputados para continuar con la discusión en detalle del proyecto impositivo.
Hasta la fecha los diputados de la UDI, RN, Evópoli y del Partido Republicano han sido el principal dolor de cabeza del Ejecutivo en el Congreso. A diferencia de la moderación y templanza que se ha logrado en el Senado, los diputados del bloque opositor, incluso a contrapelo de la opinión de sus senadores, desordenan discusiones y han propinado severas derrotas a los ministros de Boric, como la misma reforma tributaria.
Por lo tanto, adelantar la discusión en el Senado tampoco cambia mucho la estrategia gubernamental. El plan que siempre tuvo Marcel, para tramitar la fallida reforma tributaria era pasar con lo justo en la Cámara, sin necesidad de los votos de diputados de derecha, con el fin de montar una gran negociación en el Senado. Ahora debe partir al revés.
El peso sobre Marcel
En el oficialismo aseguran que el Presidente tomó un riesgo al supeditar varias medidas a la aprobación de la reforma tributaria, la que ya sufrió un revés tras ser rechazada en su idea de legislar por parte de la Cámara de Diputados.
En su cadena nacional de anoche, el Mandatario remarcó que el cambio impositivo servirá para financiar la deuda histórica de los profesores, la mejoras en salud, las alzas de pensiones y las ayudas estudiantiles.
Pese al desafío, el ministro Marcel desdramatizó esta mañana ese escenario y aseguró que “yo no me siento para nada complicado, todo lo contrario. Lo que ha puesto el Presidente es un sentido de urgencia a resolver estos temas”.
El jefe económico añadió que “los impuestos no son una solución mágica, son una solución práctica, el tener ingresos permanentes para financiar gastos permanentes es algo que hemos repetido todos los sectores políticos los últimos años. Es el corazón de nuestra responsabilidad fiscal y quisiera creer que la oposición y la derecha política aún abraza esos principios”.
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