El “cerco sanitario” frenó a la extrema derecha, pero ¿qué pasará ahora en Francia?

Manifestantes festejan en la Place de la République tras los resultados parciales de la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias, el 7 de julio de 2024, en París. Foto: Reuters

La falta de una mayoría clara en la Asamblea Nacional, en un país donde los grandes acuerdos entre bloques políticos no son comunes, abre dudas sobre la gobernabilidad. Desde posibles bloqueos hasta falta de un proyecto político en los tres años que quedan de gobierno de Macron son algunas de las preguntas que abre la inesperada victoria de la izquierda en el balotaje de las legislativas.


Corría la segunda semana de junio y en Francia ocurría algo inesperado. La extrema derecha, agrupada en el partido antiinmigración Agrupación Nacional (AN), de Marine Le Pen y Jordan Bardella, daba el batacazo y se imponía en los comicios de la Unión Europea. Entonces, el presidente Emmanuel Macron hizo otro acto impensado. Disolvió la Cámara Baja y llamó a elecciones legislativas anticipadas para clarificar los deseos de su país.

“Francia necesita una mayoría clara para avanzar con serenidad y armonía”, dijo el mismo día en que se supieron los resultados regionales. Sin embargo, a un mes del hecho y tras un radical giro en las expectativas de analistas y encuestas, el panorama político parece aún menos claro, al menos en cuanto a la gobernabilidad futura atañe.

Francia

Es que si bien el llamado “cerco sanitario” o “frente republicano” logrado por partidos desde la centroizquierda hasta la extrema izquierda detuvo la ola de Le Pen y Bardella, nadie logró la mayoría para gobernar en solitario, y los grandes acuerdos no son una característica de la Francia moderna.

De momento, ni los propios políticos parecen claros sobre cómo responder a la pregunta sobre quién gobernará el día en que abra sesión por primera vez la nueva Asamblea Nacional, el 18 de julio.

¿Habrá gobierno izquierdista?

Fue el Nuevo Frente Popular (NFP) el que logró la hazaña de alejar del poder a Agrupación Nacional, cosechando sorprendentemente 182 diputados de una asamblea compuesta por 577 escaños.

Algunos de los partidos que componen al bloque son Francia Insumisa (LFI, por sus siglas en francés), de Jean-Luc Mélenchon, con miembros desde la izquierda hasta la extrema izquierda, que es, a su vez, el principal miembro al lograr 74 escaños por sí solos; los Verdes, ecologistas que se quedaron con 28 curules, y los más centristas del bloque, el Partido Socialista, que obtuvo 59 asientos. Una semana atrás, en la primera vuelta, habían llegado segundos.

Si bien se posicionaron en el primer lugar, están lejos de los 289 escaños necesarios para la mayoría absoluta. Pero Mélenchon no dudó en jugar sus cartas de inmediato, y el mismo domingo exigió a Macron que nombre un primer ministro de su sector, además de que aplique la totalidad del programa progresista del NFP.

Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa y miembro de la alianza de partidos de izquierda Nuevo Frente Popular, saluda tras los resultados de la segunda vuelta de las legislativas. Foto: Reuters

Gabriel Attal, actual primer ministro, había anunciado que presentaría su renuncia este lunes ante el mandatario centrista, lo que fue descartado por el propio Macron, de paso, descartando la propuesta de Mélenchon. Según El País, el mandatario le ha pedido que se mantenga en el cargo “por el momento”, para “asegurar la estabilidad de la nación”.

En teoría, el Presidente de Francia puede nombrar a quien él estime conveniente, pero como en la práctica el Legislativo tiene las potestades para forzar la dimisión del gobierno, se suele elegir a alguien que cuente con los respaldos mayoritarios del Parlamento.

En segundo lugar está Juntos, coalición centrista del presidente Macron, que tendrá 168 diputados, es decir, 77 menos que en la última salida a las urnas de los franceses. Durante la primera vuelta fueron relegados al tercer lugar.

Ahí recién viene Agrupación Nacional, los grandes perdedores de la jornada dominical, luego de que analistas y encuestas los dieran como virtuales ganadores. Con 143 asientos, el partido nacionalista y conservador no logró superar el cerco interpuesto por la izquierda y el progresismo, que incluso bajó decenas de candidatos para unificar al sector.

Y si bien Bardella señaló durante la mañana del lunes que aceptaba “su parte de responsabilidad” en el resultado, su mentora, Marine Le Pen, vio la cara más amable del resultado: son el partido único con mayor cantidad de asientos, y pasaron desde los 89 en los últimos comicios hasta los 143 para el nuevo ciclo parlamentario. Una derrota, en términos de expectativas, pero una victoria si se mira el crecimiento.

“Todo mi agradecimiento a los 10 millones de electores que han hecho del AN el primer partido en número de votos y en número de diputados”, escribió en X, antes Twitter, la líder ultraderechista de Francia. “El avance en dos años es increíble y hace inevitable nuestra victoria a corto plazo. Nos invita también a hacer balance de lo que sin duda puede mejorarse en el futuro”, añadió.

El escenario es claro, y a la vez difuso: serán tres grandes bloques los que definirán la política interna de Francia, ninguno con una mayoría necesaria para imponer su visión sobre los temas candentes, como lo son pensiones, impuestos, migración o la inversión verde.

¿Nueva inestabilidad política?

Las dudas que se abren sobre el futuro político de la segunda economía más grande de la eurozona, que también es la mayor potencia militar de la UE, no son menores. Considerando que Emmanuel Macron ha asegurado en múltiples ocasiones que no saldrá del poder hasta 2027, año de las próximas elecciones presidenciales, deberá generar un mínimo de gobernabilidad por parte del Ejecutivo.

La aparente continuidad del premier Attal al mando del gabinete vino acompañada de la decisión de Macron de dejar que se asiente el polvo, dijeron desde el entorno a The Guardian. Pero en la vereda izquierda no son muchas las propuestas, al menos de momento.

A lo dicho por Mélenchon sobre nombrar a un primer ministro de su sector, incluso le respondieron desde el interior del bloque, aseguró el mismo medio. Allí reconocen que, sin mayoría, el bloque de izquierdas estará obligado a negociar tanto con los miembros al interior del Nuevo Frente Popular como con los centristas de Juntos.

Manifestantes se protegen con paraguas en medio de gases lacrimógenos durante una manifestación tras los resultados parciales de la segunda vuelta, el 7 de julio de 2024. Foto: Reuters

Olivier Faure, líder del Partido Socialista, dijo en entrevista este lunes que buscarán proponer un nombre “esta semana”, palabras refrendadas por la líder de los ecologistas, Marine Tondelier.

De hecho, de apuntar a un premier de la izquierda o la extrema izquierda, se corre el riesgo de que la centroderecha y la extrema derecha, además del centrismo de Macron, entren en una dinámica de censuras parlamentarias.

No es la primera vez que se da un hecho así en el país europeo. En el período de posguerra, la llamada Cuarta República francesa, desarrollada entre 1946 y 1958, también fue conocida como una época de inestabilidad política. En aquella época, gobiernos de variopintos signos políticos se intercalaron en el poder, desatándose una verdadera guerra de censuras para intentar eliminarse entre sí, pese a ser tiempos de bonanza económica.

¿Y un gobierno de coalición?

Especialmente en Europa, no es raro ver gobiernos de coalición. La naturaleza parlamentaria de muchos de sus sistemas políticos así lo permite, pero también influye la coyuntura. En España, por ejemplo, el jefe de Gobierno, Pedro Sánchez, vio su reelección posible solo gracias a la negociación con los independentistas, muchos de ellos contrarios a sus políticas, pero a favor de la ahora aprobada amnistía.

Pero Francia es distinta. Es más, no ve algo así desde los caóticos días de la Cuarta República. Ahora, la posibilidad vuelve a emerger. La semana pasada, incluso, Gabriel Attal había planteado que los principales partidos se pusieran de acuerdo para formar distintas alianzas particulares, y así poder votar leyes individuales dependiendo de las determinadas sensibilidades que estas despierten en las tiendas políticas.

En cambio, el exprimer ministro Édouard Philippe, François Bayrou -antiguo aliado de Macron- y la líder de Los Verdes, Marine Tondelier, propusieron en esos mismos días una coalición anti-Agrupación Nacional que abarque desde la izquierda moderada hasta la centroderecha. Luego, tendrían que unirse en un programa legislativo básico para evitar fricciones evidentes entre los extremos del espacio.

El presidente francés, Emmanuel Macron, sale tras votar en la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias anticipadas, en Le Touquet-Paris-Plage, el 7 de julio de 2024. Foto: Reuters

Tras las votaciones, Bayrou señaló algo que parece inevitable de cara a este nuevo Parlamento. Que “los días de la mayoría absoluta han terminado”. Ahora, prosiguió, corresponderá “a cada uno sentarse a la mesa, y aceptar sus responsabilidades”.

Este domingo, Raphaël Glucksmann, que encabezó la lista socialista en las elecciones europeas, dijo a The Guardian: “Estamos en una asamblea dividida; tenemos que comportarnos como adultos”. Y añadió que “el Parlamento debe ser el corazón del poder en Francia”.

En términos futbolísticos, la pelota pasó a LFI y Jean-Luc Mélenchon, quien deberá decidir si jugará solo o si emprenderá un compromiso colectivo en el que deberá ceder. En el pasado, sin embargo, no ha sido esa su postura, llegando a decir que la única forma en que entraría al gobierno sería para “aplicar nuestras políticas, y las de nadie más”. La actitud era compartida en el macronismo, quienes también habían señalado que no se unirían con La Izquierda Insumisa.

Para Bertrand Mathieu, experto en derecho constitucional de la Universidad de la Sorbona de París, una alianza política amplia “es una buena idea sobre el papel, pero hay una gran distancia entre lo que es posible y lo que es realmente realizable”, dijo a The Guardian. “Y su programa solamente podría contemplar un mínimo”, añadió.

La idea no es mal vista por Dominique Reynié, politólogo francés que dijo al mismo medio que un gobierno de mínimos no es una mala opción, ya que se podría presentar como un “gobierno de reparación” ante una población cansada de los sobresaltos políticos.

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