El dilema de Putin por Ucrania: un breve aumento en la popularidad versus el irregular historial de “pequeñas guerras victoriosas” de Moscú
Expertos advierten que para Rusia este tipo de guerras con fines políticos internos “no solo terminan sin éxito, sino que a menudo culminan en una catástrofe política”. Varias celebridades rusas han criticado la invasión del territorio ucraniano, entre ellas el renombrado extenista Yevgeny Kafelnikov.
El domingo pasado, la Policía rusa dispersó brutalmente a un grupo de manifestantes que acudió a la plaza Pushkin de Moscú, el sitio tradicional donde se realizan protestas disidentes desde la era soviética, para denunciar el -hasta entonces- posible ataque de Vladimir Putin a Ucrania. Algunos de los manifestantes fueron puestos bajo custodia policial y acusados de violar la estricta prohibición de concentraciones públicas impuesta en Moscú bajo el pretexto de la pandemia.
Esa protesta, a juicio del político opositor, escritor e historiador ruso Vladimir Kara-Murza, fue solo la más reciente del creciente coro de voces dentro de la propia Rusia que se opone a las ahora concretas amenazas de Putin a Ucrania. “Es una tendencia que ha sido poco cubierta por los medios internacionales, lo que ha dejado a muchos en Occidente con la impresión de que todo el mundo en Rusia apoya la guerra. Este, ciertamente, no es el caso. En los últimos días, las principales figuras culturales del país -quienes tradicionalmente tienen una gran influencia moral aquí- se han pronunciado en contra de un ataque a Ucrania”, escribió Kara-Murza en The Washington Post.
“Rusia no necesita una guerra con Ucrania o con Occidente”, decía un comunicado firmado por el músico de rock Andrei Makarevich y la actriz Liya Akhedzhakova, entre otros. “Nadie nos está amenazando, ni atacando. La política que impulsa la guerra es inmoral, irresponsable y criminal”.
Una de las más grandes novelistas contemporáneas de Rusia, Lyudmila Ulitskaya, denunció los planes bélicos del Kremlin y los calificó como una “locura”. El aclamado pianista Evgeny Kissin declaró que quienes provoquen la guerra serán recordados como “criminales sedientos de sangre”. El renombrado extenista Yevgeny Kafelnikov –el primer jugador ruso en llegar al número 1 del mundo en 1999- dijo que “solo alguien con un trastorno psicológico puede amenazar con ir a la guerra”.
Por otro lado, Yabloko, el último partido de oposición genuino de Rusia que aún tiene estatus de “registrado”, inició una petición pública nacional para oponerse al ataque contra Ucrania. Miles de personas firmaron en cuestión de días. “Esta no es nuestra guerra”, dijo Boris Vishnevsky, uno de los líderes del partido y miembro de la legislatura de San Petersburgo.
Ya materializado el plan de Putin, más celebridades rusas se unieron a las críticas contra la invasión del territorio ucraniano. Maksim Galkin, uno de los presentadores de televisión rusos más populares, dijo que no tenía palabras para expresar sus sentimientos. “No hay justificación para la guerra, digo no a la guerra”, escribió en Instagram.
El cantante Valery Meladze se expresó a través de un video publicado en la misma red social. “Lo que sucedió hoy es algo que no pudo ni debió haber sucedido, nunca. Les imploro que detengan las hostilidades militares y comiencen las negociaciones”, pidió el artista, sin dar nombres. En tanto, Yelena Kovalskaya, directora del Centro Meyerhold, un teatro estatal en Moscú, renunció a su cargo en protesta por la invasión a Ucrania. “No es posible trabajar para un asesino y recibir un salario de él”, justificó.
El delantero ruso del Dinamo de Moscú, Fyodor Smolov, expresó este jueves en Instagram su oposición a la invasión de Ucrania por el Ejército ruso, convirtiéndose en el primer jugador de la “Sbornaïa” -selección de fútbol de Rusia- en hacerlo. Su escueto mensaje, “No a la guerra”, junto a un fondo negro, fue acompañado de una bandera ucraniana y de un corazón partido en dos. El presentador de televisión Ivan Urgant y la patinadora artística Evgenia Medvedeva también han manifestado su condena a la guerra en redes sociales.
Zemfira Ramazanova, una de las principales cantantes de rock de Rusia, hizo una publicación diciendo “No a la guerra”. Ksenia Sobchak, una popular socialité y periodista rusa, escribió en su Instagram: “Ahora todos estamos atrapados en esta situación. No hay salida. Los rusos enfrentaremos las consecuencias de lo que sucedió hoy durante muchos años. Ahora solo creeré en los peores escenarios, aunque siempre he sido optimista”.
Según el diario The New York Times, al tomar una posición en contra de la decisión de Putin, las celebridades están poniendo en riesgo sus carreras, ya que el gobierno controla segmentos de la cultura popular rusa al filtrar el acceso a las principales cadenas de televisión que controla.
Y no solo las celebridades rusas han manifestado su descontento con la ofensiva del Kremlin. Un grupo de 170 periodistas y académicos rusos han firmado una carta abierta contra la invasión de Ucrania, entre ellos el ganador del Premio Nobel de la Paz, Dmitry Muratov. “No esperamos que la carta tenga ningún efecto”, admite Elena Chernenko, la directora de la sección Internacional del periódico ruso Kommersant e impulsora del escrito, en una conversación con el diario digital español El Confidencial. La periodista defiende aun así la necesidad de expresar, por parte de la prensa nacional, su rechazo a la guerra de Putin y destaca que el documento ha sido firmado no solo por representantes de medios no estatales sino también de medios oficiales.
Se trata, según El Confidencial, de una situación muy diferente a la que se vivió en el país durante la anexión de Crimea en 2014, cuando la mayor parte de la población estaba de acuerdo con las decisiones del Kremlin, y que tiene también su eco, aunque fugaz, en diversas protestas organizadas en las últimas horas en diversas ciudades rusas, que han sido rápidamente disueltas.
“A pesar de todas las dificultades para medir la opinión pública en un Estado autoritario -donde todas las cadenas de televisión están controladas por el gobierno y donde muchas personas, comprensiblemente, dudan en compartir sus opiniones políticas con encuestadores u otros extraños- las encuestas disponibles muestran un fuerte rechazo a un ataque militar contra Ucrania entre los ciudadanos rusos en general. La mayoría de las personas en Rusia ni está a favor de enviar tropas a Ucrania ni acepta la narrativa del Kremlin de tratar a Occidente como un enemigo”, asegura Kara-Murza.
Sin embargo, algunas de las últimas encuestas conocidas parecen respaldar la acción de Putin. Según un sondeo realizado por CNN, el 50% de los rusos cree que es correcto que el hombre fuerte de Rusia use el Ejército para evitar que Ucrania se una a la OTAN. Solo el 25% de los encuestados dijo que estaría mal. Pero la medición también encontró que el 43% de los rusos cree que sería un error invadir Ucrania para “reunir a Rusia y Ucrania”, en comparación con el 36% que dijo que sería el movimiento correcto.
La acumulación militar de Rusia a lo largo de la frontera con Ucrania en los últimos meses coincide con un aumento constante de la popularidad de Putin. Aproximadamente el 69% de los rusos ahora aprueba al mandatario, en comparación con el 61% que lo respaldaba en agosto de 2021, según la encuestadora rusa Levada Center. Y el 29% lo desaprueba, frente al 37% en agosto de 2021. Asimismo, el sondeo muestra que la mitad de los rusos culpa de la crisis actual a Estados Unidos y la OTAN, mientras que el 16% piensa que Ucrania es el agresor. Solo el 4% cree que Rusia es responsable.
Pero Arik Burakovski, subdirector del programa de Rusia y Eurasia de la Escuela de Derecho y Diplomacia de la Universidad Tufts, cree que el efecto de agruparse alrededor de la bandera para apoyar el liderazgo político durante una crisis internacional probablemente “será de corta duración”.
“Los datos históricos muestran que las guerras de distracción (combates en el extranjero para desviar la atención de los problemas internos) rara vez han funcionado para Putin. Las aventuras militares audaces y costosas, con el tiempo, disminuirán la popularidad del Kremlin, según nos dice la historia”, escribió Burakovski en el portal The Conversation. “Como estudioso de Rusia y de la opinión pública, sé que, en última instancia, la guerra requiere una enorme cantidad de buena voluntad pública y apoyo para un líder político, mucho más de lo que puede garantizar un breve aumento en la popularidad”, añade.
Los índices de aprobación de Putin, destaca Burakovski, alcanzaron un máximo histórico del 89% menos de un año después de que Rusia anexó por la fuerza la península ucraniana de Crimea, en 2014. La conquista, en gran parte sin derramamiento de sangre, resultó en una “euforia colectiva” entre los rusos, que a menudo han ido de vacaciones a la pintoresca costa de Crimea.
Pero otras acciones militares recientes de Rusia, incluida su invasión de Georgia en 2008 y su intervención en la guerra civil siria en 2015, no fueron recibidas con el mismo entusiasmo, advierte el académico de la Universidad Tufts.
“El apoyo público cayó después de estas dos intervenciones militares. Ahora, los rusos no han expresado la misma conexión personal con (la disputada región de) Donbás que la que sintieron con Crimea. Las encuestas realizadas desde la anexión de Crimea en 2014 muestran consistentemente que la mayoría de los rusos apoyan la independencia de las dos repúblicas autoproclamadas en el Donbás. Pero no las ven convirtiéndose en parte de la Federación Rusa”, asegura Burakovski. Cerca del 83% de los rusos reporta opiniones positivas sobre los ucranianos. Y el 51% dice que Rusia y Ucrania deberían ser países independientes, pero amigos, apunta.
Al respecto, Kara-Murza recuerda que los gobernantes rusos no tienen un buen historial de “pequeñas guerras victoriosas” lanzadas con fines políticos internos, desde las desastrosas campañas del régimen zarista en Crimea y Japón en el siglo XIX y principios del siglo XX hasta la invasión de Afganistán en los últimos años de la Unión Soviética. “El resultado suele ser lo contrario a lo que se pretendía”, asegura.
“Para Rusia, este tipo de guerras no solo terminan sin éxito, sino que a menudo culminan en una catástrofe política”, advirtió el profesor Andrei Zubov, un eminente historiador que fue despedido de la principal academia diplomática de Rusia en 2014 por su oposición a la anexión de Crimea. “Sabemos cuál fue la actitud de la población tras la derrota en la guerra ruso-japonesa de 1905 (que condujo a la primera revolución de Rusia). Podríamos ver lo mismo ahora. Podríamos enfrentar una situación en la que la gente no acepte esta apuesta del régimen”, agregó.
“Creo que el conflicto que se desarrolla en Ucrania podría resultar en innumerables bolsas con cadáveres de soldados rusos que regresan a Moscú”, vaticina Burakovski, quien cree que “la subsiguiente intervención militar de Rusia en Ucrania puede resultar costosa para Putin a nivel nacional, socavando su legitimidad y obligándolo a gastar más recursos para sofocar la disidencia interna”.
“Para alguien tan obsesionado con la historia de Rusia como Putin, sería irónico que tropezara con uno de sus errores más repetidos”, comenta Kara-Murza.
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