El mundo incómodo de centro (y ex Concertación) que hoy vota a regañadientes
Por primera vez en décadas, el voto nulo o blanco es la opción para figuras de la ex Concertación que concurrirán a las urnas en la jornada de hoy con un sentimiento de incomodidad frente a dos candidaturas que se apartan del centro.
Hasta tarde, anoche se extendieron las conversaciones e intercambio de opiniones en un grupo de 25 conspicuos personeros de la ex Concertación, muchos de los cuales ocuparon destacados cargos en ministerios durante los gobiernos de la coalición de centroizquierda, sobre la decisión que deberían tomar cuando estuvieran a solas en la cámara secreta con la papeleta en sus manos.
Para todos ellos, se trata de una jornada incómoda. “Voy saliendo a votar en estos momentos, lo haré si es que no hay mucha fila. Es una votación polarizada, con dos candidatos que, para alguien que ha estado toda su vida y su trayectoria política en el centro, no me representan. La verdad es que es una elección muy incómoda”, reconoce el militante DC Edmundo Pérez Yoma, quien ocupó las carteras de Defensa en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y de Interior en la primera administración de Michelle Bachelet.
Al igual que Pérez Yoma, que sufragaba en Vitacura, los demás exconcertacionistas que habían mantenido contacto en las últimas horas, preocupados por lo que estaba ocurriendo en el país, habían ratificado su determinación de ir a votar, de validar en la papeleta el ejercicio democrático, por lo que ninguno tenía pensado quedarse en casa y abstenerse. Pero, en ningún caso, respaldar a uno de los dos candidatos. Esa no era opción. Blanco o nulo era el camino.
Con una votación polarizada, según señalan algunos expertos electorales, se espera que la participación supere al 47,34% que se registró en la primera vuelta. Así ocurrió al menos en la elección de 2017, donde en primera vuelta hubo un 46,7% de participación, mientras que al balotaje fue el 49,09%. Por el contrario, cuando los ciudadanos creen que la elección no es competitiva y ya está definido el resultado de antemano, la participación baja. Fue lo que pasó en 2003, con una Bachelet desatada en las encuestas, por lo que entre la primera y segunda vuelta disminuyó en casi siete puntos porcentuales el número de electores que concurrieron a las urnas.
“Toda la gente de mi mundo está muy complicada, hasta tarde ayer nos llamábamos para preguntarnos qué íbamos a hacer. La mayoría iba a votar blanco o nulo, muy pocos, casi ninguno no iba a ir a votar. Hay unos pocos que terminaron inclinándose por votar a favor de Boric. No conozco a ninguno que vaya a votar por Kast”, afirma el democratacristiano Jorge Burgos, poco antes de ir al local electoral de Providencia donde está inscrito.
El exdiputado y extitular de las carteras de Defensa e Interior, en los gobiernos de Bachelet I y II, asegura que el mundo DC, “el mismo que se ha desencantado de la conducción del partido desde hace mucho tiempo, votará hoy blanco o nulo, porque es gente que siempre votó y que ve hoy que se quedó sin una alternativa ponderada y que se ha visto al medio de dos visiones que están en la antípoda del espíritu reformista y gradualista”, dice Burgos, quien, sin embargo, reconoce una suerte de brecha generacional. Sus hijos están jugados por Boric.
“Hay mucha incomodidad en una parte del mundo de centro, porque ninguno de los dos candidatos nos representa. Tengo mucho temor por lo que pasará en materia de orden público, sea cual sea el próximo Presidente creo que tendrá muchos problemas para mantener el orden público y sin orden público, no hay políticas públicas que se puedan llevar adelante”, reconoce el abogado y exsubsecretario del Interior del gobierno de Lagos Jorge Correa Sutil.
El exministro del Tribunal Constitucional también guarda silencio respecto de cómo iba a votar, sin embargo, no oculta el sentimiento de incomodidad que lo embargaba en la jornada de hoy, en la que, de manera inédita desde el retorno a la democracia, no estaba en la papeleta un representante de la coalición de centroizquierda que fue pilar de la transición. Un sentimiento que Correa Sutil ya había experimentado en la elección pasada, cuando su sector optó por el senador independiente Alejandro Guillier como carta para enfrentar a Sebastián Piñera.
Quien no pudo cumplir con su intención de anular el voto en esta jornada fue el democratacristiano Belisario Velasco, quien fuera el primer subsecretario de Interior en Democracia, de hecho asumió con Pinochet aún en La Moneda en marzo de 1990, pues tenía que llevar adelante la ceremonia de juramento de los ministros del primer gabinete de Patricio Aylwin. Por razones de salud no pudo ir a votar. Pero, al teléfono, ratifica que de haber ido hubiera dibujado la flecha, símbolo de la Democracia Cristiana, cruzando toda la papeleta, invalidando así su sufragio.
“Yo no voto por la ultraizquierda violenta, ni por la derecha colusionada. No, no voto. Hace 65 años voto DC o Concertación, no voy a cambiar ahora que tengo 85″, había dicho Velasco a comienzos de diciembre, poco después de que la Junta Nacional de la Democracia Cristiana llamara a votar por Boric, pero igualmente definiera que la colectividad sería opositora al futuro gobierno del frenteamplista.
La determinación del principal órgano de decisión de la Democracia Cristiana dejó en una situación difícil a varios, como Ignacio Walker, quien fuera presidente de ese partido. Tras la primera vuelta, el exsenador reconoció en entrevista a La Tercera que le sería “muy difícil votar por Boric”, debido a la coalición que sustenta a la carta del Frente Amplio y en la cual participa el Partido Comunista. “Yo más bien estaría inclinado a anular mi voto, votar en blanco o abstenerme, pero soy un militante disciplinado”, había dicho el 22 de noviembre pasado, antes de que la DC definiera apoyar a Boric y que el candidato morigerara su programa y girara su discurso hacia el centro.
Un giro que para el exsenador socialista Fulvio Rossi no era del todo creíble.
Rossi tenía previsto ir a votar en las próximas horas y hasta el momento mantenía su intención de votar en blanco o anular. “Uno nunca sabe qué pueda ocurrir cuando esté en la cámara secreta, cuando a veces, presiona la guata. Pero hasta este minuto mi decisión es votar en blanco o anular”, recalca. Y entrega las razones de la incomodidad que siente frente a esta elección: “Jamás votaría por Kast, por lo que es mi historia y por muchas razones que son importantes a la hora de dar el voto. No creo que Kast sea un fascista, pero efectivamente él promueve muchas cosas que me hace imposible votar por él. Y, por otro lado, Boric no me genera confianza, la confianza que uno debe tener. Su giro socialdemócrata de última hora es poco creíble”, señala.
Como nunca en la vida, afirma el médico y exparlamentario socialista, se había enfrentado a una situación como esta, en la que ninguna de las cartas que puede llegar a La Moneda lo represente. “Algo que le está pasando a mucha gente. Más de la mitad de los chilenos no votaron por ninguno de los dos candidatos que hoy están en la papeleta, eso es algo inédito. Ninguno de los dos pasó del 30% en la primera vuelta y entre los dos, apenas sumaron el 50%”, remarca.
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