Gustavo Quinteros, la mano dura que en Colo Colo ven como el salvador de la crisis
El argentino nacionalizado boliviano está a la espera de la reunión de directorio de Blanco y Negro para armar sus maletas. Su historial como DT lo refleja como poco amigo del juego defensivo y una persona de carácter muy fuerte.
Gustavo Quinteros nació en Cafferata, Santa Fe, en Argentina. Hoy, 55 años después de ese suceso, está a un paso y una votación de convertirse en el nuevo entrenador de Colo Colo. Restan detalles y una última reunión de directorio de Blanco y Negro para que así se ratifique.
El entrenador, dicho está, nació en tierras transandinas. Habla como argentino, tiene bien arraigadas sus costumbres argentinas y casi siempre se ha acompañado de argentinos en su cuerpo técnico en los distintos equipos que ha dirigido.
Sin embargo, su carrera futbolística alcanzó su momento cúspide en Bolivia. Fue entre Universitario, The Strongest y San José donde logró notoriedad y se sintió tan a gusto que obtuvo la nacionalidad altiplánica. De ahí en más alcanzó el realce en el mundo del fútbol.
Con la selección boliviana jugó 26 encuentros, marcó un gol y llegó a disputar el Mundial de Estados Unidos 1994, donde los verdes fueron eliminados en primera fase. Su historia con los altiplánicos, sin embargo, no se acabaría con el retiro. Esto porque entre 2010 y 2012 se hizo cargo, ya como DT, del combinado adulto de ese país, no teniendo muy buenos resultados. Antes ya había dirigido a San Lorenzo, Bolívar y Oriente Petrolero, entre otros.
Tras salir de la selección de Bolivia, Quinteros tomó a Emelec, equipo con el que se consagró bicampeón de Ecuador, al punto de que el combinado de ese país posó sus ojos sobre él y lo nombró seleccionador entre 2015 y 2017, aunque no logró clasificar a Rusia 2018. Sí logró meter al Tri en los cuartos de final de la Copa América Centenario.
De ahí en más su nombre comenzó a familiarizarse con Chile. Porque tras obtener millonarios contratos en equipos de Medio Oriente fue fichado por la UC, equipo con el que ganó la Supercopa de Chile y el campeonato de Primera División del año pasado.
Por eso extrañó su adiós intempestivo de la precordillera. Quinteros estaba cómodo y había sido campeón con holgura. Pero el proyecto y el dinero de Xolos de Tijuana pudo más y se fue a México, donde no le fue bien y terminó desvinculándose hace cuatro meses.
Ya con el camino libre, Colo Colo puso sus ojos en él. Las razones del Cacique para ficharlo van desde su conocimiento del medio, su gusto por el país, que con su experiencia no tendrá problemas para meter mano en el equipo, hasta haber logrado convencerlo de venirse en medio de una crisis como la que viven los albos. “En Chile lo pasé bien, fui feliz. Me gustó mucho el fútbol, la gente. Me gustaría volver”, dijo en su momento.
En lo futbolístico, el argentino nacionalizado boliviano privilegia el 4-3-3 como sistema de juego, aunque no escapa de utilizar un 4-4-2 si ciertos momentos de partidos así lo ameritan. Enemigo de que sus equipos jueguen al pelotazo y amigo de la construcción por abajo, las bandas se tornan fundamentales en ese afán. La presión colectiva es otra de sus aspiraciones.
“Mis equipos intentan jugar fútbol asociado, de protagonismo en cualquier situación, como local o visitante. Pero hay que tener en cuenta que los rivales también juegan y a veces eso no se puede conseguir. En esos momentos hay que seguir intentando sin cambiar la idea de juego, pero teniendo en cuenta las situaciones que plantea el partido para poder ganarlo”, dijo en entrevista con La Tercera hace casi dos años, a punto de asumir en los cruzados.
Ese protagonismo es el que hoy extraña Colo Colo y que, a falta de una reunión, Quinteros intentará llevar de vuelta al Monumental en lo que será su 13° equipo como entrenador. La dirigencia está convencido de que es la persona indicada para ello y que está más a la mano, por cierto. En Macul se le destaca su conocimimiento de medio criollo y el éxito que alcanzó con la UC. Lo que más importa en ByN, sin embargo, es su carácter para controlar a un camarín sin orden y con conflictos internos. La fuerza que Gualberto Jara no ha podido ejercer como técnico interino.
El momento de hacer el cambio es ahora, indican en el Monumental, a tres semanas del próximo partido por Copa Libertadores, ante Wilstermann, el 20 de octubre. Ahí los albos se juegan la posibilidad de avanzar a octavos de final de la Copa Libertadores o, al menos, inscribirse en la Copa Sudamericana como terceros del Grupo C. Una meta que choca con el paupérrimo nivel que ha mostrado el equipo.
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