Holanda busca regular el "turismo de masas": dejará de promover destinos saturados
La Junta de Turismo y Convenciones de Holanda advirtió que la "presión sobre la habitabilidad" en y alrededor de muchos de los puntos turísticos más populares del país está alcanzando niveles insostenibles.
Argumentando que "más no siempre es mejor", Holanda está lista para dejar de promocionarse como un destino de vacaciones e incluso está considerando medidas más drásticas, incluidos nuevos impuestos y el cierre de atracciones, como una manera de hacer frente al boom del turismo. La nueva estrategia apunta a una "gestión de destinos".
En un informe, la Junta de Turismo y Convenciones de Holanda (NBTC) advirtió que la "presión sobre la habitabilidad" en y alrededor de muchos de los puntos turísticos más populares del país está alcanzando niveles insostenibles. "Hasta ahora, el gobierno holandés y la industria de la hospitalidad han promovido principalmente a Holanda para atraer a más visitantes. Ahora sabemos que más no siempre es mejor, definitivamente no en todas partes", dijo la junta de turismo.
"La presión sobre la habitabilidad de nuestras ciudades y ubicaciones icónicas aumentará debido al aumento en el número de visitantes, mientras que otras partes de Holanda no se benefician de las oportunidades y el impulso socioeconómico que el turismo puede ofrecer", comentó la entidad. Las cifras oficiales de la NBTC muestran que se espera que el número de visitantes de Estados Unidos aumente un 6% este año, alcanzando los 1.640.000. Mientras tanto, habrá un crecimiento del 5% en turistas de China, que sumarán 350.000. Según el diario británico The Guardian, se proyecta que los 18 millones que visitaron Holanda en 2018 aumenten a 42 millones en 2030.
"Algunas ciudades y regiones están muy ocupadas, ciudades como Ámsterdam o áreas como Giethoorn, un pequeño pueblo con muchos molinos de viento y agricultores, y hay muchos turistas chinos que están muy interesados en ese pueblo", dijo una portavoz de la NBTC. Pero incluso fuera de Ámsterdam, el turismo ha traído consigo muchos problemas. El famoso jardín de bulbos de Keukenholf y los distritos de molinos de viento de Kinderdijk se han vuelto casi inaccesibles durante la temporada alta de turismo debido a las tensiones en la infraestructura local creadas por los visitantes.
Ante la masiva llegada de turistas, Ámsterdam elevó su impuesto turístico el año pasado en un intento por controlar los números y pagar los costos y las externalidades que genera, como el encarecimiento de las viviendas, el desorden público y la pérdida del carácter de algunos vecindarios. Se planea un nuevo incremento este año de ese impuesto. Además, el municipio local también está tratando de detener el crecimiento de hoteles, tiendas de recuerdos, puntos de venta de entradas y tiendas de queso. La capacidad del aeropuerto de Schiphol se limitará y los buques de pasajeros se retirarán del centro de la ciudad, señaló The Guardian.
Una portavoz de la NBTC dijo que se implementará una nueva estrategia para encontrar un mejor "equilibrio" entre los habitantes locales fatigados, las necesidades de las empresas y la economía, y el interés de los visitantes internacionales por conocer el país. "En lugar de la promoción de destinos, ahora es el momento de la gestión de destinos", precisó la NBTC. Así, por ejemplo, en lugar de informar a los visitantes sobre áreas ya famosas, promoverán áreas menos conocidas como Eindhoven y provincia holandesa de Frisia.
El turismo aporta a la economía holandesa 82.000 millones de euros y en 2018 representó alrededor de 761.000 trabajos, uno de cada 13 trabajos en Holanda. Pero también existe preocupación por el costo ambiental. Si 42 millones de personas lo visitan en 2030, el objetivo de reducir las emisiones de CO2 en un 49% en 2030 en comparación con 2017 probablemente no se cumpliría, advirtió la oficina de turismo.
Los europeos siguen siendo los más propensos a visitar Holanda, con alemanes y belgas que representan el 42% de todos los turistas.
En el último tiempo, varias ciudades europeas se han unido contra el turismo. Venecia, Lisboa, Madrid, Barcelona o Palma de Mallorca son algunas de las urbes que forman parte de la Red de Ciudades del Sur de Europa frente a la Turistización, una iniciativa conjunta para frenar el modelo de "turismo de masas".
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