Jorge Arriagada, compositor: “En Puerto de Ideas vamos a estrenar una obra sinfónica que soñamos con Raúl Ruiz”
El prolífico compositor chileno, que acaba de recibir un nuevo galardón en Francia, confirma que el próximo año estrenará un poema sinfónico de Las Tres Coronas del Marinero. "No utilizo en nada la música que compuse para la película", asegura.
El compositor chileno Jorge Arriagada (1943) lo reconoce: “No me puedo quejar”. Ha trabajado con la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Montecarlo y la Sinfónica de París. Su producción de música para el cine es reconocida y abundante, con más de cien películas. Suya es la música de La Virgen de los sicarios (2000), de Barbet Schroeder, premiada en Venecia, y la de Winter’s Child (1989), de Olivier Assayas. Su partitura para Molière en bicicleta (2013) de Philippe Le Guay, en tanto, fue nominada al César como mejor banda sonora.
“He trabajado con las mejores orquestas del mundo. A partir de 1990, cuando empecé a trabajar con cineastas como Schroeder y Assayas, que era gente que tenía los medios, y yo podía tener a la orquesta que yo quería, no tuve privación”, explica Arriagada.
“¡Imagínate que El tiempo recobrado la hicimos con la Orquesta de París, y Klimt, con la Sinfónica de Londres! Son músicos extraordinarios”, agrega. Ambos filmes fueron colaboraciones con el célebre cineasta Raúl Ruiz, con quien tuvieron una fecunda sintonía creativa hasta la muerte del artista, en 2011.
De hecho, las partituras de Arriagada para los filmes de Ruiz El ojo que miente (1993) y Misterios de Lisboa (2010) ganaron el premio a mejor banda sonora en Sitges y San Sebastián, respectivamente.
“Nuestra primera gran película con orquesta con Raúl Ruiz, fue El Territorio, en 1981, con la Gulbenkian y su coro. Pero después, nunca tuvimos acceso a algo así, por mucho tiempo. Hasta El tiempo recobrado, que es una hermosa partitura, que tuvimos a la Orquesta de París, además con la dificultad de que Raúl me dijo que tenía que componer la Sonata de Vinteul, que nadie la había compuesto, porque es un compositor inventado por Proust. Entonces le dije ’'Te la compongo, pero me la tienes que filmar’, y la filmó entera”, recuerda Arriagada.
“Hicimos 46 películas juntos con Raúl Ruiz, pero ahora están creciendo a 47 porque estamos haciendo El Realismo Socialista. Estamos encontrando películas fantasmas”, dice, y revela que el rough (primer corte) son cuatro horas de película y que Valeria Sarmiento está analizando su estructura. “Por supuesto que le vamos a poner música. La idea es hacer una hora 20 minutos nomás, algo que sea dinámico, entretenido y con la mirada ruiziana de lo que sucedía en 1971, sabiendo que él era del Partido Socialista, pero que se ríe un poco de él mismo y de los compañeros. Es muy vigente respecto de lo que pasa actualmente en Chile, porque está esa mirada distanciada, casi anarquista, que siempre tuvo Raúl con respecto a la política. Es una comedia”, detalla.
¿Usted compone la música en paralelo al cineasta, o antes, o después del montaje?
Eso depende absolutamente de las producciones, con Raúl Ruiz, estábamos un poco ausentes. Por ejemplo, en 1981, para El Territorio, el problema es que la Orquesta Gulbenkien y su coro tenía fechas, entonces tuve que grabar todo antes de empezar a filmar. O sea, yo me imaginé lo que iba a ser la película. Eso fue una exageración. Pero cuando hubo más medios, veíamos un poco la filmación, o algunas veces me pedía que grabáramos antes algo de música para influenciar la filmación. El ideal es trabajar la música durante el guión, pero casi nunca se puede. En todo caso, con Raúl era mucha improvisación.
La improvisación parece haber sido parte de su proceso creativo.
Por supuesto, además, a veces cuando le parecía que necesitaba algo más abstracto utilizaba mi música contemporánea en sus películas, aunque yo no lo supiera. Las conocía todas.
Raúl Ruiz tuvo un temprano interés por la música de tradición escrita; de joven hacía unas especies de campeonatos de compositores chilenos con sus amigos. Conocía profundamente la música contemporánea, chilena y mundial. Le interesaba.
Es cierto, a él le interesaba. Yo creo que el único oficio que no hizo fue de compositor, por eso agarró a un compositor como yo. Si no, habría compuesto la música también, Lo que pasa es que no tenía la formación, para escribirla, pero le gustaba mucho la música. Tanto la de tradición oral como la música escrita más refinada. Él pasaba directamente de un bolero al serialismo integral de Boulez, sin ningún problema. Todo le daba su placer; siempre escuchó música en su casa, y conocía a todos los compositores de música contemporánea. De hecho, por eso se interesó en mí. Lo que le atrajo de mí fue la música contemporánea que yo hacía cuando dirigía el Laboratorio de Música Electrónica del Centre Americain en París. Yo nunca había trabajado en cine.
“Mi trabajo es cambiar la noción de la imagen con la música”
Ya que su madre fundó una escuela Montessori en Chile, Jorge Arriagada aprendió tempranamente las notas musicales a través del juego y, como consecuencia, a los 8 años de edad, ya tenía cinco de formación musical. A los 16 ingresó al Conservatorio de la Universidad de Chile, estudió con Gustavo Becerra y León Schidlowsky, y tras titularse de compositor se fue becado a Francia. Estudió con gigantes del siglo XX, como Max Deutsch, discípulo de Arnold Schoenberg, Olivier Messiaen y Pierre Boulez. Fundó el grupo de creación colectiva Musiques Variables, y su trabajo electroacústico fue adquiriendo tal resonancia que por él ganó la beca Guggenheim en 1972, a los 28 años. En ese ámbito, sus obras más destacadas son Chile 70 (1969), Etude (1972) e Indio (1970), que fue una comisión para los Juegos Olímpicos de Múnich.
“Hice una carrera para ser músico contemporáneo, pero todo cambió en un encuentro con Alain Resnais”, recuerda. Delphine Serig, amiga suya y musa del cineasta francés, lo invitó a ver el primer corte de Providence. “Cuando vi secuencia del almuerzo, en que la cámara gira en 360 grados y cuando vuelve a la misma mesa ha pasado un minuto y medio con un tema para piano de Miklós Rózsa quedé impresionado. Entendí cómo la música podía influenciar el sentido de las imágenes, y me di cuenta de que eso es lo que quería hacer. Empecé a pensar en ese momento cómo podía participar en el mundo cinematográfico y, con un poco de suerte, un año después hicimos Coloquio de Perros con Raúl Ruiz”, detalla.
¿Recuerda lo que sintió exactamente?
Sí. Me atrajo enormemente el aspecto sicológico de la importancia de que tiene la música para cambiar la noción de las imágenes. En el Chile de antes, los adolescentes teníamos la suerte de ver todo Eisenstein en los cines de Santiago. Vimos Alexander Nevsky, película muda con música de Prokofiev, Octubre, El Idiota, y toda la Nouvelle Vague. Entonces esa cultura yo ya la tenía, pero lo que no tenía era la noción de una película hablada en la cual la música tuviera esa influencia tan potente en cambiar la noción de las imágenes. Y es un poco lo que siempre hicimos con Raúl Ruiz, y con los otros cineastas: no dar musicalmente el mismo discurso que la imagen, sino cambiar la noción de la imagen con la música.
Una forma de entender la creación musical que le ha merecido un reconocimiento transversal, sobre todo en Francia donde vive hace más de medio siglo. De hecho, la SACEM -Sociedad de Autores, Compositores y Editores de Música de Francia, equivalente a la SCD, pero con 170 años de existencia- le entregó el lunes 7 de diciembre el Grand Prix de la Musique pour l’image. La ceremonia será virtual, por la pandemia, y el jurado destaca que el chileno “ha construido una obra potente al servicio de inmensos directores como Raúl Ruiz y Barbet Schroeder” y que su música logra darle otra dimensión a la imagen: “puede subrayar una emoción, pero también estructurar una narración”.
“Estoy muy orgulloso, es algo muy bonito que premien tu trayectoria. Yo he estado nominado al César, y voto también los premios César, pero votamos cuatro mil personas y hay un poco de business ahí. La calidad pesa, si la película no ha tenido éxito, no vas a ganar el premio, aunque tu música sea excelente”, comenta el compositor.
Las Tres Coronas del Marinero: próximo estreno en Puerto de Ideas
En Chile, el reconocimiento ha sido episódico y más bien en las últimas décadas: en 1994 la Sinfónica interpretó It’s all true, y en 2011, Juan Pablo Izquierdo y la Orquesta de Cámara de Chile estrenaron Insostenibles vigilias. Además, en 2012 David del Pino condujo a la Orquesta Usach y el Coro Madrigalista Usach en una selección de sus bandas sonoras para Raúl Ruiz, en un homenaje que le hizo Sanfic en la Estación Mapocho.
Sin embargo, en noviembre próximo, dentro de Puerto de Ideas 2021, Jorge Arriagada estrenará una obra de gran formato que saldará al mismo tiempo un proyecto largamente soñado con Raúl Ruiz. Se la comisionó el festival. “La idea original era estrenarla para los 10 años del Puerto de Ideas, pero se tuvo que postergar. Ahora está lista; la pandemia me sirvió para terminarla. Es un poema sinfónico de Las tres coronas del marinero, con solistas, coro y orquesta. Y no utilizo en nada la música que compuse para la película”, detalla.
No lograron convencer a ningún teatro en Chile para concretar esta idea que tuvieron con Raúl Ruiz en 1983, en Venecia. “Fue un año mágico, habíamos estado con Las tres coronas del marinero en Cannes, y tres meses después estuvimos con La Ciudad de los piratas en Venecia, y viene el encuentro con Pina Bausch, que estaba en la función de La nave va, de Fellini, donde actuaba. Esa noche Raúl me dice ‘Jorge tendríamos que hacer una ópera de Las tres coronas del marinero’ y la Pina dice ‘Yo participo de tal manera’, y bueno, siempre soñamos con Raúl hacerla. Por eso es fascinante esta posibilidad que se presenta hoy con Puerto de Ideas”, dice.
“Yo no le digo ópera, sino poema sinfónico. La idea de Raúl es que fuera de Chiloé, porque en el fondo la película es la historia del Caleuche, y naturalmente también es la historia del Buque Fantasma de Wagner. Pero ahora lo situamos en Valparaíso y va a ser un fantasma bien chileno”, revela.
Otro proyecto suyo que se anunció en la revista Variety es la banda sonora de un nuevo filme de Daniel Rosenfeld, con quien ya trabajó en Cornelia frente al espejo (2011). Se trata de una nueva versión de La historia inmortal, cuento de Karen Blixen, la autora de los libros que inspiraron a bestsellers como África mía y El Festín de Babette. El mismo cuento fue versionado por Orson Welles en 1968, con Jeanne Moreau.
“Daniel compró los derechos de Blixen; estamos esperando que pase el bicho porque va a venir a filmar en Chiloé. Él fue muy amigo de Raúl Ruiz y le encanta la idea de que las casas se puedan hacer rodar. Está escribiendo el guión con Lucía Puenzo, entiendo que lo están terminando. Yo le propongo a él que usemos la abstracción musical, que distanciemos la música de lo que está sucediendo, a diferencia de lo que hizo Welles, y está fascinado con la idea. Está avanzando esto”, asegura Arriagada.
Usted vive hace más de 50 años en París, ¿no ha pensado volver a Chile?
No puedo vivir en Chile; no hay suficiente cine ni interés por mi persona, en Francia soy mucho más conocido. O sea, aquí no me conoce nadie y nadie me va a dar pega. Aquí cuando tú tienes una pega le estás quitando la pega a un amigo y eso, además de grave, es muy triste. Los amigos músicos que yo tenía acá cada vez que venía me preguntaban cuándo me iba, con el miedo de que les quite yo la cátedra de composición o que venga a hacer un proyecto como el que estoy haciendo en Venezuela, de crear un Instituto de composición para la imagen, que estuve trabajando el año pasado con Gustavo Dudamel en eso.
¿Por qué considera importante diferenciar el estudio de composición para el cine?
Yo considero que hoy en día no podemos formar compositores para música contemporánea. Acá en Chile todos los compositores tienen que vivir de la profesión de profesor; es decir, no hay creación pagada. No tiene sentido; aquí nadie vive de la composición musical a menos que haya publicidad o toque el sintetizador. Y yo vivo hace más de 50 años de componer música. Creo que hay que dejar de engañar a los alumnos, ningún compositor puede vivir de la escritura musical si no trabaja en el audiovisual, que reemplazó a las cortes y a la iglesia.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.