Jorge Barrera: “El consenso en un reemplazo total de la Constitución en las urnas resulta no solamente inadecuado sino que muy difícil de lograr”

Jorge Barrera

El exasesor de los republicanos se refiere al rechazo del texto y dice que la razón fue por la falta de tiempo de campaña y porque fracasó la estrategia de cambiar por completo la Carta Fundamental. "A diferencia del proceso anterior, en este plebiscito no había dos visiones de país en juego. La propuesta contenía ciertos énfasis distintos de la Constitución vigente, pero era un mismo modelo de país", afirma desde Estados Unidos.


El exjefe de asesores de la bancada de consejeros del Partido Republicano Jorge Barrera habla por primera vez luego de que se rechazara el texto del Consejo, respecto del cual tuvo un rol gravitante durante la redacción de todas sus normas.

¿El resultado se lo toma como un fracaso?

No, nosotros teníamos una obligación de medios. Esa obligación de medios era entregar una propuesta en un proceso que fuera lo más serio, responsable y transparente posible. Una propuesta para Chile que fuera lo más adecuada para los nuevos tiempos que vive el país. Esa obligación de medios se cumplió.

Pero es una derrota.

Más allá de la derrota o no derrota quiero señalar que es importante tomar en cuenta que a diferencia de lo que ocurrió en el proceso anterior, en donde había dos modelos de país en juego, en este plebiscito no había dos visiones de país en juego. La propuesta contenía ciertos énfasis distintos de la Constitución vigente, pero era un mismo modelo de país. Aquí, a diferencia de lo que ocurrió el 4 de septiembre, no estábamos plebiscitando dos modelos distintos. Lo que se votó fue un texto que recogía lo mejor de la Constitución vigente, con una impronta ciudadana y con énfasis que se hacían cargo de los problemas en materia de sistema político, derechos fundamentales, Poder Judicial, seguridad, corrupción. Por lo mismo, es difícil hablar de un fracaso propiamente tal.

¿Por qué cree que el texto no logró ser aprobado?

Faltó quizás más tiempo para poder explicar, ya sea una campaña más larga o quizás una campaña que empezara antes para tratar de involucrar un poco más a la ciudadanía en los cambios que se estaban haciendo al sistema vigente. Estábamos plebiscitando dos textos que se fundaban en el mismo modelo, entonces por eso desdramatizaría el asunto. Uno podría decir que una de las razones principales de la derrota es la falta de tiempo para comunicar de mejor manera lo que la propuesta incluía y por qué era mejor para cerrar el capítulo constitucional.

¿No cree que el rechazo al texto es un rechazo a las ideas que estaban en el texto, a las ideas de la derecha?

El texto era el reconocimiento de situaciones ya consolidadas a través de la justicia o a través del Tribunal Constitucional. En este caso estábamos frente a dos propuestas de texto que respondían al mismo modelo de país, con énfasis distintos, y obviamente muchas de las personas, incluida obviamente la izquierda, prefirieron mantener el texto vigente sin alterar el modelo actual.

¿Se arrepiente de haber empujado esta estrategia adversarial contra la izquierda y contra el gobierno?

Yo nunca fui parte de la estrategia comunicacional. Mi rol durante la construcción del texto, y luego durante la explicación del mismo, fue tratar de aclarar qué es lo que contenía la propuesta constitucional que se iba a plebiscitar. Cuando uno quiere llegar a un acuerdo de reemplazo completo del texto constitucional es distinto a cuando uno quiere cambiar ciertas cosas. Por lo tanto, si usted me pregunta si yo me arrepiento, no me puedo arrepentir de algo que no hice. Yo traté de actuar siempre con mesura.

¿Costó caro no haber logrado un texto con un consenso que pudiese incluir a la izquierda?

Partimos a contracorriente con un apoyo minoritario. Tuvimos que llenar ciertos silencios del anteproyecto que encontrábamos que eran silencios profundos del texto, más allá de los desacuerdos. Nosotros estamos seguros que un texto con vacíos o con forados tampoco hubiese sido aprobado. Hubiésemos tenido un forado más grande desde la derecha al momento de la aprobación del texto y hubiese sido el mismo resultado. Esto responde al agotamiento constitucional del reemplazo total. La ciudadanía está cansada y desgastada respecto de la discusión del reemplazo total como estrategia de solución a los problemas que hoy día tienen en seguridad, en corrupción, en narcotráfico, en fronteras.

Más allá del hastío, ¿no cree que de haber sido más generosos como mayoría triunfadora de las elecciones del 7 de mayo, y haber renunciado a alguna de sus ideas para incluir al otro lado, el resultado podría haber sido distinto?

No creo que esa sea la mirada correcta de lo que ocurrió o no ocurrió en el Consejo. El acuerdo se trató varias veces. Nadie puede negar que hubo un intento sistemático con muchas mesas de trabajo, las cuales incluso se produjeron durante la etapa de observaciones para poder llegar a un acuerdo. Pero no se pudo. Cuando uno hace los intentos uno tiene que quedar tranquilo de que hizo todo lo posible para poder llegar al máximo consenso sin ceder en cuestiones fundamentales que iban a terminar desdibujando una propuesta constitucional que, como le dije, trataba de no poner visiones dicotómicas de país, sino que una misma visión, un mismo modelo, pero con énfasis distintos respecto de la Constitución vigente.

¿Sigue pensando que un texto de consenso, de acuerdo amplio desde el PC al Partido Republicano como el anteproyecto, no hubiese tenido éxito en la urnas?

La polarización que sufre el país, sobre todo en la élite, sumado al descuelgue que sufrieron sectores de derecha más dura, da cuenta que el consenso en una mirada global y de reemplazo total de la Constitución resulta no solamente inadecuado, sino que muy difícil de lograr. Es una tarea titánica en donde la misma Comisión Experta demostró que lo único que podía lograr era que quedara con menos derechos, con menos soluciones, con más forados, y eso lo único que permitía era dejar descontento a un sector de la población que iba a llamar abiertamente a votar “En contra”.

¿Por qué cree eso?

Porque el problema, más allá del consenso general, está en la lógica del reemplazo total de la Constitución. Lo que ha fallado y lo que ha sido derrotado han sido dos intentos de reemplazo total del texto constitucional, más allá de los acuerdos que se han hecho, que se puedan lograr en materias fundamentales para la ciudadanía como son el sistema político, como son fronteras, como es seguridad, que son temas que hoy día urgen ponerse de acuerdo y que no responden a la problemática constitucional, sino que pueden ser incluso discutidas en el Congreso si es que hay un acuerdo amplio. El problema está en el reemplazo total, porque siempre va a haber cuestiones que a algún sector de la ciudadanía no le van a gustar, y siempre va a ser más fácil, ya sea por inclusión o por exclusión de temas, en donde haya más gente que esté en contra de un cambio en vez de estar a favor de mantener el statu quo.

¿Está diciendo que no se puede hacer un reemplazo total de la Constitución a través del consenso?

Yo creo que no existe posibilidad de que se produzcan dos situaciones a la vez. No existe la posibilidad de que se llegue a un consenso transversal y que, a su vez, ese consenso transversal sea ratificado en las urnas. No estoy diciendo que no es posible llegar a ese consenso transversal porque ese consenso transversal existió en la Comisión Experta. Lo que yo estoy diciendo es que la suma de ambos elementos va a dejar muchos heridos en el camino. Al final, es un consenso de las élites políticas y eso es difícil que termine siendo ratificado por la ciudadanía, es muy complejo. No vamos a poder saber si va a ocurrir o no va a ocurrir porque ya no va a existir otro proceso constituyente. Nosotros tratamos de entregar una propuesta de consenso lo más transversal posible, que fue desde republicanos hasta Demócratas y Amarillos, incluyendo toda la centroderecha, y eso tampoco logró la aprobación de la ciudadanía.

Pero esta vez sí había un antecedente, el texto rechazado de la Convención. ¿No cree que se debió haber hecho el esfuerzo en ceder, de ambos lados, en cosas indispensables?

Cuando uno analiza los grupos o las fuerzas políticas que apoyaron el “Rechazo” del 62% el 4 de septiembre y uno traspasa esos mismos grupos políticos a lo que fue “A favor” y el “En contra”, uno podría haber esperado legítimamente que el resultado iba a ser distinto. O sea, cuando había una construcción incidente de los mismos grupos que habían votado “Rechazo”, uno podría decir que estamos frente a un consenso transversal respecto al texto, mas no unánime. La tesis que yo le explico es que yo creo que era imposible llegar a un texto en donde dos visiones de sociedad, una donde la izquierda seguía empujando una visión muy parecida a la que había sido la Convención, permitiera con su silencio que fuera apoyado también por la derecha o la centroderecha en un plebiscito.

Un análisis de Unholster muestra que ustedes perdieron por el voto femenino, de las menores de 34 años que votaron principalmente “En contra”. ¿Fue un error haber insistido en cambiar el que por el quien?

Se partió muy tarde en la campaña. Debimos adelantarnos a lo que estaba ocurriendo, haber involucrado más a la ciudadanía para poder explicar cómo esos cambios no afectaban o no alteraban el aborto en tres causales, o cómo los cambios que se producían comparando la Constitución vigente con la propuesta constitucional reforzaban los derechos de la mujer y las hacían tener incluso más derechos que los que tienen en la Constitución vigente.

Respecto a la objeción de conciencia, ¿se arrepiente de haber sido tan insistente en incluir una norma que la regulara expresamente en la Constitución?

Yo creo que si hay algo que no tuvo incidencia en el resultado del plebiscito fue explicitar ciertas decisiones que el Tribunal Constitucional ya había adoptado y que había señalado que eran derechos fundamentales. La objeción de conciencia es uno de ellos. La objeción de conciencia es un derecho fundamental, pero además es un derecho humano.

Dice que faltó tiempo y que hay hastío respecto del reemplazo total de la Constitución. Ambos asuntos externos al proceso. ¿No hace una autocrítica del trabajo de los republicanos en el Consejo o del texto conseguido?

La verdad es que la única autocrítica que uno pudiese tener es quizá haber insistido aun más de lo que se insistió para poder sentarse y tener un acuerdo un poco más amplio respecto del sistema político y respecto de otros elementos que pudiesen servir para que la izquierda se subiera. Pero la verdad es que incluso ante esa insistencia, si uno hubiese hecho todo lo posible, la verdad es que la izquierda decidió actuar en unidad desde el Partido Comunista al Partido Socialista, y fue difícil. Fue imposible sacarlos de la lógica de que lo que se tenía que plebiscitar era el anteproyecto y no los cambios que se estaban realizando en el Consejo Constitucional, lo cual era profundamente antidemocrático.

¿Ha vuelto a hablar con el Partido Republicano? ¿Existe posibilidad de que vuelva a actividades políticas o retorne a sus actividades académicas?

No he tenido contacto, incluso desde el día mismo del plebiscito, con ellos. Entiendo que ellos están en una posición de rearticulación política bastante alejada de mi rol como profesor de derecho constitucional. Agradeciendo la confianza no solamente del Partido Republicano, sino que de muchos consejeros de Chile Vamos, de Amarillos y de Demócratas, vuelvo a retomar mi vida académica acá en los Estados Unidos.

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