La aplaudida reaparición de Jorge González
El músico estuvo anoche en el concierto de Gustavo Santaolalla, su socio artístico en los 90. Cuando fue presentado, los presentes en el Nescafé de las Artes se pararon con una ovación y el argentino cantó uno de sus temas.
Es cierto que en el último tiempo ha recibido homenajes y ovaciones desde los círculos más diversos. Como cuando a principios de 2016 llegó hasta La Moneda para recibir el premio Presidente de la República. O hace muy poco, a mediados de agosto, cuando sus pares a través de la SCD lo reconocieron como Figura Fundamental de la Música Chilena en una cena.
Pero pocos tributos han resultado más genuinos y cercanos que el de anoche: básicamente porque fue impulsado por un amigo y un ex socio artístico de hace décadas, cuando ambos intentaban reimpulsar su trayectoria tras años de tormentos e incertidumbre; cuando aún ninguno era un nombre genuinamente legendario en la órbita musical latinoamericana.
En su show de ayer en el Teatro Nescafé de las Artes, el cantante, músico y productor argentino Gustavo Santaolalla se dio el tiempo para hablar en escena de Jorge González, con quien trabajó en el hoy venerado álbum Corazones, que cerró la primera vida de Los Prisioneros en 1990, y en su debut en solitario de tres años después, aquel trabajo homónimo que nunca ha fascinado al sanmiguelino, pero que despachó hits como Fe y Esta es para hacerte feliz.
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Gustavo Santaolalla en el show. FOTO: JOSE LUIS MUÑOZ / LA TERCERA.[/caption]
"He tenido la suerte de trabajar con muchos músicos que uno admira por su talento artístico, por su capacidad para componer canciones, tocarlas o producirlas. Pero también he tenido la suerte de trabajar con músicos con un enorme talento como personas", dijo para posteriormente presentar a González, quien estaba sentado en las primeras filas del costado derecho del lugar.
En ese momento, la totalidad del público se paró, vitoreó y celebró la mención con un aplauso que duró varios segundos. El hombre de Tren al sur sólo miraba agradecido. Había llegado minutos antes del concierto, acompañado por su hermano, el diseñador Marco González, quien lo escolta a todos lados debido a las dificultades que hoy presenta al caminar: el infarto isquémico cerebeloso diagnosticado a principios de 2015 arrojó secuelas progresivas e irreversibles en su cuerpo, como una parálisis casi total de su costado izquierdo. Hoy el intérprete también presenta problemas en su habla, reducida a monosílabos y respuestas concisas, imposibilitado de subirse a un escenario con normalidad.
Pese a ello, anoche se mostró un poco más repuesto y entusiasmado por asistir a un concierto de una figura clave en su carrera. Quizás como respuesta a ello, el argentino versionó Por amarte, uno de los temas escritos por González para Corazones, en un cover que mantuvo ese romanticismo sórdido de la versión original ("Amarte es mi perdición/mi vida entera/un cielo disfrazado de infierno", es parte de la letra), esta vez arropada por la voluminosa banda de Santaolalla, con piano, clavicordio, batería y xilófono, entre otros instrumentos.
La transformación del tema fue elegante y precisa, propia de un artesano de la canción como el trasandino, ganador de dos Oscar por bandas sonoras (Babel y Secreto en la montaña) precisamente caracterizadas por sus detalles y arreglos. La relectura formará parte de un disco homenaje al chileno que preparan distintas figuras del circuito continental.
Para cerrar el círculo, González fue a saludar a camarines al protagonista de la velada, en un abrazo de reencuentro que había comenzado 24 horas antes, cuando se reunieron en el departamento del primero en la comuna de San Miguel. Y en un vínculo iniciado hace casi 30 años, cuando ambos recién se curtían como leyendas capitales del rock latinoamericano.
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