Las batallas de Enrique Lafourcade, el polémico agitador cultural

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El escritor

El cronista, autor de Palomita blanca, quien padecía alzhéimer, falleció esta madrugada a los 91 años. Emblemático autor de la generación del 50, jurado de televisión y consumado polemista, fue el eterno candidato al Premio Nacional. El año pasado sus hijos promovieron su última postulación.


Estaba en una residencia en Las Condes especializada en los cuidados de enfermos de alzhéimer. Siempre cerca estuvo su cuarta esposa, la pintora Rossana Pizarro. Los diez años finales de vida del escritor Enrique Lafourcade fueron complejos. Se trasladó a vivir a Coquimbo, luego regresó.

Una imagen muy lejana del activo agitador cultural, integrante y promotor de la generación del 50, que disparaba semanalmente en sus columnas y crónicas. Hoy, a las 6.50 de la mañana, debido a una neumonía, el narrador falleció a los 91 años.

Nacido en 1927, Lafourcade estudió en el Liceo Lastarria y después Filosofía en el Pedagógico de la U. de Chile. Su primera novela la publicó a los 23 años, El libro de Kareen (1950), obra inspirada en su hermana Ximena muerta de tuberculosis, a los 17 años. Cuatro años después vendría su primer gran aporte colectivo: la Antología del nuevo cuento chileno aparecida por editorial Zig-Zag, en 1954. Allí se lo nombra como el "futuro baluarte de nuestra literatura". Entre los integrantes del volumen están Enrique Lihn, Claudio Giaconi, Guillermo Blanco, José Donoso y Jorge Edwards. Lafourcade publicó más de 40 libros, entre novelas, cuentos, crónicas. Su mayor bestseller fue la novela Palomita blanca (1971), llevada al cine por Raúl Ruiz.

"Podía ser muy puntudo y agresivo, pero siempre tenía cosas respetables que decir. A mí me atacó muchas veces y cuando gané el Premio Cervantes, dijo que lo había obtenido por mi capacidad para pasearme por los salones europeos", comentó hoy Jorge Edwards tras enterarse de la muerte de Lafourcade.

No fue el único autor con el que polemizó. La lista y los hechos son numerosos. "Chile está lleno de tontos solemnes", repetía Lafourcade. Cuando Raúl Zurita obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 2000, trató al poeta en una columna de "patero y un genuflexo". Entonces dijo sobre Antonio Skármeta: "Le podrían dar un premio por uno de sus programas televisivos". A Alejandro Jodorowsky lo llamó "Patas de humo", y lo describió como "el mago creador de la poesofía que mantiene comunicaciones con medio mundo". Con Nicanor Parra tuvo una relación de amor y odio. Incluso Lafourcade escribió el prólogo al poemario de Parra, Poesía política (1983).

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El escritor con Parra.

El escritor Enrique Lafourcade junto a Nicanor Parra (a la izquierda).[/caption]

Sobre Volodia Teitelboim, ex jerarca del PC y Premio Nacional de Literatura 2002, dijo: "Yo creo que es un gato esencialmente bueno y manso, es un gato muy domesticado, mire que no reconocer que Stalin se portó mal durante el socialismo, tiene que estar muy domesticado, ese es el único reproche que yo le hago a Volodia", dijo poco después de su premiación.

"Es una enorme tristeza. Yo estaba cerca de él todo el rato", señaló esta mañana Rossana Pizarro, viuda del escritor, quien cuenta que espera que sus restos sean trasladados esta tarde a la Parroquia Santa María de Las Condes. El año pasado sus hijos, Octavio y Dominique, lo postularon por última vez al Premio Nacional de Literatura, que nunca le fue otorgado. En 2001, la Feria del Libro Usado premió su trayectoria.

Hace 13 años hizo su entrega creativa final: el conjunto de crónicas Los potos sagrados (2006). En 1992 le preguntaron cómo se plantea la doble militancia de escritor y personaje público. "No me lo planteo. Soy como un bulldozer, no tengo programa, hago cosas, me gusta escribir, escribo todos los días", le dijo entonces al diario El Austral.

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Un referente de la Feria del Libro de Santiago.

El escritor era un habitual participante de la Feria del Libro de Santiago.[/caption]

Rector del show

Si en los 50 la vida de Lafourcade estuvo ligada a la bohemia nacional, donde fue asiduo del bar Il Bosco, en los 60 logró realizar una carrera docente, en la U. de California como en la U. de Columbia, en EEUU. Cuando llegó a Chile se instaló con una librería en la Plaza Mulato Gil de Castro y fue el animador de las tertulias literarias. También comenzó a realizar talleres que se volvieron memorables. Es más, hizo alarde de un descubrimiento literario, cuando conoció en un taller que dirigió en el Instituto Cultural de Las Condes a Mariana Callejas, ex agente de la DINA. Igualmente asistió a sus reuniones en su casa de Lo Curro. Además participaron en sus talleres, los escritores Jaime Collyer, Gonzalo Contreras y Carlos Franz.

Columnista semanal de El Mercurio, dueño de una prosa a menudo irónica, en sus novelas también atacó a la clase política. En 1973 publicó en España la novela titulada Salvador Allende. "Se creía figura histórica y padre de la Patria", aseguró Lafourcade sobre el ex presidente, lo que lo enemistó con la izquierda.

Casi una década después, en 1984, publicó la novela El gran taimado, una sátira contra el régimen de Augusto Pinochet, que tuvo una difícil circulación: la editorial fue asaltada y los libros destruidos. Después, en democracia editó Cuando los políticos eran inteligentes (1996).

Figura habitual de la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa), en 1993 presentó su novela Mano bendita (1993), que narra los difíciles días de un ex campeón de box. El título fue finalista del Premio Planeta.

También el narrador fue crítico con el Festival de Viña del Mar y el evento benéfico de la Teletón, a comienzo de los 80, lo que le valió una reacción del mismo Mario Kreutzberger, Don Francisco. Integró el jurado del programa ¿Cuánto vale el show? en dos períodos, en los 80 y 90. Allí solía regalar "Una palomita" u otro libro a quienes respondieran sus preguntas.

En el programa compartió con el poeta Erick Pohlhammer, los periodistas Ítalo Passalacqua y Yolanda Montecinos, las figuras televisivas Marcela Osorio, Gonzalo Cáceres y Marlen Olivari. En varias temporadas la conducción estuvo a cargo de Leo Caprile.

"Era un tipo muy serio, pero le encantaba la televisión y le encantaba nadar contra la corriente. Era una especie de rector del programa y la producción le aguantaba todo", recuerda hoy Caprile. "Pero era un tipo muy agradable, con una cultura extraordinaria, divertido, conquistador y de buena mesa", agrega.

Su hija, Dominique también hoy lo recuerda: "Mi relación con mi padre fue fundamentalmente epistolar a partir de 1973. A ambos nos gustaba escribir cartas largas, personales, a veces íntimas, varias veces al mes. Tengo cientos de cartas de mi padre. Es un diario de vida en epistolar", señala.

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En sus últimos años en Coquimbo.

El narrador y columnista en sus últimos años en Coquimbo.[/caption]

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