Lo bueno, lo malo y los desafíos: el primer mes de la Convención bajo la lupa de expertos

Sesión Convención Constitucional del 27 de Julio
Agencia Uno.

Hace un mes, el 4 de julio, los y las convencionales aceptaban el cargo de redactar una nueva Constitución. Mucho ha pasado en 30 días, con declaraciones cruzadas, un complejo inicio y la instalación. Ximena Gauché (U. de Concepción), Tomás Jordán (U. Alberto Hurtado), Javiera Ascencio (Rumbo Colectivo), Sebastián Soto (U. Católica) y los investigadores que integran el Monitor Constitucional del CEP entregan su análisis.


La Convención Constitucional cumplió hoy miércoles un mes exacto de existencia. Pese al poco tiempo, mucha agua ha pasado bajo el puente: problemas en los primeros días, declaraciones cruzadas entre algunos constituyentes y votaciones que trajeron esquirlas políticas.

A pesar de eso, la mesa directiva se amplió con la integración de siete vicepresidencias y ya están funcionando ocho comisiones transitorias que serán claves para el desarrollo de la Convención.

Por eso, con estos 30 días de funcionamiento preguntamos a expertos y expertas cuál es el balance del primer mes: las cosas positivas, las negativas y también los desafíos a futuro. Aquí responden Tomás Jordán (Universidad Alberto Hurtado), Javiera Ascencio (Rumbo Colectivo), Ximena Gauché (Universidad de Concepción), Sebastián Soto (U. Católica) y los expertos que son parte del Monitor Constitucional del CEP: Pablo Fuenzalida, Eugenio García-Huidobro, Macarena Granese, Matías Henríquez y Lucas Sierra.

Lo positivo: la actual estructura de funcionamiento

Parece ser un consenso entre los consultados: en el primer mes se ha podido desarrollar una estructura provisional -hasta que se apruebe el reglamento definitivo- que le está permitiendo funcionar a la Convención.

Así lo explica Soto. “Destacaría que la Convención está en marcha. Si el día de la instalación fue Carmen Gloria Valladares la que, con su temple, se impuso a los vociferantes e impidió una caída en picada de la Convención, hoy la Convención se sustenta en su propia estructura, así acordada y negociada. Una mesa con iniciativa (algunas mejores y otras para olvidar), vicepresidencias plurales, comisiones deliberando, participación, etc. Todo ello es positivo, porque da cuenta de un cierto compromiso de asumir el desafío con sentido de urgencia”, comentó el académico de la Universidad Católica.

En la misma línea, Ascencio destaca la actual estructura de funcionamiento. “La Convención avanza. Ha adoptado acuerdos para su funcionamiento, tiene una estructura provisional en marcha que va tomando decisiones importantes, va celebrando acuerdos con los organismos, que ya cuenta con varias comisiones que tienen audiencias públicas”, comentó.

Además, la abogada de Rumbo Colectivo destaca la paridad y la representación plurinacional “como parte del sentido común de una organización de orden en la Convención. Chile hoy lidera un proceso constitucional que expresa sus identidades sociales y políticas y que reconoce su principal labor, que es escribir una nueva Constitución en democracia”.

En la misma línea se expresa Jordán. “Lo positivo es la aceptación de que es un órgano colegiado, con ciertas reglas mínimas y que a partir de eso tiene plena autonomía. Además de la pluralidad, la diversidad de visiones sociales y políticas de la Convención, desde las más tradicionales a nuevas fuerzas, es un elemento que ha empezado a funcionar”.

Por su parte, los investigadores del Monitor Constitucional del CEP señalan como uno de los puntos más destacables el trabajo de los funcionarios del Congreso Nacional que han ayudado a “dar orden a la Convención ante la ausencia de reglas de funcionamiento”.

“El riesgo inicial de una asamblea desordenada se fue reduciendo gracias a probadas prácticas parlamentarias. Su mano se nota, por ejemplo, en la fijación y control de los tiempos para intervenir, las tablas temáticas para las sesiones y el registro de las votaciones”, comentaron.

Asimismo, se ve como positivo el “avance que ha tenido la Convención en su organización interna, facilitado por las propuestas de normas provisorias desde la mesa con plazos de trabajo y la creación de comisiones temáticas provisorias. Si bien hay cierta confusión sobre el objeto y temporalidad de algunas de ellas, han podido ir canalizando las demandas presentes en la Convención Constitucional. Finalmente, más allá del debate teórico sobre el carácter constituido/constituyente de la Convención, el apoyo de otras instituciones estatales ha servido para echarla a andar. Un ejemplo es el reciente nombramiento del Comité Externo de Asignaciones”.

En tanto, para Gauché, “hay que mirar este primer mes con una mirada positiva, porque si bien al inicio fue un poco más complejo de lo que se esperaba, aquello fue por bastantes razones ajenas o por externalidades a la propia Convención Constitucional, y dentro de esa lógica ellos han sabido con la mesa, y en general con la disposición que han tenido las y los convencionales, organizar el trabajo en un mes, de manera que ya uno puede apreciar que hay una cierta dinámica de funcionamiento que es lo que se espera para el plazo tan acotado que existe”.

Lo negativo: los primeros días y declaración de los presos del estallido

Para Jordán, académico de la Universidad de Santiago, “lo más malo fueron las dos primeras semanas de instalación. Fueron semanas muy dispersas, con señales muy contradictorias, en el sentido de tratar de darle una reescritura al proceso constitucional, como si este solo partiera a partir del estallido social”.

Por su parte, Ascencio señala que lo negativo son “los intentos de sectores dentro de la Convención, principalmente de una derecha atrincherada por desacreditar el trabajo constituyente en base a argumentos muy poco plausibles y por generar provocaciones innecesarias”. Para Ascencio, una de estas “provocaciones” sería que el convencional Jorge Arancibia sea parte de la Comisión de DD.HH. de la Convención. Arancibia es excomandante de la Armada y fue edecán de Augusto Pinochet, tema que ha tensionado el ambiente de la comisión en los últimos días.

Pero, además, para Ascencio otro aspecto negativo de este primer mes fue “la ejecución presupuestaria a cargo de la Segpres, que sin duda obstaculizó el inicio del trabajo de la Convención al no disponer de los elementos mínimos que se necesitaban para sesionar en condiciones sanitarias adecuadas y -exceptuados casos superfluos- sin esperar la coordinación con la Convención para que sus representantes pudieran validarlos o rechazarlos”.

Para los expertos del CEP lo negativo han sido lo que califican como “inquietantes ciertos devaneos de la Convención con la contingencia política, pues arriesgan su desperfilamiento”.

“Un ejemplo es la Comisión de DD.HH., cuyo carácter parece más permanente que transitorio, y con tareas poco funcionales al trabajo constituyente, como generar un material artístico. También hay una cierta pérdida de foco frente a las demandas por participación ciudadana, lo que ha llevado a crear tres comisiones dedicadas el tema: Participación Popular, Participación Indígena y Descentralización. Asimismo, inquieta la escasa preocupación por crear la Secretaría Técnica, un órgano que puede ser clave para el trabajo de la Convención, en especial si se están creando secretarías técnicas especializadas en ciertas comisiones antes de contar con un órgano común y centralizado de asesoría para toda la Convención”, agregaron.

En tanto, Soto señala que en el primer mes hay “mucho que lamentar”.

La valoración de la violencia como método de acción política; la invisibilización de la izquierda socialdemócrata; la idea de una libertad de expresión que permite cancelar discursos; llamar “represión policial” a la defensa que Carabineros hizo el primer día para evitar que se repitiera en Chile lo qué pasó en el Capitolio; promover una amnistía injusta; afirmar que existirían “presos políticos mapuches” desde el 2001, y tantos otros. Nada de esto son destellos atribuibles a algún integrante extremo. Al contrario, todo muestra que esas actuaciones caracterizan a la institución ratificando que el clivaje de la Convención se encuentra en algún espacio entre el Frente Amplio y el Partido Comunista. Y eso es una mala noticia para la nueva Constitución”, agregó.

Los desafíos: manejar la contingencia y los liderazgos

Para Gauché “el gran desafío es que la Convención pueda concentrarse en los temas propios de su mandato de acuerdo a la normativa y que evidentemente las situaciones externas de la contingencia nacional, que no son pocas, y que tienen por supuesto una relación con los temas que se van a discutir, no ingresen mas de lo necesario al debate, al funcionamiento y a las dinámicas de la Convención”.

Por su parte, Soto cree que el gran desafío hacia el futuro será “dilucidar cómo se concreta el liderazgo de Elisa Loncón”.

“Los meses que vienen serán determinantes para que ella defina no solo si asumirá su rol de líder, sino también el estilo de su liderazgo. Hasta hoy su capacidad de conducción no termina por cuajar. Porque una cosa es dar la palabra y otra muy distinta es conducir una asamblea. Sus malas cuñas muestran algo complejo: un sectarismo inadecuado para quien está llamada a convocar y una convicción tenue en que el camino es la política y no la revolución. Cuando el trabajo de la Convención se empiece a complicar, Elisa Loncón deberá ponerse al frente y conducir. Hay algo de tragedia en esto, pues para hacerlo tendrá que alejarse, tal vez romper, con parte de lo que la llevó ahí”, comentó Soto.

Por su parte, para los investigadores del CEP los próximos días serán importantes para ver el trabajo de las comisiones y cómo funcionará la nueva mesa ampliada.

“La primera evaluación del trabajo de las comisiones podrá hacerse transcurrido el plazo asignado de 30 días que disponen para presentar su trabajo al pleno. Luego corresponderá a éste aprobar el (o los) reglamento(s) permanente(s), con una rigurosidad que permita salvar obstáculos e inconsistencias, pero en un tiempo que no podrá extenderse mucho. Otro desafío es el papel de los vicepresidentes adjuntos. Existen visiones contrapuestas sobre si ellos efectivamente conformarían o no la mesa directiva. Además, cabe preguntarse si la transformación de la mesa bicéfala en un órgano colegiado logrará mayor socialización de sus decisiones y un control entre pares, o si dificultará la tarea de dirigir la Convención. Respecto de la participación ciudadana, la Convención deberá buscar un equilibrio entre legitimidad y eficiencia del trabajo constituyente, atendidas sus limitaciones temporales y materiales”, comentaron.

Por último, para Jordán el desafío es “cómo la Convención en los próximos dos meses se perfila hacia la redacción del nuevo texto constitucional y con legitimidad ciudadana. El primer mes estuvo muy encerrada en sí misma y para eso es clave la existencia entre la conciliación de lo que ellos hagan y la participación ciudadana”.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.