Los hitos y polémicas de Jean-Marie Le Pen, el “Diablo de la República” y estandarte de la extrema derecha francesa
El fundador del Frente Nacional y padre de Marine Le Pen falleció después de casi una década retirado de la política, luego de que su hija optara por sacarlo e intentar, así, “desdemonizar” su partido.
Refiriéndose al Holocausto como un “detalle” de la historia, y asegurando que la ocupación alemana no había sido “particularmente inhumana”, Jean-Marie Le Pen pasó su vida entera dedicándose a provocar y enfrentarse con la justicia por sus dichos. Fundador del Frente Nacional, el partido de extrema derecha que hoy se conoce como Agrupación Nacional, el político francés habría llevado un “viaje al fin del extremo”, como recordó el diario Libération tras conocerse este martes la muerte del líder histórico de la ultraderecha en Francia, a los 96 años.
“Jean-Marie Le Pen, rodeado de su familia y amigos, fue llamado de nuevo a Dios a las 12 del martes”, indicó un comunicado de prensa. El político, de origen bretón, llevaba 10 años fuera del partido que el mismo había fundado, luego de ser expulsado por su hija Marine.
Después de su elección en 1956 como diputado, Jean-Marie se dio a conocer con sus declaraciones negacionistas y antisemitas, que le valieron el apodo de “el Diablo de la República” y decenas de condenas en la justicia, que marcaron su carrera política. Intentó ser presidente de la República en cinco ocasiones, y terminó en el balotaje contra Jacques Chirac en 2002.
Nacido en 1928 en el departamento de Morbihan, Bretaña, Jean-Marie Le Pen entró en política a los 20 años, mientras estudiaba Derecho en París. Ahí llegó a ser elegido en el centro de alumnos de su facultad. En esos tiempos repartía regularmente en las calles de la ciudad la revista del grupo Action Française, que sostenía el restablecimiento de la monarquía.
Más tarde entra al Ejército, donde ingresa al primer batallón de paracaidistas en la guerra de Indochina. Ahí conocería y haría amistad con Alain Delon. Ya en las legislativas de 1956, bajo un sindicato de comerciantes, Jean-Marie Le Pen es electo diputado, volviéndose en ese entonces uno de los parlamentarios más jóvenes de la Asamblea, con 27 años de edad.
Durante la guerra de Argelia, y sobre todo durante la batalla de Argel, Jean-Marie Le Pen parte a pelear, y sobre él pesan sospechas de haber participado activamente en la tortura de militantes independentistas. “Torturamos porque era lo que había que hacer”, indicó en el diario Combat en 1962, refiriéndose al conflicto en el norte de África.
Un orador brillante y abogado de profesión, supo canalizar la ira de los sectores derechistas nostálgicos del imperio y de los franceses que debieron huir del norte de África. El parche que lució en su ojo durante años le daba un toque combativo que reforzaba su imagen desafiante. Años después reveló que perdió su ojo al clavar una estaca de una carpa y no, como muchos creían, en una pelea.
De vuelta en Francia como parlamentario, Jean-Marie Le Pen pasaría medio siglo dando declaraciones polémicas, algunas de muy mal gusto, siendo tildado de antisemita y negacionista del Holocausto. El medio Le Point lo describe así: “Los frecuentes derrapes del cofundador del Frente Nacional son constitutivos de su ADN político. Representaban a la vez su fuerza y su carga: sin estos derrapes, a veces controlados y pensados para aumentar su notoriedad, el no habría quizás jamás llegado en 2002 a la segunda vuelta de la presidencial”.
En 1987, invitado a un matinal de la radio RTL, el entonces presidente del Frente Nacional declaró sobre las cámaras de gas: “No he estudiado particularmente la situación, pero creo que ese es un detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial”. La justicia francesa lo multó con 1,2 millones de francos (hoy 180 mil euros) por “canalización de crimen contra la humanidad”. En 1997, en medio de un viaje a Múnich, Jean-Marie Le Pen insistió y aseguró que la Shoah era apenas “un detalle”. Ya en 2015 volvería a hacer esto en televisión.
Volviendo a 1988, frente a los militantes de su partido hizo un juego de palabras contra el entonces ministro de la Función Pública, Michel Durafour, llamándolo “Monsieur Durafour crématoire” (four crématoire, horno crematorio en francés). Por injuria pública, se le condenó a pagar 10 mil francos.
En 1996, en otro evento del Frente Nacional, el político declaró creer “en la desigualdad de las razas”, lo que llevó a un debate sobre la prohibición del partido, aunque el gobierno de la época decidió no tomar medidas judiciales.
En 2002, luego de una serie de intentos presidenciales, sorpresivamente llegó a la segunda vuelta. El candidato fue derrotado con mucha ventaja por Jacques Chirac, 82% contra 17% de los votos, luego de una serie de manifestaciones diarias contra el Frente Nacional. En 2011, finalmente, Jean-Marie cede el liderazgo de su partido, que pasaría a su hija, Marine Le Pen.
De ahí en adelante la nueva líder intentará “desdemonizar”, dar un aura de respetabilidad, al partido de extrema derecha. Para eso busca evitar y distanciarse de cualquier declaración antisemita por parte de su padre, y ya en 2015, luego de que este insistiera en televisión abierta sobre que el Holocausto había sido un “detalle” de la Segunda Guerra, Marine expulsó a su padre de la formación. Tres años después la marca cambia y Marine Le Pen rebautiza el partido como “Agrupación Nacional”.
Frente a la estrategia de desdemonización, Jean-Marie se mostró inconforme hasta el final. Un perfil de Le Monde comenta al respecto: “Él pensaba de otra manera: el FN se alimenta de provocaciones. Nunca buscó el poder. Además, no quería ejercerlo. Muchos testigos cuentan cómo tuvo miedo el 21 de abril de 2002, la tarde de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, cuando se encontraba potencialmente a las puertas del poder. Para él, estos arrebatos provocadores eran una forma de existir políticamente, de no ser olvidado. Aunque eso signifique herir o insultar a la Historia”.
El quiebre político con su hija también fue, durante un largo tiempo, un quiebre familiar. En 2015 Jean-Marie Le Pen fue suspendido de sus funciones, su foto eliminada del sitio web del partido que cofundó en 1972. Los dos Le Pen ya no volverían a hablarse a partir de entonces. Marine Le Pen cree que su padre “quiere dañar el Frente Nacional”. Le Pen padre llega incluso a repudiar a su hija, diciendo que está “avergonzado de que ella lleve su apellido”.
El asunto político-familiar llega a los tribunales, una costumbre entre los Le Pen, y la ruptura política será irreversible. En 2017 Marine Le Pen declara a Le Parisien: “No tengo relaciones con él. Él condiciona alguna vuelta de las relaciones familiares con una vuelta de las relaciones políticas. Y le dije claramente que no iba a volver a hacer política con él. No habrá, entonces, relación padre-hija, cosa que lamento”.
En los últimos años volvieron a hablar, a medida que Jean-Marie Le Pen envejecía y su vuelta a la vida política se alejaba cada vez más. Marine Le Pen se enteró de la noticia de la muerte de su padre durante el viaje de regreso desde el archipiélago francés de Mayotte -donde estaba de visita desde hacía unos días para inspeccionar los daños causados por el ciclón Chido- durante una escala en Kenia, cuando prendió su teléfono y leyó la noticia en internet. Según BFM TV, cuando se enteró de la noticia, Marine se aisló del resto del equipo que viajaba en el avión y se desplazó a algunos asientos de la parte delantera de la aeronave para hablar por teléfono con su familia.
La muerte del histórico líder de la extrema derecha francesa llega en un momento crucial para su hija. Ahora enfrenta una posible pena de prisión y una prohibición de postularse para cargos políticos si es condenada en un juicio por malversación.
Según la revista Le Grand Continent, el 28 de septiembre de 2024, poco más de tres meses antes de su muerte, Jean-Marie Le Pen fue filmado en compañía de miembros de Blood and Honour, una red europea de promoción de la música neonazi. “Vestido con un cuello de tortuga rojo, el anciano, alegre, entona una canción lasciva antes de escuchar una oda a su gloria compuesta por algunos de los cabezas rapadas”, señala el medio.
En una columna para esta misma publicación, el historiador Baptiste Roger-Lacan define a Jean-Marie Le Pen como “la sombra de la República”. “Con él muere el último diputado de la Cuarta República. Pero, sobre todo, muere un antimonumento de la Quinta República. Un antimonumento, porque su longevidad le otorga un lugar especial en la historia de un régimen en el que siempre se definió por sus rechazos y su odio”, apunta.
Y agrega: “Rechazo del general De Gaulle, al que consideraba un traidor a todos los ideales que decía defender. Rechazo de toda idea de progreso democrático o social. Rechazo del liberalismo político, al que prefería un populismo carismático que le hubiera convertido en la única voz de la nación. Odio a los extranjeros, a los judíos, a las élites, a la izquierda, siempre reducida al espectro del comunismo, pero también de la integración europea. Estos rechazos y odios dieron lugar a una nostalgia militante del imperio colonial, cuyo final nunca aceptó; de Vichy, que nunca dejó de rehabilitar, al tiempo que no dejaba de rodearse de hombres que habían dedicado su vida a ese régimen y a su memoria; y, por último, de una Francia con un pasado idealizado, blanca, católica y patriarcal”.
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