Ministra Consuelo Valdés tras el premio a Chihuailaf: “Sigo confiando en la capacidad dialogante de la cultura mapuche”

Consuelo Valdés
La ministra de las Culturas Consuelo Valdés, cuando informó a Elicura Chihuailaf que era el ganador del Premio Nacional de Literatura 2020. Foto: Mario Ruiz / Mincap.

La ministra de las Culturas descarta que el Nacional de Literatura, otorgado el martes a Elicura Chihuailaf sea un premio político. "Este premio es literario y llega en un momento muy oportuno de poner en valor la afectividad poética de la cultura mapuche", asegura. A su juicio, el camino para el llamado conflicto mapuche es "diálogo, más diálogo, más diálogo. Los mapuches son una comunidad de personas pacíficas y que tienen una enorme capacidad en la conversación".


El Premio Nacional de Literatura que recibió Elicura Chihuailaf el martes pasado fue un reconocimiento a “su vasta trayectoria y por su capacidad de instalar la tradición oral de su pueblo en una escritura poderosa, que trasciende la cultura mapuche”. El jurado destacó su contribución, a través de la poesía, al lograr con éxito “amplificarla voz de sus ancestros, desde la contemporaneidad”.

Es la primera vez que el máximo reconocimiento del Estado a la creación literaria es entregado a un escritor mapuche. Y, por lo mismo, se instaló en la opinión pública una lectura política: el premio se otorga en uno de los momentos más álgidos del llamado “conflicto mapuche”.

La poeta Elvira Hernández, quien también postulaba al galardón, fue directa: “Este es un premio político, donde la escritura obviamente tiene un peso en las decisiones. En ese contexto celebro que lo haya obtenido Elicura Chihuailaf. Sin embargo, creo que el problema que tiene el Estado chileno con el pueblo mapuche permanece intacto. Me refiero a que un premio de poesía puede llegar a ser un gesto, pero no soluciona el problema de fondo en nada”. También fue enfático el poeta mapuche huilliche Jaime Huenún en entrevista con La Tercera; el premio, dijo “me parece contingente y necesario, sobre todo considerando el momento terrible que padecen las comunidades mapuche del sur. Creo que este galardón otorgado por el Estado de Chile, corona de manera justa la obra de Chihuailaf, y valida aún más su palabra pública en defensa del pueblo mapuche movilizado”.

La ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Consuelo Valdés, fue una de los siete integrantes del jurado, y es igual de enfática.

¿Incidió en la deliberación la situación actual que se vive en La Araucanía? ¿Es un premio político?

No. Es un premio literario, cultural, un reconocimiento de toda la trayectoria de Elicura Chihuailaf. Lo más importante para reconocer el valor que tiene es leer su obra. Ver toda su trayectoria, toda su producción literaria. Elicura ha colocado la cultura mapuche en el mundo a través de las traducciones, y su obra ha inspirado a grandes artistas en otras áreas artísticas. Hay que conocer su curriculum y su producción creativa y ahí se va a aquilatar el peso y los méritos que tiene para este reconocimiento.

¿Qué destaca de que el Premio Nacional de Literatura reconozca la voz de Elicura Chihuailaf?

Esencialmente contribuye a acercarnos al conocimiento y el respeto de la cultura mapuche, y que este conocimiento nos lleve a valorarla y respetarla más; a no mantenernos al margen de la cultura mapuche. Este premio llega en un momento muy oportuno de poner en valor la fertilidad poética de la cultura mapuche, y le da pulso otras generaciones de poetas mapuches, porque hay mucho talento que hoy está invisible, y este reconocimiento de Elicura va a ayudar a contribuir a que emerjan otras voces. Es necesario revelar la afectividad poética en la cultura mapuche, en su cosmovisión, sus códigos de relaciones sociales, la naturaleza.

¿Qué la conmueve a usted del trabajo de Elicura Chihuailaf?

Su poesía me llega a imaginar y sentir la ternura de la naturaleza. Me ocurre eso con él. Gabriela Mistral decía que la poesía es un sedimento de la infancia sumergida, y en la persona de Elicura justamente emerge eso, la oralidad; él es un contenedor de la cosmovisión y de la importancia que se la da a la naturaleza, a la tierra madre. Al leer su poesía se logra una apertura intelectual y emocional muy amplia.

La ministra, arqueóloga y con posgrados en antropología y producción audiovisual, tiene un largo vínculo en terreno con la cultura mapuche. Fue directora, a inicios de los años 80, del Museo Regional de La Araucanía, en una gestión bastante innovadora: ella fue la primera que usó un formato bilingüe en toda la exposición, incorporando así el mapuzungun. Además, retiró, por iniciativa propia, todos los restos bioantropológicos que estaban exhibidos hasta entonces. “Me parecía que era una falta de respeto. Afortunadamente, hoy día hay convenciones al respecto”, comenta.

“En todos los trabajos arqueológicos siempre me dirigía primero al lonko a explicarle lo que íbamos a hacer, no iba a imponerle la Ley de Monumentos Nacionales, sino que conversaba con el lonko y la comunidad. Tengo la mejor impresión: los mapuches son una comunidad acogedora, pacífica y trabajadora, con mucho apego a su cultura y profundamente espirituales. Cuando oigo hablar a Elicura, parece que estoy escuchando a muchas personas que conocí”, recuerda Valdés.

Al ser la primera vez que un poeta mapuche recibe el Premio Nacional de Literatura, ¿siente que esto marca un precedente, que representa el reconocimiento de que la cultura mapuche es parte de Chile?

Completamente. Es un reconocimiento a que la cultura y la creación literaria mapuche son parte de nuestra identidad, parte de Chile, parte de nuestro patrimonio. Y es una tremenda contribución al universo cultural de nuestro país, entonces es darle un estatus literario a su creación y también a la lengua. Este premio visibiliza, trasciende, queda en la historia, se incorpora en los textos escolares, que las generaciones vayan leyendo y conociendo y reconociendo esto. Porque es muy difícil, por no decir imposible, apreciar lo que no se conoce. Esto marca un momento bien importante. Chile es un país multicultural.

Habiendo trabajado usted con las comunidades mapuches, conociendo también las investigaciones de especialistas como José Bengoa y del Premio Nacional de Historia Jorge Pinto, sobre el llamado conflicto mapuche, ¿cómo cree que hay que avanzar para buscar una solución?

Diálogo, más diálogo, más diálogo. Ese es el único camino. Es un tema de carácter histórico, de Estado. Pero yo sigo confiando en la capacidad dialogante, por de pronto, de la cultura mapuche. Los mapuches son una comunidad de personas pacíficas y que tienen una enorme capacidad en la conversación. Diálogo, diálogo, diálogo. Recuerdo un poema de Robinson Saavedra, autor ya fallecido, de La Araucanía. Él Dice: “Primero hay que ir hacia los demás y empaparse completamente de ellos hasta que uno mismo se haga prójimo”. Eso es lo que tenemos que hacer, sentarnos a dialogar, empaparnos unos de otros, hasta hacernos próximos. Y hacer este viaje de ida y vuelta hacia el prójimo, que tiene que ser desde todo punto de vista reparador, enriquecedor, y respetuoso. Eso es. Cuando uno lee los parlamentos, hay capacidad de diálogo y de entendimiento. Es complejo, sin duda, pero hay que apostar a esa capacidad. El mismo Elicura, cuando lo llamamos dijo que esta era una oportunidad para abrir una puerta o al menos una ventana. Agregaría que también se abre un puente, y que hay que cuidar los puentes, porque si los destruimos desparecen las posibilidades de encontrarnos y de entendernos. De hacernos prójimos”.

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