“Parece pelota de playa, de plástico”: los futbolistas alzan la voz contra el nuevo balón del Campeonato Nacional
El Molten FA 5000 será el implemento oficial de la temporada que comenzará este fin de semana. La elección molesta a los jugadores, que intentan acostumbrarse a sus impredecibles trayectorias. Los clubes reclaman por el precio y el escaso stock que han recibido para las prácticas.
A comienzos de enero, la ANFP anunció el balón con el que se disputarían todas las competencias del fútbol nacional. La primera de ellas fue la Supercopa, que Colo Colo le ganó a Universidad Católica. Albos y cruzados pudieron probar antes que todos el nuevo implemento, que si bien conserva las características generales, en la práctica representa varias diferencias respecto del que se usaba anteriormente, de la marca Adidas, el sponsor oficial de la Selección.
El Molten F5A5000 Vantaggio, de hecho, empieza a sumar detractores entre los jugadores de la Primera División. Es el mismo que se ocupa en los torneos de la Confederación Asiática de Fútbol. La marca japonesa también elabora las pelotas que se utilizan en la Europa League. La que se utilizará en el torneo chileno está construida en base a 32 paneles cubiertos construidos a partir de poliuretano y ensamblados con tecnología ACENTEC, vale decir, sin costuras. Su ficha técnica consigna que la circunferencia puede fluctuar entre los 68 y los 70 centímetros y que el peso varía entre los 410 y los 450 gramos. Es decir, cumple con los parámetros para ser considerado un balón oficial según la FIFA.
Los jugadores sufren
En la práctica, sin embargo, el balón les ha generado varios dolores de cabeza a quienes los utilizan: los futbolistas. “Cuando va en el aire, parece pelota de playa, de plástico. Es muy liviana. Cuesta darle dirección. Uno le pega y sale a cualquier parte”, confidencia a El Deportivo un jugador del plantel albo, que, pese a la ventaja temporal que representó haberla empezado a ocupar con antelación respecto de sus rivales, no se siente seguro de que esa situación se traduzca en reales beneficios, sobre todo en los primeros partidos.
Sus colegas coinciden. “No sé si tenga quejas, pero sí es diferente. Es mucho más liviano. Es más rápido que el de antes. Y viborea”, explica, a modo de ejemplo, Ignacio González, arquero de Antofagasta, quien anticipa que sus colegas porteros serán quienes más sufrirán con el cambio de balón y con las extrañas e impredecibles trayectorias que describe. El verbo ‘viborear’ se emplea habitualmente en el fútbol para describir los movimientos extraños de los balones en el aire.
A su turno, Misael Dávila, mediocampista de Palestino, tiende más a resignarse. “Es complicado, pero en los últimos años han salido varios que son distintos a los de antes. Es lo que hay y hay que acostumbrarse. Es más liviano y se mueve más en el aire. Cuesta un poco más controlarlo. Los arqueros lo van a pasar mal”, dice. “Es muy distinto al anterior, sobre todo cuando va en el aire. Parece pelota de playa”, sostiene, para graficar las sensaciones que ha experimentado cada vez que ha podido trabajar con el implemento.
Alto valor y entrega tardía
Las características del balón no concitan las únicas quejas. Las otras consideraciones tienen que ver con su lenta distribución entre los distintos planteles. “Hace dos semanas estamos trabajando con él, aunque tampoco llegaron en gran cantidad. Hemos tenido problemas con eso”, reconoce Dávila. En otros equipos , derechamente se quejan porque no les han llegado unidades, lo que claramente influye en la preparación. De hecho, en la mayoría de los clubes nacionales han tenido que preparar el inicio de la próxima temporada con los pocos balones nuevos que han recibido y los que les quedaron de la campaña anterior, de otra marca y, por ende, de características distintas.
El problema es mucho más evidente en las escuadras de las zonas más extremas del país, que son las que menos unidades han recibido. Algunas instituciones han intentado adquirirlos directamente a través de la empresa que los distribuye, pero se han encontrado siempre con la misma respuesta: la falta de stock para satisfacer los pedidos.
El otro factor que inquieta a los clubes es el alto costo. Si bien el cobro que realiza la ANFP por cada balón es menor al que aparece como precio comercial ($ 80.000 contra los casi $ 130 mil en los que puede hallarse en cualquier tienda del rubro), en las distintas instituciones se quejan de que se trata de una pelota cara. En cada encuentro se les entregan cinco y el costo es deducido de los ingresos que se reparten por los derechos de televisión.
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