Riesgo vital: retrasos en la atención de cánceres graves se ha duplicado por la pandemia

Las 17 patologías oncológicas incluidas en el GES tienen plazos máximos de atención, pero la demora en tratamientos y cirugías ahora supera los dos meses, promediando 73,7 días. Expertos advierten que es necesario mejorar la pesquisa para detectar estas enfermedades en su fase inicial.


Hasta fines de junio pasado, 6.110 pacientes de las 17 patologías oncológicas cubiertas por el Auge/GES habían visto retrasado el inicio de su tratamiento o una intervención quirúrgica necesaria para combatir la enfermedad.

Las cifras, que reflejan los efectos de la paralización de la actividad médica no Covid-19 durante 2020, corresponden a la última actualización reportada este mes por el Ministerio de Salud al Parlamento, tanto de la lista de espera no GES como del cumplimiento de las garantías de acceso y oportunidad en las 85 enfermedades que sí están aseguradas por el sistema público.

La comparación es que si hasta antes de la pandemia se registraban 5.002 pacientes con cáncer a la espera de terapias, esa lista creció un 22%, aunque este aumento sería aún mayor.

Los oncólogos y expertos en salud afirman que si bien durante el verano y en las últimas semanas ha existido cierta reactivación en las consultas médicas y exámenes diagnósticos, existe un evidente subdiagnóstico del cáncer. Un aspecto que los centros de salud notan, tanto en la red pública como en la privada.

Carolina Asenjo, directora médica de Clínica Dávila, advierte que, particularmente, “en el caso del cáncer de mama vimos una preocupante baja (del diagnóstico) de casi el 50% entre 2019 y 2020. Es decir, si en 2019 se diagnosticaron 650 personas, el 2020 fueron 400. Esto creemos que se debe a una disminución de la asistencia a consultas médicas, pero no a una disminución real de la cantidad de personas con cáncer”.

Días de retraso en la atención

Las 85 enfermedades del GES tienen un plazo máximo, por ley, para ser resueltas en la red asistencial. Esto, debido a su complejidad y sobre la base fundada de que el retraso en cualquiera de los niveles de atención -diagnóstico, tratamiento y control- pueden cambiar radicalmente el pronóstico y la sobrevida de un paciente.

Las patologías oncológicas, de hecho, son parte de los “problemas de salud críticos”, según la calificación que le ha otorgado Salud, en las cuales una atención tardía implica riesgo vital, de agravamiento o daño irreparable para el paciente.

Pero tal como se proyectaba, la pandemia hizo crecer los plazos: si antes de la crisis sanitaria ya existía un retraso promedio de 39,7 días para el acceso a tratamiento o cirugías por cáncer, hoy el promedio se cifra en 73,7 días, casi duplicándose con respecto a marzo de 2020 (ver infografía).

Retrasos en la atención oncológica

Una de las enfermedades que aumentaron significativamente el retraso en la atención es el cáncer de tiroides. En marzo de 2020 eran 113 los pacientes que no habían recibido su tratamiento y hoy son 195 quienes están en esa condición. En este caso lo más complejo no es solo la cantidad de pacientes, sino la envergadura del aumento, que aumentó casi seis veces: se pasó de 27,9 días a una demora promedio de 161,7 días.

Otros casos donde el tiempo aumenta de forma radical es en el cáncer colorrectal. El retraso pasó de 39 días a 108,6, similar a lo que sucede con el cáncer gástrico, donde la espera aumentó en casi tres veces, de 36,2 a 105,5 días.

“Los plazos máximos de atención definidos por el GES, sobre todo para las patologías oncológicas, están fijados con criterios técnicos para que no empeore el diagnóstico de la enfermedad. Es decir, para que esos días de espera no sean la causa de mayor gravedad en la patología. Si ya teníamos 39,7 días de espera promedio, ese ya era un número bastante anómalo. Y con 73,7 días, que es prácticamente el doble, pone en una situación de riesgo a las personas”, explica el director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello, Héctor Sánchez.

¿Las consecuencias? “El tratamiento va a empezar de forma más tardía, con ello aumenta la gravedad de base y la probabilidad de morir por la enfermedad. Hace pocos días, The Lancet Oncology reveló en un estudio -que contó con investigadores chilenos- que se proyecta para el país, que de aquí a 2030, habrán 7 mil muertes por diagnósticos tardíos”, señala el académico.

Asimismo, y sobre los efectos en el sistema de salud, el experto aborda que cuando un paciente inicia un tratamiento tardíamente, “aumentan los costo porque los tratamientos que se le apliquen van a ser mas complejos, más invasivos y más largos”.

Por otro lado, el diagnóstico oncológico que registra la mayor cantidad de pacientes con su garantía de oportunidad incumplida es el de mama. Allí Salud consigna que existen 1.340 pacientes a la espera de tratamiento tras el vencimiento de la garantía de oportunidad GES. Sin embargo, se estima que podrían ser más. De hecho, según un análisis realizado por la Asociación de Clínicas de Chile, durante 2020 se detectó una disminución de más del 50% de los exámenes oncológicos.

“Durante los momentos más álgidos de la pandemia nuestra asociación estimó una disminución de más de un 50% en la detección de cánceres. En este sentido, lo que resulta vital es la realización de los exámenes de diagnóstico oncológico de forma oportuna. Durante el año 2020, en el peak de la pandemia, detectamos disminuciones en los exámenes de mamografía y Papanicolaou de hasta un 69% y 65%, respectivamente”, señalan desde la entidad.

Y si bien este año ha mostrado visos de reactivación de la actividad médica no Covid-19, ha sido un año fluctuante: en los meses de abril, hasta junio, gran parte del país aún continuaba con restricciones de movimiento. En el balance, el sistema de salud ha estado paralizado cerca de un año y medio.

“Estimamos que en el último año y medio, 95 mil mamografías y 110 mil Papanicolaou han quedado rezagados. Es decir, no fueron realizados en comparación a un periodo de normal actividad. Por esta razón, los prestadores privados hemos hecho llamados enfáticos y reiterados a nuestros pacientes a retomar sus consultas y exámenes, de forma de contar con diagnósticos oportunos, para que las patologías tengan un mejor pronóstico y tratamiento”, enfatizan.

Exámenes de diagnóstico

Desde la Clínica Dávila, la doctora Asenjo añade que “en los exámenes de diagnóstico (de cáncer) se registró una baja. En 2019 se realizaron más de nueve mil mamografías, las que disminuyeron a 5.700 el año siguiente. Lo mismo ocurrió en casos como endoscopía o colonoscopía”. Ahora, con la reactivación del sistema sanitario, la facultativa asegura que en cuanto a diagnósticos y tratamientos de la enfermedad, el primer trimestre de 2021 se acerca a las cifras de actividad médica registradas el año 2019.

“El centro integral del cáncer de nuestra clínica es una unidad que se creó antes de la pandemia, precisamente para priorizar y dar una atención multidisciplinaria a este tipo de pacientes. Las instalaciones nos permiten generar flujos diferenciados y agenda preferente, ya sea para las terapias ambulatorias como hospitalarias, facilitando el tratamiento temprano de esta enfermedad”, explica la directora médica.

En Clínica Alemana, Claudio Salas, médico oncólogo, explica que “el año pasado los controles preventivos cayeron en aproximadamente un 60%. Más puntualmente, durante el primer semestre del 2020 los Papanicolaou bajaron un 62%, las mamografías un 60% y el examen de antígenos prostáticos un 56%”.

Salas describe que con el retorno a la actividad médica sin la presión del colapso sanitario existe “una alta demanda” por controles y tratamientos.

Mientras que el médico jefe de la unidad de oncología de Clínica Indisa, Jorge Gallardo, señala que el mayor problema ahora está en la postergación de los exámenes de rutina. “Tenemos mujeres sin ningún síntoma que se hacen mamografía de forma regular. Ese tipo de evaluaciones electivas, de screening, decayeron mucho y son justamente ese tipo de exámenes los que nos permiten detectar cáncer incipiente, sobre todo los ‘silenciosos’ o sin síntomas evidentes. Fue un fenómeno de orden mixto: durante 2020 las pacientes tenían miedo de ir a un recinto de salud y, a su vez, los recintos ofrecían menos prestaciones por la pandemia”, detalla.

Gallardo explica que muchas veces los cánceres de mama, del sistema digestivo y de próstata -que son los que más están llegando a las consultas actualmente- presentan síntomas inespecíficos para el paciente que, en contexto de pandemia y cuarentenas, pueden haber sido pasados por alto al poner en la balanza el riesgo de asistir a un recinto médico y la posibilidad de contagiarse con el virus. “Todos los síntomas que uno puede detectar a través del examen físico pueden haber pasado inadvertidos en una consulta de telemedicina”, alerta.

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