Stanley Nelson: “Hollywood ha sido una de las instituciones más racistas de Estados Unidos”
Ganador de tres premios Emmy, Nelson es uno de los más destacados documentalistas afroamericanos de los últimos años. Sus películas van desde The Black Panthers: Vanguard of the Revolution a Miles Davis: Birth of the Cool, estrenada en Sundance y disponible ahora en Netflix. Acá se refiere a las recientes manifestaciones por el asesinato de George Floyd y al racismo en las películas El Nacimiento de una Nación (1915) y Lo Que El Viento Se Llevó (1939)
Stanley Nelson, documentalista afroamericano de 69 años con 25 películas en el cuerpo, prefiere no salir a la calle por esta vez. Vive en Nueva York, pero ha optado por observar las manifestaciones por el asesinato de George Floyd desde lejos, sin mancharse las manos con la urgente realidad de su país. Hay una razón de fondo: Nelson está en edad de riesgo y el Covid-19 está en edad de gloria. A estas alturas del partido, más vale pensarlo dos veces antes de tomar una cámara y disectar la realidad en vivo y en directo.
Ganador de tres premios Emmy (dos por Freedom riders, del 2010, y uno por The murder of Emmett Till, del 2003) y galardonado con la Medalla de Humanidades por el presidente Barack Obama en el 2013, el cineasta nacido y criado en la Gran Manzana neoyorquina es una de las voces más activas de la no ficción entre la comunidad afroamericana. Básicamente ha dedicado toda su vida a este oficio y a través de su productora Firelight Media construyó una sólida filmografía que conjuga investigación, registro y testimonio.
Su más reciente película es el documental Miles Davis: Birth of the cool, un largo trabajo rebosante de detalles y prolíficos archivos sobre la vida de Miles Davis (1926-1991), probablemente el mayor jazzista de todos los tiempos. La cinta fue estrenada en el Festival de Sundance 2019 con buenas críticas y actualmente está disponible en Netflix.
Contactado por La Tercera PM, Nelson prefiere partir hablando de la tensión que hoy corta el aire en Estados Unidos. Luego pasará a su viejo y admirado Miles.
¿Qué opinión le merecen las manifestaciones en Estados Unidos?
En términos generales me parece bien que la gente salga a la calle y exprese lo que siente. Es también una manera de politizarse y tomar una opción al respecto. Es una forma de entender que a través de la protesta se pueden producir cambios importantes y eso es algo de lo que nadie se olvida en toda su vida. Incluso, si es que el cambio no se produce ahora, se ha logrado una movilización que ha trascendido las fronteras de Estados Unidos.
¿Cree que estas protestas pueden cambiar el destino de las elecciones de noviembre?
Es lo que yo y muchos esperamos. No sólo se trata de Donald Trump, sino que de muchos congresistas que a mi juicio han actuado en forma impropia. Muchos en mi país han visto como nuestro gobierno se ha comportado de manera irresponsable y vergonzosa, pero también muy peligrosa. Pero incluso lo de las elecciones es menos importante que demostrar ante sus electores lo errado que está este tipo (Donald Trump). Eventualmente cambiar el resultado de las elecciones será un subproducto de estas manifestaciones.
¿Por qué es importante que la comunidad afroamericana se deje escuchar?
La comunidad afroamericana esta harta de la brutalidad policial. Hemos aguantado demasiado durante siglos. Hay que dejar en claro que no se trata sólo de un asesinato. No es sólo la muerte de George Floyd. Todos los afroamericanos hemos alguna vez sido violentados por la policía. Por lo demás, me parece que no sólo la policía de Estados Unidos se ha excedido en esta oportunidad: sólo es cuestión de ver cómo se han portado las fuerzas de la ley en las protestas que desató la muerte de George Floyd en Londres, París o Brasil.
¿Qué opina de la cobertura de los medios tradicionales a las protestas en Estados Unidos?
Creo que lo han hecho lo mejor que pueden. Hay muchas cosas que han estado sucediendo simultáneamente en muchas partes del país y la prensa televisiva se ha mantenido informando al respecto las 24 horas del día. Un documental hace una pausa y logra reflexionar, poniendo las cosas en contexto. Eso no es lo que hace la televisión diaria y no se le puede pedir tampoco: han tenido las cosas difíciles aquí en Nueva York, que es dónde yo soy, cubriendo los eventos en el Bronx, en Brooklyn o en Manhattan.
¿Saldrán buenos documentales de esto?
No tengo la menor duda. No sólo hay documentalistas allá afuera registrando lo que está pasando, sino que cada persona con su propio teléfono tiene la posibilidad de aportar con su filmación casera.
¿Usted ha estado filmando las demostraciones?
No, la verdad es que no. A mi edad estoy entre la población de riesgo y es probable que no me recupere si es que me llego a enfermar de coronavirus. Pero estoy seguro que los jóvenes lo hacen.
¿Le parece sintomático que los manifestantes no hayan sido sólo afroamericanos?
Siempre es positivo que las manifestaciones sean transversales y que estén todos: negros, latinos, blancos, asiáticos, nativo americanos. Pero lo más importante es ir más allá de este mero momento. Es muy fácil señalar la muerte de Floyd y decir que eso estuvo mal. Lo que es difícil es dar otro paso. Se trata de hacer un cambio sistémico. Es lo mismo que sucedió con el fin de la esclavitud: los abolicionistas se contentaron con terminar un sistema que había sido señalado con razón como injusto y opresor, pero no se hizo nada más al respecto. No se dio un solo paso en el camino a la equidad da la población negra en Estados Unidos. No basta con censurar la brutalidad policial y decir: “Oh, eso está mal”. Lo que debemos hacer es avanzar hacia la igualdad de los afroamericanos en este país.
¿Cómo ubica el actuar de la policía en este contexto?
La brutalidad policial no es la única consecuencia de la inequidad hacia los afroamericanos en Estados Unidos. Hay desigualdad en el trabajo, la salud o la educación. Por eso digo que las manifestaciones no sólo deben apuntar al asesinato de George Floyd, sino que a un cambio global.
¿Ha cambiado Estados Unidos desde la lucha por los derechos civiles en los años 60 hasta hoy?
Si, ha cambiado. Pero lo repito: de lo que se trata es de ir más allá de las manifestaciones puntuales por una muerte. El privilegio blanco ha existido siempre en este país y es muy difícil que ellos (la población blanca) den su brazo a torcer. En este sentido hay que recalcar que una de las cosas importantes que dijo Martin Luther King poco antes de su muerte fue que a pesar de que en los estados del sur los blancos apoyaban mayoritariamente el fin del odio y la violencia, no estaban dispuestos a renunciar a sus prerrogativas de privilegiados.
¿En ese sentido, elegir a Donald Trump tras el primer gobierno de un presidente afroamericano era más o menos esperable?
Si, totalmente. Había mucha gente temerosa de que el país fuera cada vez menos blanco y mucho más negro y café. Finalmente eligieron a este tipo, cuya única “calificación” aparentemente era ser blanco y, bueno, ahí tienen lo que tienen.
¿Por qué se interesó en hacer el documental Miles Davis: Birth of the Cool?
Miles Davis es una figura que siempre me ha fascinado. Es uno de los grandes genios de la música del siglo XX y tener la posibilidad de hacer una película sobre él fue un privilegio.
¿Por qué cree que a diferencia de contemporáneos como Charlie Parker, Chet Baker o Bill Evans, Miles Davis logró permanecer creativo su vida a pesar de ser adicto a la heroína, entre otras drogas?
En primer lugar, pienso que la creatividad era algo natural en Miles Davis. No es que le costara estar tocando diferentes temas o buscando nuevos caminos. Por el contrario: era parte de su naturaleza y siempre iba en distintas direcciones musicales. Con respecto a las drogas: ¿Quién sabe? Por un lado, Miles tal vez se podría haber muerto a inicios de los 60 y sólo conoceríamos lo que hizo hasta esa época. Pero, por otro lado, si no hubiera sido adicto quizás estaría aún con nosotros, con 94 años. Por algo murió a los 66 años, en 1991: las drogas de todas maneras dañaron su cuerpo. A su vez, creo que existe una concepción errada sobre los efectos de las drogas en los artistas. No necesariamente detienen la creatividad y un caso evidente es Charlie Parker, quien fue adicto toda su vida y permaneció creativo en forma admirable.
¿De qué manera el episodio de la golpiza que Miles Davis recibió de parte de la policía en 1959 ayudó a definir su carácter?
Creo que definitivamente tuvo un efecto en su forma de ver las cosas. Como todos nosotros, Miles Davis se enfrentó una y otra vez al racismo en Estados Unidos. Creo que ese hecho en particular, que sucedió una semana después de lanzar su disco Kind of blue, aún el álbum de jazz más vendido de todos los tiempos, tuvo un profundo impacto en su vida. Sólo había salido a fumar un cigarro afuera del club Birdland, donde tocaba regularmente, y recibió esa paliza de los policías. Aquello tuvo efectos directos en su forma de ver las cosas y en su carácter. En cualquier caso es el mismo tipo de injusticias que la gente negra ha enfrentado diariamente en mi país.
¿Está trabajando en alguna nueva película?
Sí. Acabo de finalizar un largometraje documental sobre la plaga del crack (la versión más adictiva de la cocaína), que en los años 80 comenzó a atacar a todo este país. De cierta forma, todo esto tiene que ver con lo que pasa ahora con la policía en Estadios Unidos. Hay que recordar que en ese momento se estableció la llamada “guerra contra las drogas” (“war on drugs”), que en la práctica significó que se destinara mucho dinero a todos los departamentos de policía del país, provocando la militarización de ésta. Eso se refleja en estos tipos armados hasta los dientes que vemos en las protestas actuales, con grandes vehículos de represión, como sacados de una película de Star Wars.
¿Qué le parece la decisión del servicio de streaming HBO Max, que decidió retirar Lo que el viento se llevó de su catálogo?
Siempre será una buena decisión reconsiderar las películas de Hollywood, particularmente si tienen que ver con el sur esclavista. Lo de Lo que el viento se llevó es, a mi juicio, una pequeña decisión. Lo necesario es hacerse parte de las grandes decisiones, que tienen que ver con volver a analizar este tipo de obras y constatar que Hollywood ha sido históricamente una de las instituciones más racistas de Estados Unidos. Ejemplos hay muchos, empezando por El nacimiento de una nación (1915), de David Wark Griffith, que es considerada una de las grandes películas de la historia y es abiertamente racista, con una celebración flagrante del Ku Klux Klan. Luego vinieron todas aquellas películas de los años 20, 30 y 40 en las que nunca se puede ver a un ciudadano negro, ni siquiera como extra o en el fondo del cuadro. Cuando veíamos esas películas nos quejábamos porque sabíamos lo que venía: solía ser una criada o cualquier insulto representado en un personaje estúpido, un subordinado o alguien muy ignorante. Ese era el Hollywood tradicional. Es decir, era una industria que nos mostraba un Estados Unidos que nunca existió: o no habían afroamericanos o los que existían eran siempre idiotas. Es la misma industria que tampoco incluyó minorías: ningún asiático, ningún latino, ningún gay. Ese Hollywood perpetuó en cierta manera un ideal conservador de un país que no existe y que es al que quieren volver tipos como Donald Trump.
¿Qué opina de que la película, tal como señaló HBO Max, vaya a volver con una explicación previa sobre la época y contexto en que se estrenó?
Está bien. Pero el problema es que si alguien comienza a ver Lo que el viento se llevó después del cartel que usted menciona no se entera de esa advertencia o consejo. En fin, la película ya está hecha. Mi tarea es otra. Mi tarea es mostrar cómo se ha mostrado o no se ha mostrado a la población afroamericana en el cine. Es por eso que durante muchos años he estado tratando de hacer un largometraje al respecto, que también se refiere a cómo se ha abordado la sexualidad negra en Hollywood.
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