Svetlana Alexievich: “Lo que pasó con Chernóbil es lo que pasa hoy en Bielorrusia”
La periodista y Premio Nobel critica al presidente Alexandr Lukashenko por minimizar la pandemia y ocultar información. Pese a contar más de 21 mil contagios y 120 muertos, el gobernante es contrario a las cuarentenas. "Estamos ante un sistema autoritario y una sociedad durmiente y atrofiada", dice la autora del libro en el que se basó la serie de HBO.
Las cifras de contagios superan los 21 mil casos y se cuentan más de 120 personas muertas. Pero el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, es contrario a las cuarentenas y a las medidas de distancia social. El gobernante con más de 25 años en el poder califica la pandemia del Covid-19 como “coronapsicosis” y asegura que la mejor forma de enfrentarla es con sauna, vodka y trabajo en el campo. La liviandad con que el mandatario se refiere a la crisis contrasta con el testimonio de la periodista y premio Nobel Svetlana Aliexevich, su gran detractora: “Estamos ante un sistema autoritario y una sociedad durmiente y atrofiada”.
Autora de Voces de Chernóbil, el libro que inspiró la premiada serie de HBO, Svetlana Aliexevich (1948) ofrece una descripción dramática de la situación en su país. En un contacto por Skype con el diario español El País, la semana pasada, dijo que la sociedad bielorrusa vive dominada por el miedo, mientras el virus se propaga.
“Muchos temen menos a la muerte que a la pérdida del trabajo o a los conflictos con el poder; los pequeños empresarios que no quieren enfrentarse, aunque se van a arruinar por razones obvias; los funcionarios del Estado, toda esa gente que tiene algo que perder”, dijo.
El miércoles pasado, Bielorrusia fue el único país de la ex Unión Soviética que celebró el desfile del Día de la Victoria contra los nazis. Según la periodista, la gente fue forzada a asistir.
“Las clínicas están llenas de infectados. No se atiende a otros enfermos, se los manda a casa. Pero la prensa oficial esconde lo que sucede de verdad”, asegura la autora de La guerra no tiene rostro de mujer.
De acuerdo con la escritora premiada por la Academia Sueca, no solo se oculta información, también se ha desplegado una campaña comunicacional desde el gobierno. Entre otros mensajes, los partidarios de Lukashenko pregonan que “nuestra medicina puede vencer a cualquiera” o “podemos desafiar al virus como en el pasado desafiamos otros peligros”. Ello responde, dice, a “una psicosis social aventada por el presidente y por los medios de comunicación”.
En este sentido, Svetlana Alexievich compara la situación actual del país con lo que ocurrió tras el accidente nuclear de Chernóbil, en 1986, cuando se ocultó información y los trabajadores fueron convocados a la celebración del 1 de mayo. “Es una situación absolutamente del estilo de Chernóbil. Lukashenko bromeó diciendo que no veía el virus, como muchos años antes los dirigentes del partido pedían que les enseñaran la radiación”, dijo. “Lo que pasó con Chernóbil es lo que pasa hoy, pero la gente no lo relaciona”, subraya.
Residente en Minsk, la escritora asegura que la situación más crítica se encuentra en Vitebsk, en la frontera con Rusia, donde murió del actor Víctor Dashkévich, de 75 años. “Lukashenko lo humilló diciendo que era viejo y que tenía que haberse quedado en casa, porque la muerte de un actor conocido a causa del coronavirus destrozaba el esquema que consistía en esconder a las víctimas, atribuyendo su fallecimiento a una neumonía indefinida”, afirma.
En tanto en la capital, cuenta, el personal médico está sometido a extenuantes jornadas de trabajo, de hasta 14 horas. “Han muerto muchos médicos, porque no tienen medios de protección. En las pequeñas ciudades y los pueblos todavía hay menos que aquí y los médicos y enfermeros son verdaderos kamikazes. El Estado no estaba preparado para ello y, aunque ahora intenta dar mascarillas y hacer algo, hemos tenido cuatro meses en los que no se han preparado” .
La periodista concluye que “Lukashenko se comporta como el dios de una tribu capaz de hacer retroceder al virus con solo mover una mano”.
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