¿Una apuesta de bajo riesgo? Qué puede y no ganar Piñera al involucrarse en el debate de contenidos constitucionales
Que sus adversarios lo acusen de interferir en el proceso con su “decálogo” no desvela a la derecha. Lo que algunos dirigentes aprueban es que se concentre en lo que los une y no en lo que los divide. Y que en vez de decir qué va rayar en la papeleta -que sí revolvería más al oficialismo- esta otra carta es la adecuada. ¿Longueira? Dice que “es evidente que Piñera votará por el Apruebo. ¿Qué duda cabe? No se atreve a decirlo por el voto duro del sector”.
Mientras en la oposición han salido a criticarlo acusando que está interfiriendo en el proceso constituyente, en el bando oficialista hasta ahora está pasando todo lo contrario con la carta que se está jugando el Presidente al divulgar su “decálogo” de contenidos y anticiparse así al mapa posterior a abril. Parte de Chile Vamos -cada partido con sus matices- lee que él se está centrando en los mínimos comunes de la coalición en esta fase en que el bloque aparece aún dividido entre “Apruebo” y “Rechazo”, partiendo de la base que después del 25/O podrían tener más incentivos que la oposición para unirse.
Hay más lecturas, claro. Y de momento parece una apuesta de bajo riesgo, aunque cuánta ganancia obtenga está por verse. Por lo pronto, con este listado constitucional conocido ayer se cuentan ya tres veces en que Sebastián Piñera intenta involucrarse -desde los contenidos- en el proceso. La primera fue un discurso que dio en Enade el 29 de enero y, la segunda, el 23 de diciembre, cuando promulgó la reforma constitucional que dio inicio al proceso constituyente.
Eso fue producto del pacto político del 15 de noviembre, de cuya foto el mandatario quedó fuera. Ahora no quiere volver a quedar al margen. Pero también es cierto que hasta ahora no ha sincerado con sus palabras qué opción rayará en las papeletas de octubre -algo que dirigentes como el UDI Pablo Longueira ha cuestionado con rudeza-, y que en los partidos dudan que lo haga sin provocar costos internos. Y esta fórmula del “decálogo”, leen en el sector, es la que tiene a mano ahora antes de que siga corriendo el calendario.
“El Presidente tiene el deber de unir a nuestro sector en épocas súper complejas para el futuro, y en los temas de fondo no tenemos ninguna diferencia: son esos principios con los que ganó la elección. Por lo mismo, para poder defenderlos y enarbolarlos, lo que hace él es buscar lo que une y no lo que divide. No tendría ningún sentido que no se involucrara”, cree la jefa UDI Jacqueline van Rysselberghe.
No es exactamente lo mismo que lee el presidente de RN, Rafael Prohens, aunque al igual que JVR cree legítimo que lo haga. Su matiz es que “para mi gusto, le habla a todos y no solamente a nuestro sector”, pero que “si el Presidente nos está dando los conceptos que ya tenemos en el sector y que nos unen, bienvenido sea”.
El senador piensa que esto “lo beneficia en la medida de que el sector esté unido y todos luchando bajo el mismo concepto y que acogemos" esta visión. Y que “más allá de votar Apruebo o Rechazo, todos sabemos que el día 26 vamos a tener que juntarnos y tener un mínimo común en adelante y armar lo que nos une ante esta división entre comillas del sector, que tampoco es tal”.
En Evópoli su jefe de diputados, Luciano Cruz-Coke, lee que Piñera “es hábil en establecer criterios de unidad sectorial, toda vez que tendremos que enfrentar en conjunto” lo que venga después. Y que con esto “levanta la vista del 25/O, un proceso de entrada que divide a la coalición, y fija mínimos comunes que parecen ser un punto de partida para la centroderecha”.
En lo de no quedar fuera del cuadro como en noviembre, ataja que entonces “había un acuerdo político transversal de las fuerzas que están en el Congreso; hoy él trata de darle un marco a la discusión y señalar un camino como el líder de la coalición que es”. Y que “él finalmente entiende que pasada la barrera del plebiscito tendrá que alinearse con las fuerzas que han estado en una posición u otra”.
En el bloque también agregan que con esto el Presidente también busca revalidarse ante sus huestes, que buscar lo que los une y no lo que los separa es algo similar a lo que se buscó con último cambio de gabinete, forzado por una aguda crisis en el gobiernismo.
Era ahora o nunca
Pero fuera de las camisetas partidarias hacen varias prevenciones. “No sé si llamarlo tanto como una ganancia”, advierte el académico de la UDD Eugenio Guzmán, “pero sí le permite pararse más allá del bien y del mal”. Según él, Piñera “entendió que meterse en el tema del plebiscito podía tener un costo muy alto, y que lo mejor para él era abstenerse de frentón”, así que “con esto trata de construir una imagen de estadista más allá de los resultados, como un garante o árbitro”.
Así, analiza que “recupera posicionamiento, pero esto no significa que sea un triunfador, sino que busca decir que de alguna manera está garantizando el proceso democrático, y blindarse de críticas de intervencionismo”. Como sea, tenía que hacerlo a más tardar ahora, “si no, ¿cuándo? Estamos a un mes y algo y sería visto como muy oportunista si lo dejaba para después”.
Otro punto hace el columnista y ex director de la Secom bajo la administración de Michelle Bachelet, Carlos Correa. Que “el gobierno puede ser prescindente en materia de plebiscito, pero no puede ser neutral respecto a la Constitución que quiere para el país. En los sectores más razonables del oficialismo crece el criterio “apruebo, pero no en blanco” y lo que dio a entender el Presidente es que por ahí estaría tirando sus dardos”.
Pero el académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, cree que “el objetivo de Piñera es muy simple: no aparecer como el rostro de la derrota luego del plebiscito. A su alicaída aprobación presidencial, sumarle una derrota aplastante sería enterrar aún más a su gobierno”. Remarca que “él entiende que el poder no se juega el 25 de octubre de este año, sino que el 11 de abril de 2021. En eso, opina igual que Longueira. Si la derecha consigue cerca del 40% de los votos y la centro izquierda va fragmentada, fácilmente tendrá el 45% de los convencionales”.
Con su decálogo, observa, “la idea no es ordenar a las filas de su coalición, pues no tiene fuerza para ello. Piñera no es el jefe de la coalición, por lo que su afán es absorber y asumir el resultado del 25 de octubre, olvidarse rápidamente de eso, y luego dejar en manos de los partidos lo que pase de ahí en adelante. Ese decálogo es como decir: ganó el Apruebo, yo estoy con el apruebo pero no lo puedo decir y, por tanto, la derrota del rechazo se la pueden cargar a otros- incluidos algunos ministros- pero no a mí”.
Longueira: Piñera “votará Apruebo" pero “no se atreve a decirlo”
Y la lectura de que el gobernante hace esto porque no puede decir qué va a votar es de las que más hace sentido en la derecha. Anoche Pablo Longueira compartió un largo texto de doce puntos, y en el cuarto alude sin anestesia a Piñera.
"Nos llevan divididos a un plebiscito binario, con todos nuestros opositores por el Apruebo. Además, el gobierno toma palco, sabiendo todos que el Presidente vota “Apruebo”, al igual que más del 60% de su gabinete. Pensemos un momento: ¿Por qué los partidos de ChileVamos dejaron en libertad de acción a sus candidatos presidenciales y alcaldes en comunas populares?. Juan Antonio (Coloma) y todos los dirigentes de ChileVamos saben que el apruebo es mayoritario y ellos necesitan sacar el 50%, a diferencia de los diputados que necesitan, con el sistema proporcional, en torno al 10%. Les basta con el voto más duro del sector.”
Y esta mañana explicó a La Tercera PM por qué está tan seguro qué hará Piñera en octubre: “Votó el año ’80 por el NO. Si mal no recuerdo estuvo en el acto de Eduardo Frei Montalva en el Caupolicán. Votó que NO el ’88 y ahora es evidente que votará por el Apruebo. ¿Qué duda cabe?. No se atreve a decirlo por el voto duro del sector”.
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