Violencia del supremacismo blanco: la amenaza más letal que enfrenta Estados Unidos

Supremacismo blanco
Un miembro del Ku Klux Klan grita a los contramanifestantes durante un mitin en julio de 2017 en Charlottesville, Virginia. Foto: AFP

El Center for American Progress en conjunto con el Instituto McCain publicaron hoy el reporte "Un plan de política nacional para poner fin a la violencia supremacista blanca", en el que sugieren que el gobierno debe enfocarse en la amenaza de este fenómeno.


Las imágenes de una turba ingresando al Capitolio el 6 de enero pasado, justo en momentos en el que el Congreso se reunía para confirmar el triunfo de Joe Biden en las elecciones de noviembre, incidente que dejó cuatro manifestantes y un policía muertos, no solo impactaron al mundo, sino que también dejaron en evidencia la creciente violencia del supremacismo blanco en Estados Unidos.

El think tank Center for American Progress (CAP) señala que la violencia de la supremacía blanca no es nueva. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en una de las principales amenazas a la seguridad nacional en Estados Unidos. Las nociones de superioridad racial, hostilidad hacia inmigrantes y minorías, y el mito de una mayoría blanca asediada que defiende su poder, se han infiltrado cada vez más en el discurso político y cultural estadounidense dominante.

Es así como en octubre de 2020, el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. (DHS) publicó su evaluación anual de amenazas, identificando a los extremistas violentos por motivos raciales y étnicos, en particular los extremistas supremacistas blancos, como “la amenaza más persistente y letal en la patria”.

Ante esta situación, el equipo de Política Exterior y Seguridad Nacional del Center for American Progress en conjunto con el Instituto McCain publicaron hoy el reporte “Un plan de política nacional para poner fin a la violencia supremacista blanca”, al que tuvo acceso La Tercera. Las recomendaciones del análisis son el resultado de un proyecto de un año que consultó a más de 150 líderes, incluidos defensores de los derechos civiles y expertos en aplicación de la ley, contraterrorismo y seguridad nacional.

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Un partidario de Donald Trump porta una bandera confederada durante la toma del Capitolio, el 6 de enero pasado. Foto: AFP

“En el informe tratamos de tener mucho cuidado con las estadísticas. No podemos decir que la violencia haya aumentado o disminuido. Lo que podemos decir es que las agencias de seguridad de Estados Unidos, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional consideran la violencia supremacista blanca como la mayor amenaza para el país. Es una gran amenaza para la vida y la estabilidad política del país. Y es por eso que el gobierno de Joe Biden está tomando esto muy en serio, y por eso nos esforzamos tanto para ayudar a diseñar una política sensata, como frente a cualquier tipo de violencia política”, explicó a La Tercera Simon Clark, uno de los autores del reporte junto a Katrina Mulligan, Brette Steele, Asha Padmanabhan y Rachel Hunkler.

El informe señala que el movimiento supremacista blanco de la actualidad tiene sus raíces en la teoría de la conspiración sobre el “genocidio blanco”, que advierte que la “raza blanca” está en peligro por un cambio en el paisaje demográfico causado por la inmigración y las relaciones interraciales. El movimiento incluye nacionalistas blancos, neonazis, partidarios de la identidad cristiana, la extrema derecha y aquellos que defienden creencias antiinmigrantes, antimusulmanas y antisemitas.

En octubre de 2020, el DHS identificó el extremismo violento doméstico como una amenaza prioritaria, señalando que los extremistas supremacistas blancos se han vuelto “excepcionalmente letales” en sus ataques. Hoy en día, los supremacistas blancos son la fuente de la mayoría de los ataques letales cometido por extremistas. La Liga Anti-Difamación (ADL) informa que “durante los últimos 10 años, los supremacistas blancos han sido responsables de 248 de los 429 asesinatos relacionados con extremistas (58%)“. Y siguieron siendo el grupo más letal en 2020.

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Un hombre conocido como Jake Angeli, que ha sido arrestado por su papel en los disturbios del Capitolio en enero, luce un sombrero con cuernos y tatuajes de imágenes nórdicas. Foto: AFP

En general, las poblaciones negras e hispanas tienen muchas más probabilidades de ser blanco de crímenes de odio, aunque los crímenes de odio y acoso contra estadounidenses de ascendencia asiática aumentó en 2020 y ha continuado hasta 2021. El ejemplo más reciente ocurrió a mediados de marzo, cuando un hombre abrió fuego en tres negocios de masajes distintos en un suburbio del noroeste de Atlanta y en la parte noreste de la ciudad, matando a ocho personas, seis de las cuales eran de origen asiático. Esto puso a las comunidades asiáticas de todo el país en alerta.

La violencia supremacista blanca también se dirige a las minorías religiosas, incluidas las comunidades judía, musulmana y sij. En 2019 se registró un aumento en los incidentes antisemitas. Esta violencia tiene un impacto físico y costo emocional en las comunidades afectadas y es una amenaza para la seguridad de los estadounidenses, destacan los expertos.

En su Evaluación Anual de Amenazas de 2021, la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos advirtió de la característica transnacional del movimiento supremacista blanco y destacó la letalidad de violencia supremacista blanca en Europa y Estados Unidos. En ese sentido, la disponibilidad de espacios de comunicación y coordinación ha permitido el establecimiento de redes a nivel internacional en el movimiento supremacista blanco mundial.

Un análisis reciente del diario The New York Times, dice el reporte, encontró que desde 2011, al menos, un tercio de los extremistas supremacistas blancos violentos se inspiraron en perpetradores de violencia en otros países. El ejemplo más notable es la masacre de Christchurch (2019), en Nueva Zelandia, que se transmitió en vivo en Facebook durante 17 minutos, se inspiró en el manifiesto de Anders Breivik, que mató a 77 víctimas en Oslo, Noruega, en 2011.

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Miembros del Movimiento Nacionalsocialista durante un acto en Little Rock, Arkansas, en noviembre de 2018. Foto: Reuters

Muchos de estos grupos supremacistas blancos, no todos, se inspiran en (Augusto) Pinochet y se refieren a él como su modelo a seguir. Y hay un verdadero culto a Pinochet entre algunos de estos grupos. Lo que es realmente sorprendente. Una de las camisetas más comunes que hemos visto en el mitin de Charlottesville fue una que decía ‘Pinochet tenía razón’. Hay muchas referencias a arrojar a la gente desde helicópteros, como una forma de cómo se limpia el país. Las fotos de Pinochet aparecen con bastante regularidad en gran parte de la propaganda. Hay una curiosa adoración del general, porque se deshizo de los socialistas, porque consiguió matar a la izquierda. Y eso es lo que, dicen estos grupos, tenemos que hacer en Estados Unidos para limpiar el país. Esto no está en el informe, porque no es directamente relevante”, comenta Clark.

Es un culto a la violencia. Es una glorificación de los militares y de una nación racialmente pura. Es una sensación de que la nación está amenazada y, por lo tanto, cualquier medio es aceptable para contraatacar. Hay mucho antisemitismo, cierto, en toda esta idea de que son los judíos los que están trayendo gente de piel oscura al país para arruinar su herencia anglosajona. Entonces, de esa manera, es simplemente el fascismo clásico. Pero luego están todos estos rasgos un poco más extravagantes”, agrega el experto.

El informe indica que la participación en el extremismo y la violencia extremista es especialmente un problema entre veteranos de guerra. Además de llevar a cabo ataques letales en las últimas décadas, los veteranos representaron más del 15% de los acusados de atacar el Capitolio el 6 de enero pasado. Los investigadores que estudian la radicalización de los veteranos encontraron que entre las razones para unirse a estos grupos están la pérdida de identidad en la vida posmilitar y la restauración de la identidad y el propósito proporcionado por los grupos extremistas. Otros factores que aumentan la susceptibilidad al extremismo entre los veteranos incluyen la pérdida de apoyo social y el atractivo de ideologías que abordan los agravios personales.

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Manifestación en una universidad contra la violencia supremacista blanca. Foto: AFP

“Hay muchos grupos diferentes y hay muchos tipos diferentes de personas que se han asociado con esos grupos, y lo que sabemos es que los veteranos y los exoficiales de policía están sobrerrepresentados. Hay algunos datos muy interesantes que la Universidad de Chicago recopiló sobre las personas involucradas en el ataque del 6 de enero en Washington, que no volvimos a publicar. Esta investigación muestra que se trata generalmente de personas que están bastante bien económicamente. Esto no es una revuelta de los pobres. Pero tampoco es algo que surja de las zonas rurales más profundas y oscuras de Estados Unidos. Y estas son personas que se sienten amenazadas culturalmente y reaccionan de manera muy violenta”, explicó Clark.

Las armas son cada vez más el medio preferido de los supremacistas blancos que cometen los actos de violencia, indica el informe, siendo las armas de fuego las que se están convirtiendo en las predilectas del extremismo violento. Un análisis de CAP de los datos de la Encuesta Nacional de Victimización por Delitos encontró que desde 2010 a 2016, 130 delitos de odio en Estados Unidos involucraron el uso de un arma. Además, la ADL halló que el 72% de las personas asesinadas por extremistas domésticos, aunque no limitados a los extremistas supremacistas blancos, fueron atacadas con armas de fuego en los últimos 10 años.

Clark sostiene que en el informe hicieron una serie de recomendaciones sobre las medidas que el gobierno federal puede tomar. Algunas de ellas tienen que ver con que las autoridades se enfoquen en la amenaza. También con asegurarse de que los supremacistas blancos no estén participando en el gobierno en este momento, no representen al gobierno y, en particular, no representen a las Fuerzas Armadas ni a las autoridades policiales.

En ese sentido se recomienda que el Departamento del Tesoro interrumpa redes financieras, que se cumplan estándares estrictos para disuadir a los militares de unirse a estos grupos, investigar a las empresas en línea que se niegan a abordar el contenido violento y convertirlo en una prioridad para que el FBI y el Departamento de Justicia investiguen y procesen la violencia de los supremacistas blancos.

“Es complicado en Estados Unidos, porque tenemos un sistema federal. Por lo tanto, el gobierno federal no puede decirles a las fuerzas policiales locales qué hacer, pero ciertamente puede alentar y ayudar a la gente a salir de movimientos como la radicalización y la desconexión. Mucho de esto es simplemente darle a la gente una habilidad, en el caso de que hayan sido arrastrados a movimientos radicales, para encontrar una salida”, indicó el experto.

“Gran parte es cultural. Solo muestra que las creencias estadounidenses no son inherentemente creencias racistas. Algunas de estas cosas tienen que provenir del Congreso, no todo del Ejecutivo. Y mucho de eso tiene que provenir de la sociedad civil”, concluye.

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