World Central Kitchen: la ONG de ayuda alimentaria en zonas de desastre que suspendió sus operaciones en Gaza tras ataque israelí
La organización sin fines de lucro, impulsada por el reconocido chef español-estadounidense José Andrés, decidió detener su cooperación luego de que el ejército israelí atacara por error un pequeño convoy de ayuda humanitaria, donde murieron siete de sus trabajadores. Investigaciones preliminares apuntan a un ataque dirigido, pese a que un vehículo llevaba el logo de la ONG.
Una camioneta blanca con su parte frontal quemada y derruida mostraba en su interior un logo. En el techo también se veía de forma clara. Era el de World Central Kitchen (WCK), una ONG dedicada a entregar ayuda alimentaria en zonas de conflictos, como terremotos o inundaciones, pero también en lugares en guerra, como Ucrania, o actualmente en Gaza. Pero al lado del logo, un agujero que cubría casi un cuarto del techo funcionaba como indicio de lo que había ocurrido: un ataque militar dejó como saldo la muerte de siete de sus trabajadores mientras se alistaban a transportar ayuda humanitaria.
El organismo internacional, fundado e impulsado por el reconocido chef español-estadounidense José Andrés, no dudó en apuntar a las IDF, las fuerzas armadas israelíes. Estos tampoco se demoraron en admitir que efectivamente se trató de un ataque no intencionado. Y, como consecuencia, la organización no gubernamental anunció que detuvo sus operaciones, asestando un duro golpe a los ya escasos ingresos de alimentos, justo cuando organismos internacionales advierten de una inminente hambruna entre los refugiados palestinos en Gaza.
“World Central Kitchen está devastada al confirmar que siete miembros de nuestro equipo han muerto en un ataque de las IDF en Gaza”, señalaron en un comunicado, donde también detallaron que tres vehículos, dos blindados y uno tradicional, fueron atacados mientras viajaban en una zona libre de conflictos y previa coordinación con el propio ejército israelí.
“A pesar de haber coordinado sus movimientos con las IDF, el convoy fue alcanzado cuando salía de una bodega de Deir al-Balah, donde el equipo había descargado más de 100 toneladas de ayuda alimentaria humanitaria llevada a Gaza por la ruta marítima”, añadieron. “World Central Kitchen suspende de inmediato sus operaciones en la región. Pronto tomaremos decisiones sobre el futuro de nuestro trabajo”.
En Israel, el propio primer ministro, Benjamin Netanyahu, se hizo cargo de la situación. “Desgraciadamente, el pasado día se produjo un trágico incidente de un impacto no intencionado de nuestras fuerzas sobre personas inocentes en la Franja de Gaza. Ocurre durante la guerra”, señaló en un video subido a la plataforma X, antes Twitter. “Estamos en contacto con los gobiernos y haremos todo lo posible para que esto no vuelva a ocurrir”.
La labor de WCK
Su paso por Gaza no era el primer tour humanitario de la ONG impulsada por José Andrés. Fundada en 2010 tras el devastador terremoto que ese año azotó a Haití, World Central Kitchen se ha dedicado desde entonces a la especialidad del chef: alimentar y entregar comida a la gente.
Si bien ganó notoriedad recientemente por su labor en Gaza, donde resaltó por sus audaces planes -como la construcción de un embarcadero a base de escombros para transportar ayuda desde el mar, convirtiéndose en marzo en la primera entidad en suministrar ayuda al enclave vía marítima en dos décadas de bloqueo-, el organismo ha asistido en catástrofes como el paso del huracán María durante 2017, en Puerto Rico; el terremoto de septiembre de 2023 en Marruecos, o su salto a los conflictos bélicos durante la invasión rusa a Ucrania.
La organización sin fines de lucro trabaja con proveedores locales de alimentos, gobiernos y propietarios de restaurantes para llegar rápidamente a los lugares afectados y entregar comidas calientes a las personas necesitadas, detalló The New York Times.
La semana pasada, previo a la dramática situación, la organización declaró que la devastación y la necesidad que ven en Gaza eran “las más terribles que hemos visto o experimentado en nuestros 15 años de historia”.
Ahora, su ayuda en Gaza quedó en pausa luego del asesinato de siete de sus trabajadores. Se trata de colaboradores humanitarios provenientes de Australia, Polonia, Reino Unido, un ciudadano con doble nacionalidad estadounidense y canadiense, y Palestina.
“Estoy desconsolado y apenado por sus familias y amigos y por toda nuestra familia WCK”, escribió en redes sociales el chef José Andrés. “El gobierno israelí tiene que poner fin a esta matanza indiscriminada. Tiene que dejar de restringir la ayuda humanitaria, dejar de matar a civiles y trabajadores humanitarios, y dejar de usar la comida como arma. No más pérdidas de vidas inocentes”.
Su retirada también pone en jaque la delicada situación alimentaria en el enclave, donde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha advertido en varias ocasiones de una inminente hambruna en Gaza, además de quejarse por los obstáculos para que la ayuda llegue al lugar. El propio World Central Kitchen aseguró que, de los casi 20 camiones que enviaba diariamente por Rafah, en el sur de Gaza, una media de 10 entraba a la Franja, pero algunos días no pasaba ninguno.
La predicción de una hambruna también fue respaldada por Estados Unidos y expertos. Solo WCK gestiona unas 68 “cocinas comunitarias”, aseguraron al periódico neoyorquino, y han enviado más de 1.700 camiones cargados de alimentos y utensilios de cocina en estos casi seis meses de guerra. Allí su ayuda vía mar ha sido clave. En marzo, el primer barco que llegó trajo consigo 200 toneladas de arroz, harina y lentejas, además de conservas de atún, pollo y ternera, señaló el grupo humanitario.
Se esperaba que un segundo cargamento aun más grande llegara en los próximos días desde Chipre, pero la posibilidad se ve reducida tras el ataque. Desde aquel país, que se ha convertido en uno clave para el intento de establecer una ruta marítima para llevar alimentos a Gaza, señalaron a la prensa que habían llegado tres barcos con ayuda equivalentes a unas 400 toneladas cortesía de World Central Kitchen y Emiratos Árabes Unidos, el doble que el primer cargamento, dijo el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Chipre, Theodoros Gotsis.
Sin embargo, cuando habían sido descargadas más de 100 toneladas, la organización benéfica suspendió sus operaciones, y las 240 restantes fueron devueltas a Chipre. Por otro lado, el ataque contra una organización humanitaria y, además, dedicada a la alimentación, ha sido calificado como “imperdonable” y ya ha generado que otras desistan de ayudar en el lugar.
“No es solo un ataque contra el WCK, es un ataque contra las organizaciones humanitarias que aparecen en las situaciones más terribles, en las que los alimentos se utilizan como arma de guerra. Es imperdonable”, dijo Erin Gore, directora ejecutiva de World Central Kitchen.
Anera, un grupo similar con sede en Washington que ha estado operando en los territorios palestinos durante décadas, señaló que tras este ataque “sin precedentes”, habían tomado la decisión de detener sus propias operaciones en Gaza, lo que se traduce en otras 150.000 raciones de comidas diarias que no llegarán al enclave, consignó The Associated Press.
“La escalada de los riesgos asociados a la entrega de ayuda no nos deja otra opción que detener las operaciones hasta que nuestro personal recupere la confianza en que puede realizar su trabajo sin riesgos indebidos”, señaló Anera en un comunicado.
Jamie McGoldrick, coordinador humanitario de las Naciones Unidas para los Territorios Palestinos, recordó que el ataque no se trata de “un incidente aislado”, puesto que desde el inicio de la guerra -cuando el 7 de octubre un ataque de Hamas mató a 1.200 personas y secuestraron a más de 200 israelíes- unos 200 trabajadores humanitarios han sido asesinados. “Es casi el triple de la cifra de muertos registrada en un solo conflicto en un año”, dijo según el mismo medio.
Las huellas del ataque
La autoría del hecho no estuvo en duda en ningún momento por WCK, según se puede leer en su primer comunicado. Y poco después fue admitido por el propio ejército israelí. Había sido un error involuntario.
Según las IDF, se está “llevando a cabo un examen en profundidad a los más altos niveles para comprender las circunstancias de este trágico incidente”. También prometieron que intervendrán un organismo profesional y un experto independiente para esclarecer la muerte de los siete trabajadores humanitarios. La decisión llega justo cuando el expresidente israelí Reuven Rivlin advirtió de que su país está “a un paso del ostracismo internacional”.
Bellingcat, medio de investigación que se especializa en verificación de hechos e inteligencia, señaló poco después de los hechos que “los vehículos destruidos llevan el sello de un ataque de precisión, que solo las IDF tienen la capacidad de llevar a cabo en la región”.
Los tres autos fueron geolocalizados en las afueras de Deir al-Balah cuando fueron atacados, no muy lejos de donde se encuentran las instalaciones del World Central Kitchen. El primero, uno de los blindados, fue el menos dañado. Un segundo, también blindado, tuvo más daños y sufrió un incendio. Además, quedó a 800 metros del otro. El tercero, sin embargo, fue el que se llevó la peor parte al no contar con protección extra. Ubicado a 1,6 kilómetros al suroeste del primer vehículo, era el único que no estaba dentro de la “Carretera accesible para la ayuda humanitaria”, calificada así por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas. Sin embargo, estaba justo al lado de ella.
Lo importante, definió Bellingcat, es que para alcanzar un objetivo en movimiento, como lo eran los tres vehículos, se requiere de un rastreo en tiempo real, donde el método de guía por láser es la opción más probable. Para ello se requiere de algo como un dron que “ilumine” al objetivo mientras se lanza el misil, el que debe tener capacidad para un aumento óptico extremadamente alto y así asegurar el cumplimiento de la misión.
Este factor es notable, señaló el medio especializado, porque al menos uno de los tres vehículos llevaba claramente visible un logo de World Central Kitchen en el techo.
La teoría fue confirmada por el periódico israelí Haaretz, quien consultó a fuentes de Defensa de Israel. Si bien los automóviles estaban marcados como pertenecientes a la ONG, y había establecido contacto con el ejército para que estos supieran de la operación, en la sala de guerra de la unidad responsable de asegurar la ruta identificaron un hombre armado en el camión que llevó los suministros al almacén del que luego salieron los tres vehículos, y sospecharon de que se trataba de un terrorista.
Tras descargar todo y alistarse a partir, solo los siete asesinados subieron a los tres medios de transporte, mas el sospechoso no salió del almacén, dijo al medio la fuente de Defensa.
Pese a esto, mientras transitaban por la ruta previamente aprobada, la sala de guerra ordenó a los operadores de drones que atacaran a uno de los vehículos con un misil. Tras ser alcanzado, los tripulantes alcanzaron a abandonarlo y cambiarse a uno de los dos restantes. Lograron continuar su avance, e incluso avisaron a los responsables de que habían sido atacados, pero solo segundos después otro misil los impactó.
El tercero se acercó para trasladar a los sobrevivientes al segundo ataque, solo para recibir un tercer misil.
“Es frustrante”, dijo a Haaretz una de las fuentes de Defensa. “Nos estamos esforzando al máximo para golpear con precisión a los terroristas, y utilizando cada hilo de inteligencia”, se lamentó. “Y al final las unidades sobre el terreno deciden lanzar ataques sin ninguna preparación, en casos que no tienen nada que ver con la protección de nuestras fuerzas”.
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