Amaya Alvez (RD): “La Constitución puede ser reformada, es una regla de la democracia. Por tanto, hay que aprobar”

Protagonistas de la Convención

amaya alves

Con el proceso constituyente concluido, la exconvencional del Frente Amplio hace frente a las críticas que han recibido algunos artículos que ella ideó, como los relativos a la forma de Estado, que incluso cuestionó el expresidente Ricardo Lagos, o el referido a la consulta indígena. Además, enfatiza que hoy los ojos deben estar puestos en la propuesta, por sobre las normas rechazadas o las polémicas que experimentó la Convención Constitucional.


Ha pasado un día desde que la Convención Constitucional fue disuelta y Amaya Álvez (51) regresó a Concepción, ciudad donde la doctora en Derecho se desempeña como académica de la UdeC. Aunque planea retomar la docencia y sus proyectos de investigación, admite que, previo al plebiscito, participará de las instancias en que la inviten para hablar del proyecto de nueva Constitución.

Álvez no titubea sobre su posición de cara al plebiscito: “Hay que aprobar el 4 de septiembre e implementar la Constitución”. Si bien reconoce que la transparencia propia del proceso pudo jugar en contra en ocasiones, confía que los resultados de los sondeos de opinión podrán revertirse. “Va a dejar de ser la Convención el objeto de la medición de las encuestas y va a tener que ser el texto”, dice.

¿Qué tan conforme quedó con el proyecto de nueva Constitución?

Quedé satisfecha, porque pudimos hacer una labor difícil en un plazo acotado. Dada la novedad, no tenemos mucha experiencia en torno a convenciones constitucionales en Chile, por ende, había varios desafíos en la implementación de una institución nueva, distinta, diversa, inclusiva.

En cuanto al clima de trabajo al interior de la Convención, ¿cómo lo sintió? ¿Primó el ánimo de respeto y diálogo?

Sí, por supuesto que sí. Siempre hay excepciones, pero, en general, el clima de trabajo fue serio, de compromiso y comprensión del desafío histórico que teníamos, de trabajo intensísimo. Trabajamos de lunes a domingo, a veces hasta la madrugada. Además, la inmensa mayoría de nosotros y nosotras no tenía como profesión la política. Hay prácticas de deliberación democrática que, quien se dedica a la política como profesión, tiene mucho mejor internalizada.

Desde sectores independientes, particularmente desde la ex Lista del Pueblo, acusan que en algún momento fueron excluidos, que los discriminaban por no tener magíster, por no ser abogados. ¿Hubo algo de eso en la Convención?

¿Pero quién dice eso?

Lo dijeron Íngrid Villena y Giovanna Grandón en entrevistas. Otros lo han reconocido en privado.

No lo había escuchado. La verdad es que uno habla en base a lo que hace en el mundo. Si una es académica o académico, evidentemente va a hablar desde el rol que ha ocupado toda su vida. Lo mismo si es un dirigente social o cualquier otro rol que tenga en la vida. Pero yo no lo percibí de esa manera. Había una atención por abordar las distintas formas de conocimiento, incluidos los que podríamos denominar experienciales, testimoniales.

En la comisión que usted integró, la de Forma de Estado, la derecha incluso firmó indicaciones con el resto de los colectivos, algo que en otras comisiones no pasó. ¿Cómo se logró?

Supongo que pasa por la voluntad de querer participar del proceso. Yo nunca vi que a nadie se le cerraran las puertas. Cuando participé en Armonización, en todas sus decisiones se convocó a toda la comisión. Quienes no llegaron a las reuniones son personas que se restaron del proceso.

¿Cómo evalúa el paso del Frente Amplio por el proceso? Se dice que estuvo en desventaja al inicio, por no tener la experiencia política que tenían otros. Muchos venían de la academia, otros del activismo.

La verdad, no lo sé. Como solo integré el Frente Amplio, es difícil que pueda saber cuál era la interna de los otros colectivos. Pero si uno analiza los resultados, Jaime Bassa fue vicepresidente de la Convención, a mí me tocó ser la coordinadora de Reglamento. Participamos de todos los grandes acuerdos.

¿Qué tan distinta era su perspectiva cuando llegó a la Convención respecto de lo que realmente fue?

Es difícil contestar eso para mí, porque en general, y es una característica personal, no me formo ideas muy definidas y cerradas de lo que va a ocurrir hacia el futuro. Tengo en general una predisposición a adecuarme a las circunstancias. Entré sin una idea preestablecida de cómo tenía que ser para ser adecuado.

Se dejó sorprender.

Sorprender favorablemente. Quizás mi formación académica me hace siempre saber que lo que conocemos realmente es ínfimo en comparación a lo que existe, entonces nuestra disposición tiene que ser de apertura a esa diversidad y ese conocimiento.

Parte de las campañas del Apruebo y el Rechazo mencionan la posibilidad de reformar la opción que gane en el plebiscito. ¿Qué cree que dice eso del trabajo de la Convención?

¿Quién señala eso?

El PPD, por ejemplo. Su presidenta, Natalia Piergentili, señaló que ella es partidaria de aprobar la nueva Constitución para hacerle cambios.

Desde una perspectiva democrática, eso es bastante de perogrullo. Hay que aprobar. Los apellidos de ese Apruebo en general pueden ser bastante evidentes. Esta Constitución contiene en su texto la posibilidad de reforma y considera la posibilidad de un reemplazo, o sea, es incluso más abierta desde el punto de vista democrático. Puede siempre ser reformada, esa es una regla básica de la democracia. Por tanto, hay que aprobar el 4 de septiembre. Y después de ser aprobada, hay que implementar la Constitución.

Entre los exconvencionales se reconoce que usted fue una de las principales impulsoras del artículo sobre consentimiento indígena. Este justamente se ha convertido en uno de los argumentos de la campaña del Rechazo. ¿Cómo se lo toma?

La campaña del Rechazo también está llena de mentiras, de decir que la Constitución dice cosas que no dice. Pero mi compromiso con la inclusión de los pueblos originarios es real. En Chile existe el Convenio 169, tratado vigente desde 2009 que establece obligatoriamente la consulta indígena. No estamos diciendo nada distinto de lo que existe hoy. La única diferencia es que se está expresando de manera más clara.

También se la reconoce a usted por ser una de las principales impulsoras de lo que se consagró como el Estado Regional. En caso de aprobarse, ¿confía en que la centralización será aminorada?

La propuesta va en ese sentido. Lo importante de las constituciones es que pasen de ser un papel a ser parte del marco de convivencia, que se transformen y se implementen. Yo esperaría que a través de la implementación de esa propuesta de Estado Regional se lograra terminar con un centralismo que va en desmedro de la equidad territorial.

El Estado Regional fue una de las materias que el expresidente Lagos nombró en la carta que publicó hace algunos días. En caso de ganar el Apruebo, según él, debiese ser reformado. ¿Cómo se toma eso?

Como la opinión de Ricardo Lagos. Es difícil sacar conclusiones muy profundas de una carta que a mí me pareció bastante ambigua, en que no da los fundamentos. Es raro expandir mi opinión sobre algo que es muy impreciso, sin saber exactamente a cuál de las normas se refiere. En todo caso, la gracia de la democracia es que cada persona tiene un voto. Es una opinión... de un expresidente, por cierto. Pero cuando llegue a la urna es un voto, y tiene el mismo peso que cualquier otro ciudadano.

¿Cómo se toma que figuras de la centroizquierda, como Andrés Velasco u Óscar Landerretche, se pronuncien a favor del Rechazo?

Pero, perdone, ¿por qué mejor no me pregunta de la gente del Apruebo? Yo también podría nombrar mil personas que están por el Apruebo.

¿Pero no le parece sorpresivo que alguien como Javiera Parada, que promovió el cambio de la Constitución, ahora diga que está por el Rechazo?

Javiera Parada fue la vocera de Ignacio Briones.

Claro, pero antes de eso abogó por una nueva Constitución.

Parece que cambió de opinión. Ella fue la vocera de un candidato de derecha. Javiera Parada es hoy día una política de derecha. Y tendrá sus razones y, por cierto, las respeto. Yo promuevo el respeto entre las ideas, las opciones. Pero la mía es la del Apruebo.

La Convención comenzó con un respaldo del 78%. A fines de marzo, el Apruebo superaba al Rechazo en las encuestas, pero ha descendido considerablemente. ¿Qué cree que pasó?

Por primera vez en Chile fuimos partícipes de un proceso de deliberación que hasta antes de la Convención había sido bastante opaco. La opacidad había impedido transparentar algo que fue bastante evidente en la Convención Constitucional: la diversidad de opiniones, la dificultad de deliberar. Me parece que esa transparencia profundiza la democracia, pero también la expone. Quizás como sociedad estábamos poco preparados para esa diversidad de opiniones y para esa transparencia del proceso constituyente. Quizás ahora las encuestas van a tener que medir algo parcialmente distinto, porque va a dejar de ser la Convención el objeto de la medición y va a tener que ser el texto.

Quedan menos de dos meses para el plebiscito. ¿Cómo se puede promover el Apruebo y dar vuelta los resultados que muestran las encuestas?

El gran desafío hoy es el trabajo que tenemos que hacer por dar a conocer la propuesta y analizar su alcance. Hay que dejar atrás la liberación de aquello que no quedó. Lo que corresponde ahora es que todos tomemos la propuesta de nueva Constitución y la evaluemos en su mérito, en reconocer que esta propuesta es fruto de un proceso democrático, de un texto que fue acordado por dos tercios. Hay viudos de la Convención que todavía no aceptan que esto es lo que legítimamente fue producto de este órgano democrático.

Quizá para llegar a las personas que hoy día están indecisas hay que demostrar que el fondo está por sobre la forma, en consideración a algunas polémicas del proceso, como Rojas Vade, los corpóreos...

Me parece que eso está superado, la Convención está disuelta. ¿Qué sentido tiene seguir y volver ahí? Como todo proceso, hay etapas. En la que estamos hoy día es la deliberación en profundidad del texto constitucional, sus 388 artículos.

¿Cuánto cree que influyó lo que transmitía La Moneda, las decisiones de la Convención? Muchos convencionales dijeron que hubo un antes y un después de la declaración del Presidente Boric sobre el bicameralismo asimétrico.

Institucionalmente, por cierto, no. La Convención tenía el mandato de ser autónoma. No hubo una influencia en las ideas ni en la manera de llevar adelante la deliberación.

¿Le tocó hablar con el Presidente Boric luego de que asumiera?

No, no tuve la fortuna de conversar con él.

Una de las críticas que se hacía, particularmente desde los convencionales de derecha, es que, más que una Constitución, el texto era un programa del gobierno del Frente Amplio. ¿Cómo responde a esa crítica?

No la comparto para nada. Me parece infundada la crítica.

¿Le gustaría volver a la política?

Es que la Constitución es una norma política. El enseñar la Constitución desde la universidad es explicar una norma que es jurídica, política. Si se refiere a la política contingente, por ahora no está en mis planes.

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