Camila Perochena, historiadora argentina: “Cristina K se dio cuenta de que la historia tiene un potencial político central para dividir entre nosotros y ellos”
En conversación con La Tercera, la académica habla sobre su nuevo libro “Cristina y la historia: el kirchnerismo y sus batallas por el pasado”, en el que analiza el discurso de la actual vicepresidenta transandina y su forma de entender la política.
Camila Perochena es doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires, magíster en Ciencias Políticas, y el mes pasado publicó el libro Cristina y la historia: el kirchnerismo y sus batallas por el pasado. En él, condensa la investigación de su tesis doctoral, en la que comparaba los discursos respecto al pasado, de la expresidenta argentina y de Felipe Calderón en México.
También columnista de La Nación, Perochena ha dedicado parte de su trabajo a la divulgación de la historia, conduciendo los podcasts La banda presidencial y Hay que pasar el invierno: este último, dedicado al origen de las crisis económicas en el país vecino. En entrevista con La Tercera, analiza la manera en que Cristina Fernández ve la historia argentina, cómo esto moldea su forma de hacer política, y también comenta la crisis interna del oficialista Frente de Todos, que ha llevado a la ruptura entre la vicepresidenta y Alberto Fernández.
En su libro indica que Cristina Fernández ha sido una de las dirigentas políticas que más uso del pasado ha hecho su gestión, en comparación con otras presidencias. ¿En qué se ve eso? ¿Cómo se expresa?
Efectivamente CFK hizo un uso del pasado muy intenso en su gobierno: el pasado estuvo permanentemente presente. Por un lado, sus discursos, que después de haberlos leído todos -un total de 1.592-, en el 51% ella habla de historia: ya sea el pasado reciente, o del pasado más lejano, pero en uno de cada dos discursos ella se refirió al pasado.
Pero además, en los discursos analicé otras dimensiones en las que el pasado se hizo presente durante su gobierno. Con Cristina se crearon nuevos feriados, nuevos monumentos. Un caso muy conocido es que frente a la Casa Rosada se quitó el monumento a Colón, y se reemplazó por un monumento a Juana Azurduy, con la idea de sustituir una historia por otra. Se abrieron nuevos museos, se hizo dos que fueron muy importantes: el Museo del Bicentenario, que está en la Casa Rosada y se inauguró en 2011, y en el que Cristina intervino en los guiones. Es decir, un museo en el que dentro de los guiones se podía materializar la visión de la historia que tenía Cristina. Y también el Museo Malvinas, que es otro museo que se inauguró en la época del kirchnerismo, en la ex ESMA, que también reproduce una visión de la guerra de Malvinas muy cercana a lo que la presidenta planteaba en sus discursos.
Se crearon feriados, monumentos, museos, pero además rituales públicos, y eso me parece muy importante. Durante su presidencia, y sobre todo desde 2010, a partir de los festejos del bicentenario, Cristina Kirchner le dio a los rituales públicos una importancia central como vía para consolidar una identidad kirchnerista. Es decir, hubo numerosas celebraciones, actos multitudinarios, donde se buscaba, según sostuvo Javier Grossman, una de las personas que organizaba estos actos, transmitir un relato épico, ético y estético. Fueron muy importantes estos rituales, estas celebraciones, que se hacían varias veces al año: el 25 de mayo, el 10 de diciembre, el 20 de noviembre, y donde estaba todo cuidadosamente diseñado.
Su tesis doctoral evaluaba el uso del pasado tanto de CFK como de Felipe Calderón en México. ¿Qué se puede decir de ambas maneras de acercarse a la historia?
Lo que digo es que el uso político del pasado, en Cristina, es polarizador: es un uso en que se rastrean en el pasado los antagonismos del presente. Es decir, al igual que Cristina marcaba en el presente una división tajante entre nosotros y ellos, con una lógica populista a la hora de entender la político, esa “exclusión” que se buscaba marcar con los adversarios se rastreaba en el pasado. De esa manera, Cristina, buscaba asociarse a sí misma con momentos de la historia con los que buscaba establecer continuidades, y a sus opositores los colocaba en momentos “oscuros” de la historia. Por ejemplo, asociaba al Poder Judicial y a los medios de comunicación, que estaban dentro de la oposición, con los golpes militares. Los antagonismos del presente se buscaban en el pasado, y se buscaba profundizarlos, ahí hay una concepción de la política, que se piensa como radicalización del conflicto.
El caso de Calderón es distinto. Desde una perspectiva más liberal, no busca profundizar los conflictos dentro de lo político. Si, había una guerra contra el narcotráfico en México, y desató una guerra contra el crimen organizado, y en ese sentido sí, hay conflicto. Pero como concepción de la política, dentro el espectro partidario y legal, Calderón buscaba reconciliar, tener como aliados a otros partidos políticos, como el PRI. Y buscaba hacer un uso político del pasado que no implicara confrontación en el presente, sino que cierta integración. Cristina abría una disputa por la historia. Calderón podría haber discutido con la interpretación de la historia de sus antecesores, del PRI, que había sido la historia oficial de México durante 70 años. Pero no lo hace, no da una interpretación conservadora de la historia, y lo que trata de hacer cuando va al pasado es reconciliar las visiones del pasado, priistas, con las visiones más conservadoras del pasado.
¿Cuáles son los eventos “clave” de la historia argentina que CFK tiende a destacar?
Entre los momentos que ella tiende a destacar para asociarlos con el presente, es decir, para filiar al kirchnerismo con esos momentos “positivos”, en primer lugar está la Revolución de Mayo, de 1810. Sobre eso, Cristina sostiene que viene a cumplir las promesas incumplidas de la revolución. Ella se plantea a sí misma, trata de marcar un puente ente 1810 y el presente.
Pero después marca otros momentos: principalmente el gobierno de Rosas, o el rosismo, entre 1829 y 1852, que es un momento controversial de la historia argentina. La historia argentina se divide entre rosistas y antirosistas, hay una grieta en eso. Dentro de esa grieta, lo que busca Cristina es retomar el rosismo desde la historia oficial, hacer entrar a Juan Manuel de Rosas dentro del panteón de héroes. Después retoma el peronismo, especialmente a Eva Perón, y de los años 70, lo que retoma es a los jóvenes revolucionarios, de izquierdas, las organizaciones armadas de esa década, en la cual ella se inscribe como parte, como protagonista de época.
Esos son los momentos clave con lo que busca asociarse, pero hay otros momentos que ella trae mucho al presente, que son los momentos con los que busca marcar una ruptura. Son los momentos con los que asocia a sus opositores, ya sea los sectores agroexportadores, con el momento del centenario en 1910, que era un momento de muchísimo crecimiento económico, pero que Cristina lo define como un momento antidemocrático; los medios de comunicación y al Poder Judicial, a quienes busca asociar con los golpes militares; y después a la oposición, que busca asociar con los años 90 y lo que ella llama la década del neoliberalismo.
¿Cómo el uso de la historia que hace CFK se relaciona con su manera de hacer política?
La concepción de la política que tiene CFK es una concepción populista, que por un lado que considera el conflicto inherente en la política, imposible de ser resuelto, y no solo eso: en esta concepción, el conflicto debe ser profundizado, radicalizado para poder progresar políticamente. En su práctica hay una profundización del conflicto, y de división ente un nosotros y un ellos, de exclusión de un otros frente al kirchnerismo. Un otro no como adversario, sino como enemigo. Esa concepción queda reflejada en sus usos de la historia: para profundizar ese conflicto, Cristina va al pasado. Se da cuenta de que la historia tiene una potencia política central, para dividir el arco político entre nosotros y ellos.
Ahora, respecto a la interna del Frente de Todos, Cristina Fernández y Alberto Fernández llevan cerca de tres meses sin hablarse. ¿Qué los detiene a ambos de “hacer las paces” y volver a dirigir el país juntos? ¿Siquiera les interesa eso?
Creo que lo que detiene a Alberto y Cristina de reconciliarse son temas distintos para cada uno. En Cristina, por un lado, hay una cuestión estratégica y una cuestión identitaria. Estratégica porque Alberto está en un momento de gestión muy malo, y evidentemente Cristina cree que eso no va a mejorar, y en términos estratégicos es mejor no quedar pegada a ese gobierno. Pero en términos identitarios Cristina seguramente sienta que al defender hoy la gestión de Alberto implica renunciar a parte importante de lo que sería la identidad kirchnerista, y pienso, por ejemplo, en aceptar y apoyar el acuerdo con el FMI, que son temas centrales sobre los cuales se montó la identidad del kirchnerismo.
En el caso de Alberto, no estoy muy segura de que él no quiera acercarse, me imagino que debe estar enojado por los desplantes de Cristina, pero no sé si se negaría a hacerlo, en el caso de que la vicepresidenta se ofrezca. Lo único que creo que si le costaría, en esa reconciliación, es que Alberto no va a ceder en ciertas cosas que Cristina le está pidiendo, básicamente, entregar a los ministros Guzmán (Economía) y Kulfas (Desarrollo Productivo)
Años atrás, cuando CFK anunció que Alberto Fernández sería candidato a la presidencia y ella a la vicepresidencia, ¿era posible esperar que ocurriese lo que está sucediendo hoy?
Si, se podía esperar cuando Cristina se presentó como vicepresidenta, que hubiera conflicto. Era esperable, porque Alberto no era ni de cerca un candidato que la gente pensase que iba a ser. Alberto por sí mismo no hubiese conseguido votos, sino hubiese tenido el apoyo de Cristina y si no hubiese elegido ella, por lo cual se sabia ya que Alberto había llegado allí por el apoyo de Cristina. Eso hacía augurar conflictos con la vicepresidenta.
Además, porque Cristina había sido presidenta, y se esperaba que quisiera hacer uso del poder que tenía. Por lo cual era muy difícil pensar cómo iba a funcionar en tanto vice. Se suele decir que el puesto del vice es un lugar encadenado, porque tiene que obedecer ordenes del Ejecutivo y leyes del Legislativo. Cristina no iba a poder ser una vicepresidenta encadenada, era muy probable que no lo fuera, como vicepresidenta iba a querer tener un lugar mucho más importante del que tuvieron otros vicepresidentes en la historia argentina.
¿Qué se espera haga Cristina durante los próximos meses? Se dice que podría estar haciéndose espacio para las próximas elecciones.
Yo creo que los próximos meses Cristina va a continuar alejada de Alberto: no sé si eso significará una ruptura concreta con el gobierno, concreta en el sentido de renuncias. Eso no lo creo, o no lo veo todavía. Y sí creo que están preparando el terreno para elecciones en 2023: la gran incógnita es a qué cargo se presentaría. Si a senadora, si sería presidenta, qué lugar buscaría ocupar. Pero sí, está preparando terreno para el 2023.
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