De Estados Unidos a Bolivia: Así fue el primer día de otros procesos constituyentes del mundo
Convencionales proclamando la soberanía de la entidad, ceremonias con símbolos de las etnias y atraso del inicio de la primera sesión son parte de las anécdotas que ha dejado la historia de los procesos constituyentes de Estados Unidos, Bolivia, Ecuador y Colombia.
Este 4 de julio, los 155 convencionales se juntarán por primera vez en Santiago para iniciar el proceso constituyente y redactar una nueva Constitución. La antesala ha estado marcada por diferencias entre el gobierno y algunos constituyentes en temas como el traslado, el presupuesto, la simbología de ese día y la ceremonia propiamente tal.
Por ahora, lo que estaría claro es que en esa primera sesión los convencionales tendrán que aceptar su cargo y luego elegir quienes ocuparán la presidencia y vicepresidencia.
Eso, al menos en el papel pero, ¿cómo fueron los primeros días de otros procesos constituyentes y de otras convenciones o asambleas? ¿Hubo declaraciones de intenciones, discusiones o discursos? Acá una revisión a algunos hechos históricos a los que se unirá Chile este domingo.
Estados Unidos (1787): Washington a la cabeza del proceso
Según archivos de la Fundación Mount Vernon, dedicada a preservar el legado de George Washington, el líder norteamericano no tenía claro si asistir a la convención a realizarse en Filadelfia y que redactaría la Constitución para el naciente país. Por su rol en la guerra por la Independencia, temía ser nominado su presidente.
Sus “temores” se hicieron realidad y como recogen cartas del mismo Washington y la crónica de la época de la librería del Congreso de los Estados Unidos: el 25 de mayo de 1787 en Filadelfia -tras ser propuesto por Benjamin Franklin- fue elegido de manera unánime presidente de la convención.
El antropólogo Pablo Ortúzar, investigador del IES, traductor de El Federalista (documento sobre el proceso constituyente norteamericano escrito entre 1787 y 1788), explica que Washington era algo mayor que la mayoría de los revolucionarios americanos, considerado un ejemplo de estatura moral. “Esto tenía doble filo: por un lado era positivo contar con alguien así, con amplias espaldas políticas, pero por otro era tentador, en una época donde lo normal eran los reyes, ponerlo de por vida a presidir un país que daba sus primeros y difíciles pasos”, dice.
Pero Washington, agrega Ortúzar, “siguiendo siempre el ejemplo de Cincinato (romano arquetipo de la honradez), luchó firmemente contra esa tendencia (…), costó convencerlo, pero luego desempeñó una valiosa función como coordinador y facilitador del debate, disminuyendo las intensas fricciones entre centralistas y localistas, tratando a todos los bandos de manera ecuánime”.
La elección de Washington fue el 25 de mayo, pese a que la convención estaba prevista que comenzara el 14 de ese mes: las distancias hicieron que muchos representantes de otros estados demoraran en llegar.
Según documentos históricos dependientes del Departamento Interior de EE.UU., ese 25 de mayo, además, se eligió a William Jackson como secretario y a George Wythe, Alexander Hamilton y Charles Pinckney como miembros del Comité de Reglas, encargados de establecer las reglas de funcionamiento del órgano.
La convención trabajó cuatro meses, desde el 25 de mayo de 1787 hasta el 17 de septiembre de ese mismo año. Se cuenta que finalizada la escritura de la Constitución, una mujer le preguntó a Franklin qué tipo de nuevo gobierno se había establecido. “Una república, madame, si usted logra mantenerla”, fue su respuesta.
¿Qué lecciones entrega la experiencia norteamericana? Para el investigador del IES, “lo luminoso del debate constitucional de los Estados Unidos, especialmente en su segunda etapa, que es la recogida por El Federalista, es el brutal realismo político de su discusión institucional. La pregunta arriba de la mesa no era cuál es el mejor orden imaginable, sino cómo edificar una república federal y popular que no colapse al poco andar. Así, el diseño resultante logra el difícil equilibrio entre articular el poder político, pero de tal forma que no sea fácil que alguien se lo lleve para la casa, gracias a su diseño de equilibrios y contrapesos”.
Colombia (1991): La tensión entre la esperanza y el temor
“El primer día del resto de nuestros días”. Así tituló el diario El Espectador de Colombia su edición del 5 de febrero de 1991 ante el inicio de su proceso constituyente.
Aunque estaba fijado que comenzara a las 10 de la mañana, se pospuso una hora. Una crónica del mismo diario -ante el aniversario de los 30 años de aquel hito que tomó cinco meses y concluyó el 4 de julio de 1991- rememora que había un ambiente con dudas alrededor del Salón Boyacá del Congreso, lugar en que trabajaría la asamblea.
Había razones para la incertidumbre. Al contrario del proceso chileno, no se sabía si sería una nueva Carta Fundamental o una gran reforma a la Carta Magna de 1886. Otra razón es que iban a buscar ser parte del proceso, tras dejar las armas, el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el Movimiento Armado Quintón Lame.
Eugenio García-Huidobro, investigador de CEP, cuyo estudio se relaciona con los procesos constitucionales de América Latina, explica que “el contexto histórico era distinto al de Chile, pero también era de una situación de crisis. En esa época tenías a Pablo Escobar en su auge, los carteles eran un actor social y político súper importante, pero además llevabas décadas de guerra civil”.
Hubo hitos previos para ese gran acuerdo nacional. A juicio de García-Huidobro, uno habría sido la toma del Palacio de Justicia en 1985 que dejó 101 muertos, entre ellos 11 magistrados. Aunque el atentado fue iniciado por el grupo subversivo M-19, terminó cuestionando el actuar de la policía. Otro hito fue el asesinato del político Luis Carlos Galán en 1989 por orden del Cartel de Medellín. Galán era considerado una seria carta presidencial.
En el primer día, los constituyentes Aída Avella y Carlos Daniel Abello, nominados presidentes internos, fueron los encargados de dirigir la sesión. Los constituyentes juraron sobre la Constitución de 1886 y declararon a la constituyente “autónoma, soberana, libre e independiente”.
Avella, Abello y el presidente colombiano de entonces, César Gaviria, dieron discursos respectivos, siendo este último más extenso. Aunque para esta nota no se pudo dar con la extensión en cuanto a minutos, la transcripción de los dos primeros discursos -en el documento oficial Diario de la Asamblea Constituyente- apenas ocupan lo equivalente a una o dos páginas, mientras que la de Gaviria acapara unas 14 hojas.
Lo de Gaviria no es solo una anécdota. “Al contrario de lo que pasará en Chile, en este proceso estuvo muy involucrado el Ejecutivo. De hecho, uno de los principales asesores de Gaviria, Manuel José Cepeda, fue uno de los principales articuladores del acuerdo de la convención”, agrega García-Huidobro.
En el primer día se inició el debate por el reglamento y se aprobaron cuatro artículos de éste. Durante las dos semanas siguientes se eligió a los tres presidentes del proceso: Horacio Serpa, Antonio Navarro y Álvaro Gómez, y se establecieron las comisiones. Pero faltaba tiempo para la redacción misma, pues la asamblea se tomó un mes para que cada constituyente -en total eran 70- hablara sobre sus ideas para la nueva Carta Fundamental.
Ecuador (2007): La Asamblea que disolvió el Congreso
Un documento oficial de tres hojas llamado “Mandato Constituyente Uno” relata las decisiones tomadas el primer día de la Asamblea Constituyente de Ecuador, el 29 de noviembre de 2007, desarrollado en la ciudad Alfaro, provincia de Manabí. El trabajo de esa asamblea duró 11 meses y concluyó el 25 de octubre de 2008.
De acuerdo a la crónica de la época, hubo un atraso de 22 minutos del evento, sumado a desperfectos técnicos y a fallas en los micrófonos ya iniciada la asamblea.
Uno de sus puntos principales y polémicos fue que la asamblea -con 110 votos a favor de los 130 asambleístas- proclamó en el texto referido que “las decisiones de la Asamblea Constituyente son jerárquicamente superiores a cualquier otra norma del orden jurídico y de obligatorio cumplimiento para todas las personas naturales, jurídicas y demás poderes públicos, sin excepción alguna”.
A la vez que ratificaba la presidencia a Rafael Correa, asumía atribuciones del Poder Legislativo, declarando “en receso a los diputados y diputadas principales y suplentes elegidos el 15 de octubre de 2006”.
Para Eugenio García-Huidobro, investigador del CEP, esto era parte de los resultados de un proceso que califica que “caótico”. “(En esa época) el Congreso estaba muy empoderado. Y, al contrario que en Chile o en Colombia, no hubo un acuerdo político transversal para llamar a una constituyente”, comentó.
La campaña presidencial de Correa había hecho énfasis en avanzar hacia una Asamblea Constituyente. “Como pasó con Venezuela también, el llamado fue una abierta confrontación hacia el Congreso”, agregó García-Huidobro. Pese a estas diferencias, una de las cosas que comparte este proceso con, por ejemplo, Colombia, es la influencia del Presidente en el desarrollo. Esto quedó demostrado en que el presidente de la asamblea fue Alberto Acosta, ministro de Correa y cercano al mandatario.
El poder autoproclamado de la asamblea no quedó solo en el Congreso. Ese día, además, declaró “concluidos los períodos” con que estaban designados el contralor general del Estado, el procurador general del Estado, el ministro fiscal general, el defensor del pueblo, el superintendentes de Telecomunicaciones, Compañías, Bancos y Seguros, siendo reemplazados por otras personas en forma temporal.
Bolivia 2006: Un desfile de los pueblos originarios y el discurso de Evo Morales
La Asamblea Constituyente Plurinacional de Bolivia tomó siete meses en establecer su reglamento interno. Pero nada de eso estaba en mente el 6 de agosto de 2006, día en que comenzó y que concluyó 16 meses después, el 10 de diciembre de 2007.
Evo Morales, Presidente de Bolivia en ese tiempo, se mostraba confiado en su desarrollo. Y tenía razones: el MAS, partido del mandatario, obtuvo 137 escaños de los 255 asambleístas, o sea, un 53% de la asamblea.
En ese primer día se eligió como presidenta de la asamblea a la dirigenta indígena (del pueblo quechua) Silvia Lazarte. Además, hubo un desfile que congregó a las etnias de Bolivia. Para Franco Gamboa, jefe del proyecto de Apoyo a la Asamblea Constituyente en Bolivia en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), esto ratificó “la orientación indigenista en el proceso constituyente boliviano”.
Ese desfile fue organizado por el llamado Pacto de Unidad, formado por las principales organizaciones indígenas campesinas del país, quienes ese día hicieron entrega de su primera propuesta de Constitución.
El académico de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Salvador Millaleo, señala que una de las grandes diferencias entre el proceso boliviano y el chileno es que el primero ya tenía “una historia de reconocimientos” a los pueblos originarios. Además, resalta, en los procesos de Bolivia o Ecuador, la mayor parte de los indígenas pertenecían a partidos políticos. “En el caso de Chile son elegidos indígenas por indígenas y eso es muy distinto”, apuntó.
Al igual que en Ecuador, hubo desorganización de la logística del evento al no tener listas las obras en el Colegio Junín y el Teatro Gran Mariscal Sucre, esta última, sede principal del debate constituyente.
Tres fueron los discursos de ese día: el de Evo Morales, el del vicepresidente Álvaro García y el de Lazarte. En su intervención, Morales dijo que abogaría para asegurar que el poder de la asamblea fuera absoluto, “incluso por encima de los tres poderes del Estado”. Esto último fue duramente criticado por autoridades, principalmente de la Corte Suprema.
Lazarte, en tanto, apeló a la importancia del evento dada la postergación en el debate político de los pueblos originarios y las mujeres, e hizo un llamado a la unidad del país.
Al final de su discurso, Lazarte se dirigió a su nación y habló en quechua. Esto último podría ser un aviso de lo que ocurrirá el domingo en Chile. Millaleo prevé que “las primeras intervenciones probablemente de muchos de los constituyentes de los escaños reservados será usar su primera palabra en lengua indígena”.
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