Entrevista a Achim Steiner, administrador del PNUD: “En nuestras sociedades hay mucha inseguridad sobre el futuro”
En esta entrevista con La Tercera, este funcionario brasileño del PNUD también plantea que “Chile tiene todas las razones para mirar hacia una economía verde y una transición verde como una oportunidad”.
El brasileño Achim Steiner lleva más de 30 años liderando en altos cargos en materias de crisis climática, inclusión y cooperación internacional. Hoy está en su segundo periodo a cargo del influyente Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), uno de los más robustos de la organización, con presencia en 170 países, justamente para promover el desarrollo sostenible. Hoy, más que nunca, ese concepto pasa por la transición hacia una economía verde, y por incluir a todas las personas en ese desarrollo. Ni la desigualdad ni la economía basada en combustibles fósiles son propuestas viables de futuro, como deja claro Steiner en esta entrevista, realizada mientras estuvo de visita en nuestro país.
En uno de los salones del hotel Sheraton, pide agua mineral y conversa presencialmente con La Tercera sobre el futuro de Chile y de la humanidad en este momento que él cataloga de “extraordinario” en la historia.
“En la historia humana moderna, no hay paralelo con tener una pandemia literalmente de manera sincronizada, que afecte a todas las partes del mundo. Fue un momento muy esclarecedor, en el sentido de la vulnerabilidad de la humanidad y de nuestras sociedades. Toda la experiencia del Covid ya ha creado un mundo que, en cierto sentido, ya se sentía muy inseguro. Agregue a eso que la amenaza del cambio climático es tan prominente, y realmente se ha entendido que es de naturaleza existencial. Nos quedan solo unos ocho años para reducir nuestras emisiones hasta un punto en el que todavía tengamos un 50% de posibilidades de permanecer dentro de cierto tipo de trayectoria de calentamiento global, es un momento extraordinario. Nunca antes, que yo sepa, una elección humana ha determinado el destino de literalmente docenas de generaciones durante los próximos cientos de años. Porque si pasamos este punto de calentamiento global, no hay punto de retorno, no puedes simplemente detener las emisiones y luego, cinco años después, estás de regreso como en Monopoly al punto de partida. No hay retorno”, dice.
¿Qué más es único de este momento?
Esta es la generación más rica que jamás haya vivido en términos monetarios. También somos la generación más educada. No todos, pero en promedio, vivimos más tiempo, tenemos más tecnología a nuestra disposición. Y, sin embargo, el informe que el PNUD publicó a principios de este año sobre las nuevas amenazas a la seguridad humana, mostró que seis de cada siete personas se sienten inseguras. Sea lo que lo veas de manera global, o la situación en Chile, en nuestras sociedades hay mucha inseguridad por el futuro. Y, en ese sentido, creo que es un momento extraordinario en la historia, tanto por estos avances, como por las elecciones que debemos hacer ahora.
¿Hemos aprendido del Covid o estamos volviendo a hacer todo como antes?
Creo que aprendimos mucho sobre nosotros mismos, nuestras sociedades y sobre las cosas que realmente valoramos. No creo que sea casualidad que en los últimos años el tema de la desigualdad y la equidad se haya vuelto, a nivel casi global, un tema de gran intensidad emocional y política. Incluso antes de la pandemia, ya veíamos en muchos países -más ricos, más pobres-, una creciente sensación de insatisfacción social. Y creo que, en parte, (es) una expresión de que, como sociedad, en realidad no estamos brindando el tipo de futuro que imaginamos para nosotros, y para nuestros hijos. Luego nos encontramos con otra crisis, la invasión de Rusia a Ucrania. El efecto dominó de lo que sucedió allí en la economía global una vez más ha demostrado cuán interdependientes somos. Debido a que Ucrania y Rusia son los principales productores de cereales en el mercado mundial, literalmente de la noche a la mañana los precios de los alimentos han aumentado un 10, 20, 30, 40, 50 por ciento... El hambre es la fuerza más corrosiva de cualquier sociedad. Por naturaleza soy optimista, pero en este momento estoy muy frustrado porque creo que ante estos desafíos existenciales, la responsabilidad de nuestra generación es actuar sabiamente. Y, sin embargo, nos encontramos en un momento en el que el oportunismo económico nos está llevando de vuelta a una economía de ayer.
¿Por qué?
Los conflictos que están ahora emergiendo producto de la guerra en Ucrania, tienen, en efecto, efectos potenciales muy negativos. No solo en la crisis del costo de vida, (en) la transición energética. En lugar de acelerar nuestra transición energética y descarbonizar nuestras economías, estamos viendo países industrializados, economías emergentes en desarrollo, esencialmente luchando por recursos de combustibles fósiles para impulsar sus economías. Ahora, la pregunta obviamente es, ¿esto es una crisis, un reflejo momentáneo, o es la economía de combustibles fósiles restableciéndose a sí misma?
Un retorno…
Claro. Y mucho dependerá ahora de nuestros líderes políticos y de nuestras sociedades. En Alemania, se están volviendo a poner en funcionamiento centrales eléctricas de carbón. Pero hay un gobierno que ha hecho una política de que “Ok, tenemos que manejar una crisis a corto plazo, pero vamos a acelerar la transición energética como resultado de esto”. Pero esto no es un hecho (seguro). Por lo tanto, es un momento muy frustrante para alguien que cree que realmente hemos logrado un progreso significativo en el frente climático, al ver que las energías renovables se convierten realmente en el nuevo motor de nuestros futuros sistemas energéticos y, sin embargo, los conflictos de nuestro tiempo están paralizando precisamente nuestra capacidad de colaborar. Y es por eso que el multilateralismo también está bajo un severo escrutinio.
Reinventando la economía
La pandemia ha tenido muchos efectos negativos, y uno muy fuerte en el trabajo de las mujeres, por ejemplo. ¿Qué es importante tener en cuenta por parte de los gobiernos en estos momentos?
Podemos hacer que suene muy complicado, o podemos reducirlo a dos variables: recuperación inclusiva y verde. Creo que estas son las dos variables de nuestro tiempo, de nuestra generación. Uno, porque la exclusión y la desigualdad extrema, la injusticia -no solo de ser pobre, sino de una sociedad injusta-, claramente no es una propuesta viable a largo plazo. Y creo que claramente tenemos que abordar, en cualquier política de recuperación y política económica, de forma muy deliberada -como decimos en la agenda 2030- el no dejar a nadie atrás, porque tarde o temprano tendrás una reacción a eso. Ahora, respecto al género: acabamos de publicar un informe sobre la mujer y la vuelta al trabajo en Chile. Las mujeres están eligiendo dejar el lugar de trabajo y el mercado laboral, porque durante la pandemia también se dieron cuenta de que hay otras formas de ganarse la vida, quizás preferibles, o ven que el precio de trabajar en condiciones subóptimas, en trabajos de salarios bajos, realmente no vale la pena. Esta es una gran pérdida para la economía de Chile, para la sociedad… Cuando vemos la inclusión, hay que diseñar políticas que hagan más fácil (el trabajo) para las mujeres, por ejemplo, reconociendo la economía del cuidado. Aún se da por sentado que las mujeres se harán cargo del cuidado, en una economía invisible, que no es valorada económicamente. Y la segunda parte creo que es la capacidad de invertir en la economía del futuro. Ya sea que lo creamos o no, el mundo se enfrentará a una catástrofe climática. y usted o bien puede diseñar su transición, o un día despertará y simplemente será un día en el que no se podrán usar más combustibles fósiles porque esencialmente estaremos en llamas. ¿Cómo la economía y la sociedad chilena ven estas inversiones como una oportunidad, en lugar de verlas como la pérdida de un legado? Gran parte de nuestro discurso económico a veces se centra deliberadamente en el legado, en el pasado.
¿Por qué?
Porque aquellos que tuvieron éxito en el pasado y les fue bien, no quieren renunciar a eso. Pero la generación futura no está en la mesa, y muchas de las personas que no se benefician de la economía heredada, por lo general no se hacen oír mucho. Entonces, las transiciones que estamos pensando en el sistema energético, pero también en nuestros sistemas alimentarios, en nuestro uso de la tierra, por ejemplo, toman mucho más tiempo. Pero estamos en el punto en que estamos reinventando nuestras economías. De nuevo: ¿podemos diseñar, en los estímulos, las políticas de desarrollo y sectoriales, los tipos de incentivos que lleven a invertir en la economía del futuro, low carbon? Es el debate político de nuestro tiempo.
En cuanto a la transición ecológica, la semana pasada Codelco decidió cerrar la fundición de Ventanas y hubo una huelga de trabajadores (que se depuso). ¿Cómo explicar que la transición ecológica es muy importante y en su propio beneficio a las personas que se van a quedar sin trabajo?
Bueno, aquí es donde el papel del gobierno y el Estado es tan central... Durante muchas décadas tratamos la contaminación como el precio del desarrollo. Fue un mal uso, muy cínico, de un concepto económico, porque esencialmente fue una elección. E incluso hasta el día de hoy, debemos darnos cuenta de que cada año más de 7 millones de personas en todo el mundo mueren prematuramente debido a la contaminación interior y exterior. Y hablando francamente, entiendo perfectamente a aquellos que están extremadamente preocupados por el cierre de una fábrica. Este es su trabajo, es su ingreso, es su comunidad. La pregunta es, ¿alguno de estos trabajadores realmente quiere que sus hijos mueran prematuramente, sufran asma o cualquiera que sea el impacto de la contaminación? No, ellos tampoco quieren que eso suceda. Entonces, ¿es realmente una elección entre arriesgar la salud de tu comunidad o tener un trabajo? ¿O hay alguna manera en la que un gobierno pueda tomar una decisión en la que la gente realmente no tenga que preocuparse por el sustento económico porque hay programas para volver a capacitarse, hay financiamiento que puede invertirse en la creación de nuevos empleos? Y este no es un debate exclusivo de Chile... Entonces, en resumen, no quiero, de ninguna manera, juzgar si los que se ven afectados por la pérdida de su trabajo, y los que están haciendo campaña por la salud, tienen razón o están equivocados. Lo que diría es que este es el juego de suma cero equivocado. Y creo que un Estado tiene la responsabilidad no solo de detener algo, sino también de garantizar que aquellos que se verán más afectados por el cierre de tal fábrica tengan la oportunidad de comenzar de nuevo… Pero siempre será un tema de debate e incertidumbre. Pero imaginemos qué habría pasado si Estados Unidos o valles rurales de Alemania no hubieran cerrado nunca ninguna de sus fábricas contaminantes. Las personas se habrán ido porque ya no podrían sobrevivir… Recuerdo visitar Chile hace 10 años y la gente se reía, yo era entonces director del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y decía que la energía renovable es el futuro también de la energía de Chile. “No, no lo entiendes”, me decían.
Y ahora hay un gran boom en Chile al respecto. Algunos piensan que vamos a ser un jugador muy importante en energía renovable.
Tienen todas las condiciones para ello. No solo tienen el potencial del viento, que es extraordinario. Tienen energía solar, tienen el potencial para el hidrógeno verde. Quiero decir, esta es una economía que si quiere seguir siendo competitiva, tiene que avanzar hacia un sistema de energía verde, incluso para la industria del cobre. Entonces creo que Chile, como economía, como sociedad, tiene todas las razones para mirar la economía y la transición verde como una oportunidad. Pero no seamos ingenuos, (ello) requiere política, requiere inversión, requiere años de, en cierto sentido, crear una transición justa. No puedes simplemente apagar la vida de alguien de un día para otro, y alguien más estará estadísticamente mejor, y los dos no tienen nada que ver el uno con el otro. Ahí es donde se crea el conflicto social.
Hablemos de Chile. ¿Qué pensó cuando supo del estallido social de octubre de 2019? Un informe del PNUD realizado en Chile, llamado “Desiguales”, en cierto modo, anticipó esto.
Me sorprendió. Me sorprendió, (pero) no tanto. En parte, porque el PNUD tiene una larga tradición en Chile, y también reúne a algunas de las grandes mentes de Chile para brindarle a Chile una reflexión sobre su propio desarrollo. Y usted menciona el informe “Desiguales”, de hecho fue uno de los informes más notables, escrito en gran parte por nuestros colegas y socios chilenos. Entonces, como organización de desarrollo, estamos muy enfocados en aprender las lecciones de la historia también. Y una de las lecciones que aprendes es que puedes llevar el grado de desigualdad hasta cierto punto, y luego, la sociedad pierde confianza. Puedes llamarlo “rechazar el contrato social”, o la terminología que quieras. Y, claramente, en Chile ese era un escenario probable debido a la sensación de decepción. Y, bastante interesante, (sucedió) a un nivel más alto de ingreso per cápita. Escribimos en 2019 un informe Más allá de los promedios, más allá de hoy, tratando de ver la desigualdad como el nuevo reto de nuestro tiempo. Y lo que quedó claro es, sí, puedes ser más rico per cápita, pero si hay algunas personas que, en cierto sentido, sienten que no están mejorando y otras están mejorando de manera extrema en el otro lado de la ecuación de ingresos, tarde o temprano, las tensiones sociales crecerán... La polarización política que hemos visto en los últimos años en Estados Unidos, en Europa, en partes de América Latina, pero también en Asia, son expresión de un fenómeno parecido. Entonces el 2019 en Chile, esa explosión, puede haber sido una sorpresa que haya sido en ese momento, pero pienso que las tensiones subyacentes eran visibles y, como mostró el informe en ese momento, ya estaban manifestándose, en educación, salud, transporte público. Experiencias cotidianas de ciudadanos, de una economía que sentían que no estaba repartiendo de modo justo.
¿Y qué piensa del presente, lo que ha escuchado y visto estos días en Chile?
Soy un visitante, y veo algunas piezas del rompecabezas y creo que cada chileno en este momento ve una parte diferente del rompecabezas. Pero permítame decir una vez más: tengo mucho respeto y admiración por los ciudadanos chilenos porque a partir de un momento de verdadera implosión, la sociedad chilena encontró el camino de regreso a un proceso institucional, un proceso democrático, un proceso inclusivo. Ninguna democracia, ningún proceso, es perfecto; escucho atentamente y sé que hay mucho debate, pero creo que los chilenos deberían estar orgullosos de esto. Y hablando francamente, una Constitución por sí sola tampoco será como una varita mágica. Creo que hasta ahora ha habido un recorrido notable, que en poco tiempo Chile ha logrado. La pregunta es, ¿pueden los líderes de diferentes comunidades, no solo de partidos políticos, de diferentes comunidades, crear un sentido de transparencia y credibilidad de que cuando la sociedad vota, lo hace libremente? ¿Y que ese resultado es uno que será respetado por todos? Si esa confianza está ahí, entonces creo que incluso un momento imperfecto en tal proceso no se convierte en una crisis, y creo que los próximos meses serán inmensamente importantes. Y por todas las conversaciones que he tenido, creo que Chile tiene un momento único. Sé que están nerviosos por este momento, pero también tienen motivos para estar confiados, y espero que eso prevalezca al final.
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