Estudio alerta sobre alza de violencia política en Brasil de cara a elecciones
Expertos de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro advierten que casos de violencia contra líderes políticos aumentaron un 23% durante el primer semestre. Responsable del estudio apunta al “discurso de odio” de Bolsonaro.
Cuando lo mataron, Marcelo Arruda tenía una fiesta de cumpleaños cuyo tema era Luiz Inácio Lula da Silva. El asesinato del dirigente local del Partido de los Trabajadores (PT) a manos de un bolsonarista el pasado fin de semana en Foz de Iguazú, encendió las alarmas en Brasil. Y ayer fue el propio exmandatario de izquierda quien se refirió a la muerte de su correligionario. “Era trabajador, padre, servidor público en Paraná. Planeó su fiesta de cumpleaños en paz con su familia. Marcelo es víctima de violencia contra la democracia”, aseguró el actual candidato presidencial.
El comentario de Lula se produjo después de que la Policía Civil de Paraná concluyera que no hubo motivación política en el asesinato del tesorero del PT en Foz de Iguazú. Pese a que el autor de los disparos contra Arruda, el policía federal Jorge José Guaranho, ingresó a la fiesta de cumpleaños al grito de “¡Aquí somos de Bolsonaro!”, las autoridades imputaron al atacante por homicidio doblemente calificado, por torpeza y peligro común.
La conclusión de la Policía Civil de Paraná desató críticas de inmediato. Junto con su decisión de enviar un representante para seguir el caso, el grupo jurídico Prerrogativas emitió un comunicado donde calificó el pronunciamiento de la policía como “un disparate”. “Esto no es lo que se espera de una institución del Estado”, dijo el grupo, según consigna el diario Folha de Sao Paulo.
“La Policía de Paraná miente al concluir que el asesinato del petista no fue un crimen político”, escribió la columnista de O Globo, Miriam Leitão. “¿Y por qué es importante la caracterización de este delito? Para que el país pueda trabajar para evitar nuevos crímenes como este en esta tensa elección como la que estamos viviendo. La conclusión de la Policía Civil ofende los hechos y nuestra inteligencia”.
Y Leitão no se equivoca cuando califica como “tensa” la actual campaña de cara a las elecciones presidenciales de octubre en Brasil. El número de casos de violencia contra líderes políticos, como el asesinato de Arruda, ya es mayor en el primer semestre de este año que en el mismo período del último ciclo electoral, las elecciones municipales de 2020.
Esta conclusión, señala Folha de Sao Paulo, se desprende del Observatorio de Política y Violencia Electoral, formado por investigadores del Giel (Grupo de Investigación Electoral) de la Unirio (Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro). Considerando los primeros seis meses, en 2020, año de las elecciones municipales, se registraron 174 casos y, en 2022, 214, lo que supone un aumento del 23%.
El grupo considera como líderes políticos a los titulares y extitulares de cargos electivos, candidatos, excandidatos, precandidatos y determinados funcionarios de la administración pública (ministros, secretarios de gobierno y asesores). Este es el caso de Arruda, quien además de ser guardia municipal y tesorero del PT, se había presentado como candidato a concejal y vicealcalde en las últimas elecciones locales, apunta el diario paulista.
En el período más reciente analizado, es decir, de abril a junio, el tipo de violencia más frecuente fue la amenaza, con 37 casos (36,6%), seguida de la agresión, con 27 casos (26,7%), y el homicidio, con 19 casos (18,8%). También hubo nueve ataques (8,9% del total de ocurrencias), cinco asesinatos de familiares (5%), dos secuestros (2%) y dos secuestros de familiares (2%).
Si bien el cientista político Felipe Borba, coordinador del Giel, admite que los dos a tres meses previos a la primera vuelta presidencial “siempre son más violentos”, también alerta que “este año electoral está muy contaminado con un discurso de intolerancia política, que lleva a un tipo de violencia diferente”, dice a La Tercera.
“La tragedia en Foz de Iguazú deja en evidencia el preocupante contexto de escalada de tensiones políticas en este año electoral en Brasil”, coincide Tamara Taraciuk, directora en funciones de la División de las Américas de Human Rights Watch. “Las autoridades deberían priorizar la protección del derecho de todos los ciudadanos y ciudadanas a votar y a participar de un debate público, expresando inclusive opiniones políticas, sin miedo a represalia”, comenta a este medio la defensora de derechos humanos.
Pero Borba es pesimista. “Esta polarización política se está alimentando de un discurso de odio, de intolerancia política principalmente por cuenta del Presidente Jair Bolsonaro”, asegura. Y advierte: “Esta polarización puede resultar en una violencia poselectoral muy grande si Bolsonaro pierde estas elecciones”.
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