Eugenio Tironi: “Boric no puede renunciar a ser Boric. Puede introducir inflexiones a sus ideas originales, pero no escupir sobre ellas”
Al cierre de 2022, el sociólogo examina el estilo que el Presidente ha mostrado en sus nueve meses de gobierno y que quedó plasmado en el indulto a presos del estallido social. Afirma que al enfrentar un momento de shock, el Mandatario -a diferencia de Piñera- busca ampliar sus apoyos. Eso, dice, es talento político.
Desde el propio gobierno reconocen que no fue un año fácil. Pese a las dificultades, Eugenio Tironi se muestra optimista. Confía particularmente en el estilo del Presidente Gabriel Boric, caracterizado, dice, por ser directo y sin temor a la controversia. También, por sus constantes ganas de ampliar la coalición. “No es un Presidente rodeado de parientes y amigos (...), tiene contrapesos”, afirma.
“Es muy notable que se incorporen generaciones como Mario Marcel, Carolina Tohá o Ana Lya Uriarte, pero aceptando la hegemonía de la generación de recambio”, dice.
¿Qué tipo de liderazgo tiene hoy el Presidente Boric?
Lo esencial de su liderazgo es que ha venido forjando una coalición más amplia de apoyo. Yo no recuerdo otro presidente del 90 en adelante que en el curso de su mandato amplíe su coalición. Boric lo ha hecho, ha mostrado talento político.
En eso influyó el resultado del plebiscito...
Guardando las proporciones, es un shock parecido al que vivió Piñera con el estallido. A diferencia de él, que lo que hizo fue encapsularse y se rodeó más bien de discípulos, Boric respondió ampliándose.
¿Ve que Boric tenga similitudes con algún exmandatario?
Del 90 en adelante, no veo ninguno. Es un estilo que fue relativamente usual en el Chile mesocrático, de los 50 y 60, en que los gobiernos tenían que ir forjando sus mayorías en el curso de su mandato. A diferencia de Piñera, Bachelet y Lagos, que tenían una cierta desconfianza al Congreso, Boric se siente en su salsa y se mueve bien ahí. No siempre tiene éxito, es cosa de ver el asunto del fiscal...
¿Fue un error el llamado de Boric al presidente de la Corte Suprema?
Ha sido un traspié, no hay ninguna duda, pero un traspié relativo, porque también está defendiendo sus prerrogativas. Que haya llamado, además, es propio de los nuevos estilos que se están imponiendo en el país: más directo, transparente, que teme menos a la controversia, a la discrepancia, donde diferir no es un pecado.
¿Se puede leer de la misma forma el anuncio del indulto? Se dio en medio de las negociaciones por el acuerdo de seguridad.
Aquí no estamos hablando de grupos criminales organizados, sino de personas que participaron con violencia en el acto de la protesta social. Los indultos no suponen exculpar, no implican declararlos inocentes, sino que perdonarlos. Me parece que para reducir las tensiones y la violencia que hay en Chile, este es un gesto positivo.
¿No puede interpretarse como un paso atrás en la evolución que ha tenido Boric?
Es que Boric no puede renunciar a ser Boric. Puede introducir inflexiones a lo que eran sus ideas originales, pero no escupir sobre ellas, no abandonarlas por completo. Yo creo que esto responde a una convicción personal. Lo que él está haciendo, además, es un gesto moderado: está indultando a 12 de 211.
¿No se trata de un impulso o de responder a presiones?
No, no creo. Pero esto va a tener costos, sin ninguna duda.
¿El Presidente ha habitado el cargo o es más el cargo el que lo habita a él?
Ja ja, las dos. Estas cosas son recíprocas. Claramente Boric es otra persona hoy día. A su vez, él ha puesto una impronta al cargo de Presidente. Él es menos formal, es más cuidadoso, más selectivo en sus actuaciones y dichos, es menos impetuoso. Está rodeado por un equipo donde hay estilos, trayectorias y visiones diferentes. Tiene contrapesos, no es un Presidente rodeado de parientes, amigos y compañeros de negocios, está rodeado de personas que tienen bastante peso específico.
¿Cómo ve que el Frente Amplio (FA) asumió que se convirtieron en gobierno?
Se encontraron un país muy distinto al que imaginaban. Creían que llegaban al país del estallido y se encontraron con una sociedad que entró de lleno a un momento mucho más conservador, donde la aspiración al cambio había sido sustituida por la aspiración a la protección y la seguridad. Este año para el gobierno y para el FA ha tenido el valor de una década, ha sido una fuente de aprendizaje gigantesca.
Para la oposición pareciera ser una tarea a medio camino la evolución del Presidente, sostienen que da guiños a un lado y al otro...
Sí, pero eso es política: el arte de unir a grupos que pensaban diferente y conseguir que todos vayan arriba de la micro. Para eso hay que hacer guiños, volver atrás, ser ambiguo a veces. Ese reclamo es absurdo. Para ser consecuente hasta la muerte con sus ideas están los profetas. La política no es eso.
Antes del plebiscito, usted decía que tras el 4 de septiembre se vendría un tsunami para el gobierno y que Boric tendría que estar encima de la ola. ¿Lo ha estado?
Ha estado encima de la ola, desde la noche del 4 de septiembre. Después siguió actuando en esa misma línea, con el cambio de gabinete, con el encuentro con todos los partidos políticos, con la delegación al Senado y la Cámara de Diputados para que llevaran adelante el rediseño del proceso constituyente, y ha seguido en esa línea.
En consideración del resultado del plebiscito, ¿qué tan herido quedó Boric?
El hecho de que eso fuera rechazado puede haber sido una ventaja para el Presidente, en el sentido de que esto validó un poco el curso que él venía siguiendo y que adoptó frente a Daniel Jadue, el que venía adoptando más tímidamente desde el momento en que constituyó su gobierno. El hecho de que un 62% rechazara le dio más energía y poder para seguir poniendo fichas en esa apuesta.
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