Fernando Atria: “El que llegue a atrincherarse, sea la Lista del Pueblo o la derecha, será irrelevante”
El convencional constituyente electo aborda la sorpresiva composición del nuevo órgano, el clima en que se instalará y sus desafíos. Afirma que debe haber flexibilidad en las normas que se fijaron en el acuerdo del 15 de noviembre y que, en caso de que la convención lo acuerde, el Congreso debe estar a su disposición para modificarlo. Sobre la regla de los 2/3 asegura que es razonable que se mantenga.
Ha sido mencionado como una de las opciones para presidir la histórica Convención Constitucional, que el domingo pasado fue elegida por la ciudadanía y que tendrá la tarea de redactar una nueva Constitución. Pero Fernando Atria (52), abogado constitucionalista de la Universidad de Chile y fundador de Fuerza Común del Frente Amplio dice que no está en sus planes.
El jurista, quien obtuvo más de 52.400 votos, es optimista respecto de la diversidad que marcará el debate constituyente y asegura que, dado que ningún sector tendrá poder de veto, la clave estará en que nadie se “atrinchere” en sus posiciones.
“Vamos a aprender a tener una conversación política como la que siempre deberíamos haber tenido y eso, por cierto, puede crear fricciones porque se trata de sectores sociales que han sufrido esa exclusión. Uno no puede pretender que lleguen a participar de la convención como si vinieran a un seminario de filosofía política”, dice sobre el clima de instalación del nuevo órgano.
A la luz de los resultados del fin de semana, ¿cómo ve los alcances del acuerdo del 15 de noviembre?
Se termina de validar el proceso constituyente. Desde el principio hubo una crítica de que el acuerdo no era lo que Chile necesitaba. Y esa interpretación de que el acuerdo fue una negociación de la clase política queda desvirtuada después de los resultados del fin de semana.
¿En qué sentido?
Queda desvirtuada, primero, por la composición de la Convención Constitucional, que va a tener impacto en la discusión que viene y, segundo, porque el extraordinario resultado de las listas independientes, pero especialmente de la Lista del Pueblo, y Apruebo Dignidad, muestra que la energía que irrumpió el 18 de octubre está ahora dentro del proceso. Eso despeja cualquier suspicacia respecto de que este proceso es uno que está digitado o controlado.
Los resultados muestran también un castigo a las instituciones partidarias. Además, pareciera terminar con los códigos tradicionales en que ha funcionado la política hasta ahora. ¿Qué lectura hace?
La elección de constituyentes fue la primera elección de la forma política que viene. En ella, el rechazo a las instituciones partidarias, tradicionales, sobre todo, muestra la deslegitimación que esa forma de hacer política, anterior al 18 de octubre, terminó produciendo. Eso era evidente hace mucho tiempo, pero fue algo que muchos no quisieron ver y lo continuaron negando hasta el día anterior a la elección.
El discurso antipartidista y antipolítica está muy instalado. ¿Cómo proyecta el clima de instalación de la convención?
El resultado de las listas de independientes, especialmente de la Lista del Pueblo, han sido recibidos desde la política institucional, por así decirlo, con preocupación, esto de “quiénes son”, no demuestra la irrupción de un agente nuevo, sino la completa incapacidad de algunos de ver el país que estaban gobernando. Ellos siempre estuvieron ahí, su posición siempre fue expresada, pero no era escuchada, era totalmente ignorada. Entonces ahora irrumpen y parecen, para decirlo en las palabras de la Primera Dama, alienígenas.
Pero le insisto con el tema del clima...
Vamos a aprender a tener una conversación política como la que siempre deberíamos haber tenido y eso, por cierto, puede crear fricciones porque se trata de sectores sociales que han sufrido esa exclusión. Uno no puede pretender que lleguen a participar de la convención como si vinieran a un seminario de filosofía política, pero va a ser muy sano para Chile que sus voces estén ahí presentes con la misma relevancia que quienes creían que residía en ellos la capacidad de interpretar a Chile.
En otros países los discursos antipartidistas han devenido en la instalación de populismos. ¿Ve cierto riesgo de que algo de eso se dé en la convención?
Creo que esa interpretación de la irrupción de, por así llamarlo, lo plebeyo en una política que hasta entonces era patricia, es una manifestación más de esa mirada condescendiente que hay desde la élite institucional. Por cierto, tanto dentro de esa élite, como dentro de estos sectores habrá posiciones que a mí me parezcan correctas o incorrectas, responsables o irresponsables, serias o no serias, eso va a ser parte de la discusión.
La Lista del Pueblo ya ha dicho que no van a “dialogar con los partidos, solo con el pueblo”. ¿Cómo van a estrechar lazos con ese sector que se para desde el rechazo a lo que ustedes también representan?
Primero, no estableciendo unilateralmente las condiciones de esas conversaciones. Segundo, diría que la composición de la convención quedó de un modo tal que, a diferencia de la política de los últimos treinta años, nadie está en condiciones de imponer ni negativa ni positivamente sus términos de modo unilateral. El que llegue a la convención a atrincherarse, sea la Lista del Pueblo o la derecha, va a convertirse en una minoría irrelevante.
¿Cómo ve que haya representantes de su sector que pongan en duda aspectos claves del acuerdo del 15 de noviembre, como el quórum de los dos tercios?
La pretensión de que hay cuestiones que están totalmente fuera de la discusión no es razonable. Si se cumplen las reglas que hoy día existen, así como se cumplieron para modificar el acuerdo por la paridad, los escaños reservados, las listas de independientes, para cambiar las fechas del plebiscito y la elección, del mismo modo, se podrían discutir estas cuestiones. Ahora, si me pregunta derechamente si en las condiciones actuales es un problema la regla de los dos tercios… Ese quórum fue pensado para darle a la derecha veto unilateral, todo lo demás es retórica. Pero el pueblo de Chile ha decidido que no va a ser así porque no le dio poder de veto a ninguna fuerza y creo que es una decisión extraordinariamente sabia.
¿No es partidario de modificarlo, entonces?
Como hoy esa regla ya no le da a nadie veto unilateral, ahora tiene una significación distinta, ahora genuinamente sí significa que la Constitución tiene que apelar, no solamente a las ideas de un grupo, sino que tiene que por lo menos ser capaz de apelar a otros de modo de poder reunir esa condición. Así es que en ese sentido, creo que esa regla es razonable para el proceso constituyente que viene y debería mantenerse.
Ha planteado la necesidad de llamar a plebiscito para resolver las controversias cuando no se cumpla esa regla. ¿Insiste en esa idea?
Sigo manteniendo esa opinión, no he escuchado ninguna razón para cambiarla. Ahora, es verdad que, como consecuencia del hecho de que ningún grupo de la convención ahora tiene veto unilateral la posibilidad de que el proceso se tranque, por aplicación de esa regla, es menor, evidentemente. Porque no va a haber vetos unilaterales. Pero ¿por qué no podemos discutir también eso?
¿No cree que puede generar eso una mayor incertidumbre respecto del proceso?
Por cierto va a ser crítico el modo en que el Congreso entienda que su función es facilitar el éxito del proceso constituyente. Espero que el Congreso funcione en esa lógica. Abrirse a la posibilidad de que los modos de operación de la convención tengan que ser ajustados para asegurar el éxito de ese proceso es la posición racional. De hecho, tan claro es eso que las reglas de la convención todavía no están fijadas.
Por la diversidad que tiene la convención, ¿podría haber una dificultad para avanzar en el reglamento?
Pensando en la presencia de independientes no, no veo ninguna dificultad nueva adicional, de hecho, lo que podría haber sido un problema para avanzar en esa dimensión habría sido el veto unilateral que la derecha esperaba obtener. Creo que están dadas las condiciones, no para que esto sea fácil y rápido, porque nada importante es fácil y rápido, pero sí para que haya un acuerdo de un modo suficientemente ágil.
Usted ha planteado que esta Constitución debe ser de todos. Cuando hay un sector del país representado por la derecha que queda tan disminuido, ¿no ve ahí un riesgo de que algunos acusen que este texto interpreta solo a un sector y no sea ratificado en el plebiscito de salida?
Si uno llama una Constitución de un sector, una Constitución que descansa en un plebiscito que se ganó por el 80% de los votos y una Convención Constitucional que tiene la composición que tiene hoy día… Espero que la derecha asuma la actitud que tiene que asumir cualquier grupo que quiere ser eficaz en un sistema democrático. Que es, en vez de descalificar y excluir ideas unilateralmente, como lo han hecho estos últimos 30 años, contribuyan a intentar convencer a los demás de que sus propuestas y sus ideas miran el interés de todos. En la medida que sean exitosos al hacer eso van a tener influencia y relevancia en la conversación constituyente, y en la medida en que no estén dispuestos a hacer eso e insistan que todo lo que se aleja de la lógica neoliberal es “chilezuela”, van a hacerse irrelevantes.
¿Pero qué pasa si hay un sector relevante que no se siente representado?
Supongo que entonces van a hacer campaña por el rechazo del plebiscito de salida. Por cierto, lo que se decida en la convención es una propuesta que tiene que ser aceptada por el pueblo, entonces las posibilidades de que esa propuesta sea rechazada deben ser una consideración que los miembros de la convención tengan siempre presente.
¿No teme que eso pueda ocurrir?
Por cierto que el proceso constituyente puede no resultar y eso sería muy grave para Chile. Es una responsabilidad especial de los convencionales estar atentos y actuar de modo de minimizar todo lo que sea posible esa posibilidad. Que el proceso constitucional termine exitosamente debe ser la consideración principal que tengan todos quienes participen de la discusión constituyente, sea en la convención o desde fuera de la convención, en la discusión social que se va a estar dando al mismo tiempo. Es bien importante tener presente que parte del éxito del proceso constituyente se va a jugar no sólo en el contenido del proyecto que se apruebe, sino que también en la forma que la convención haya operado, de modo que ella sea vista como inclusiva de la discusión que va a estar ocurriendo en la sociedad y no como una discusión cerrada entre 155 personas.
“Es bien importante tener presente que parte del éxito del proceso constituyente se va a jugar no sólo en el contenido del proyecto que se apruebe, sino que también en la forma que la convención haya operado”.
¿Ahí qué responsabilidad cree que le cabe a su sector, la izquierda?
Nosotros hemos dicho que la nueva Constitución debe dar cuenta de la demanda del 18 de octubre, que se validó el 25 de octubre y hoy podemos decir que se volvió a validar el 16 de mayo y es que Chile necesita una Constitución que haga fundamentalmente tres cosas. Primero, que configure una forma política que pueda relegitimarse ante el pueblo. Segundo, debe incluir un Estado social de derechos, es decir, un Estado que asume la función no de asegurar las condiciones del mercado sino de derechos sociales: salud, educación, seguridad social, vivienda, cultura. Y tercero, una Constitución que cree posibilidades para que el Estado dé orientación estratégica al desarrollo económico. Un texto que contenga esas tres dimensiones; política, social y económica, creo que va a ser exitoso.Y esa va a ser la postura que nosotros vamos a defender en la convención.
Su nombre ha aparecido como una de las posibles cartas que podría llegar a presidir la convención. ¿Es algo que le han propuesto?
Nadie me lo ha propuesto y en este momento no está dentro de mis planes para la convención constitucional.
¿Qué condiciones debiese tener quien presida la convención?
Esperaría que fuera alguien que está consciente de que los criterios de lo que cuenta como serio o no serio, responsable o no responsable, digno o no de ser discutido, no están dados de antemano. Su función no es aplicar a la discusión los criterios a los cuales estamos acostumbrados, sino que dar cauce a estas expresiones de sectores que han sido excluidos. Andar, por así decirlo, dictando cuáles son las disposiciones con las que cada uno tiene que llegar, no es el tipo de presidencia que yo esperaría para la convención constitucional. b
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