Incendios forestales: viaje a las llamas de los guerreros del fuego
Un jefe de brigada, un director regional, un piloto y una encargada de área de la Corporación Nacional Forestal -Conaf- detallan la situación en la que se encuentran, ad portas del tramo más duro de la temporada de siniestros.
Un verano con temperaturas por sobre lo normal es el duro pronóstico de la Dirección Meteorológica de Chile para este fin de año e inicio del 2023. Y eso es hablar de alrededor de 30 grados Celsius en el inicio de la temporada estival.
Según Diego Campos, meteorólogo de la Oficina Servicios Climáticos, “para el trimestre noviembre-diciembre-enero el promedio en Santiago “debiese estar sobre los 29°C, en Chillán sobre los 27°C y en Temuco sobre los 22°C”. Y de las precipitaciones, nada. “se espera que ese trimestre se presente bajo lo normal en gran parte del país”, añade.
A esas condiciones se suma que en zonas rurales habrá una mayor cantidad de “combustible fino” (pastizales) en comparación a años anteriores, producto de las lluvias registradas durante el pasado invierno.
Es decir, se avizora una “temporada compleja” para los brigadistas de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), quienes durante los últimos años y con el cambio climático como gatillante, se han convertido en verdaderos defensores del territorio nacional y todo lo que este involucra.
Según datos de la Conaf, desde 1985 a la fecha la mayoría de los incendios ocurre en enero (25,61%), febrero (23,32%) y marzo (17,22%). Y hoy, para enfrentar los siniestros, la corporación cuenta con 283 brigadas a nivel nacional, cada una compuesta por 12 integranes en promedio.
José Flores es jefe de la brigada Palma 5, en la Región de Valparaíso, que suma en promedio la mayor cantidad de hectáreas afectadas por incendios en los últimos cinco años (714,31). Después están Aysén (415,63), Metropolitana (302,59) y Coquimbo (299,19).
Flores proyecta una temporada compleja, considerando que “estas temperaturas y vientos no son habituales para la época”.
En años anteriores, los funcionarios ya han combatido grandes siniestros en el inicio del verano. Como el que arrasó con Santa Olga, comuna de Constitución, el verano de 2017, que terminó con la vida de ocho personas. El fuego, en esa oportunidad, afectó 159 mil hectáreas y 979 familias quedaron sin hogar.
Flores cuenta que, en al menos tres oportunidades, “he estado cercado por el fuego. La última vez, en San Antonio, y gracias a los protocolos, a las instrucciones de las jefaturas, pude salir airoso y me encuentro en este momento bien, vivo”.
Al jefe de brigada le queda un año para jubilar en una labor que lo ha cobijado por más de 40 años. Agradece que ya no tendrán que usar mascarilla (por la pandemia) y valora el apoyo del Ministerio de Agricultura: “Estamos con toda la implementación: vestuario, alimentación y movilización adecuada. Estamos preparados al 100% para salir a cualquier parte del país. A donde nos manden”.
Luis Correa, director de Conaf en Valparaíso, comenta que tras su ingreso a la corporación, los brigadistas “se preparan rigurosamente”, que cumplen una capacitación en incendios forestales y otra en entrenamiento del terreno, “a través de todo lo que es preparación física y construcción de líneas de control” para la extinción de un incendio. Esta temporada, además, están siendo entrenados en el uso del GPS.
Daniel Contreras, piloto en la base de Rodelillo, cuenta que la preparación para los meses de primavera y verano comienza en julio, con reentrenamientos y capacitaciones sobre el uso de los aviones. “Tenemos reuniones, con una parte teórica y luego la práctica en la aeronave”, comenta.
La dificultad del pastizal
A diferencia de años anteriores, a esta temporada se suma la complejidad del exceso de pastizal. “Producto de las lluvias de este invierno, hubo un aumento de la biomasa referente principalmente a lo que es combustible fino, vale decir, pastizales que posteriormente se secan”, explica Correa.
¿Qué implicancias tiene esto para el combate? “Una mayor carga de trabajo, el brigadista tiene que hacer más esfuerzo para retirar ese material, y también implicancias desde el punto de vista de la seguridad, ya que la altura de la llama y la velocidad que alcanzará el fuego va a ser mayor”, añade.
Lo mismo advierte Ana María Parrao, encargada de educación ambiental y difusión de la Sección de Prevención de Incendios Forestales de Conaf. “Este verano está súper complejo el tema de incendios forestales por el tema de la vegetación, que está más alta, y con las altas temperaturas de estos últimos días, se va a secar esa vegetación que existe, principalmente el pasto (...) que está más largo y denso, entonces la velocidad del incendio va a ser mayor” augura Parrao.
Por eso, la funcionaria afirma que ya echaron a andar “una mesa regional de prevención con autoridades locales (Onemi, municipios, seremis, ministerios) en relación a la emergencia y a cómo prepararnos para evitar el incendio forestal”. Prevenir es el concepto clave.
En Valparaíso son cinco las comunas con más riesgo de incendios forestales: Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y San Antonio. Sus autoridades ya recibieron propuestas con obras de mitigación. Hace un par de años, además, están trabajando con el Ministerio de Obras Públicas para hacer cortafuegos en zonas de alto riesgo.
Parrao recuerda que “la prevención de incendios forestales no es solo de Conaf, es un trabajo de coordinación con instituciones, y con la comunidad (...) que si yo vivo en un sector de interfaz urbano-forestal, que son las partes altas, debo mantener un cortafuego, sacar el pasto seco, retirarlo de las casas, porque si un incendio forestal parte en la zona alta, por proyección va a llegar a la población”.
Apoyo aéreo
Y si el combate es “cuerpo a cuerpo”, la ayuda aérea es de vital importancia. Conaf cuenta con 63 aeronaves consideradas para la temporada 2022-2023: 37 helicópteros, 24 aviones, 1 helicóptero de coordinación y 1 avión de coordinación.
El piloto Daniel Contreras asegura que el sobrevuelo durante los incendios “ayuda bastante. Hay muchos lugares donde las brigadas no pueden entrar. No hay caminos de autos. Es útil el avión en ese momento, por ejemplo, en la cima de un cerro. Y también es muy útil la cantidad de agua que tiene”.
Dependiendo de la capacidad, un avión puede arrojar entre 2.500 y 3.200 litros de agua por tiro. Pero el jefe de brigada José Flores insiste en la importancia de la prevención.
“Hacer un llamado a todo Chile, donde la gente que vive en zona rural o de interface, que haga cortafuego, que se preocupe de desmalezar; sobre todo la gente de ciudad, cuando llegue a veranear a su cabaña, tienen que tomar otra actitud, cortar el pasto, para que en caso que hubiese algún evento de incendio forestal, no se les quemen (...) qué mejor que cuidar esto para las futuras generaciones”.
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