Lista o no, la sociedad mexicana se apresta para su primera mujer presidenta
De no ocurrir algo extraordinario, todo apunta a que una mujer liderará a México tras las elecciones de este domingo. Con la oficialista Claudia Sheinbaum y la opositora Xóchitl Gálvez encabezando los sondeos, la pregunta es cómo llega la sociedad local a este hito, considerando las duras cifras de femicidios y la idea -errada o no- de que se trata de un país machista.
La pregunta saca más de una roncha, pero es una que, a un día de la elección más grande en la historia de México, ronda en toda la región. ¿Está preparada la sociedad de la segunda economía de Latinoamérica para tener a su primera mujer presidenta, tal como las encuestas indican que ocurrirá este domingo?
Mientras todo apunta a un duelo entre la candidata oficialista de Morena, Claudia Sheinbaum, y la opositora, Xóchitl Gálvez, la pregunta flota en el aire debido a la imagen de México como un país machista, con altos índices de femicidios y una brecha importante entre las oportunidades —laborales y económicas— entre hombres y mujeres. Hasta ahora,
De las seis candidaturas femeninas hasta 2018, cuatro de ellas se postularon bajo los colores de partidos de izquierda y dos más de derecha. Desde la consumación de la independencia, el país ha tenido a 65 presidentes hombres y tuvieron que pasar 161 años para que por primera vez se presentara a una elección en busca del Ejecutivo. Se trató de la activista Rosario Ibarra de Piedra, quien en 1982 fue la primera mujer en competir por la presidencia como candidata del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Obtuvo el quinto lugar.
Julia Zulver, investigadora y doctora en Filosofía por la Universidad de Oxford, señaló a La Tercera que México es un país “muy interesante en cuanto a la cuestión de igualdad de género”, ya que tiene “dos lados de una misma moneda”.
“Por un lado, institucionalmente sí ha habido muchos avances para mujeres. Por ejemplo, hay paridad en el Congreso y en las dos cámaras, hay mujeres en la Corte Suprema, y la presidenta del Banco de México es una mujer”, explicó la experta.
“Pero, por el otro, tenemos una crisis tanto de violencia contra la mujer como de derechos humanos. Hay desapariciones de mujeres cuyas cifras crecen constantemente, hay tasas muy altas de violencia por razones de género y, obviamente, tenemos la mala fama de los femicidios en México. Las estadísticas dicen que hay, más o menos, 10 homicidios de mujeres cada día, con muy altas tasas de impunidad”.
Charlynne Curiel, docente del Instituto de Investigaciones Sociológicas de México, planteó que “no se trata de una elección que refleje que el país esté optando por una visión feminista, o que votarán por una de las candidatas femeninas por el hecho de ser mujeres. Más bien, es porque representan cierta continuidad política”.
En el caso de la favorita en las encuestas, la oficialista Claudia Sheinbaum, “percibo que las personas no van a votarla porque es una mujer. Lo harán porque ven una continuidad de un proyecto que mucha gente en este país valora como positivo. Pero si el partido oficialista hubiera decidido que el sucesor de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) haya sido un hombre, creo que estaríamos viendo exactamente la misma situación, es decir, un puntero muy adelante del segundo lugar”.
El carácter histórico de la elección no solo está dado porque dos mujeres se enfrentan con la mayor chance de ganar -con un tercer hombre con pocas posibilidades, según sondeos-, sino también por la cantidad de cargos públicos en disputa. En resumen, más de 98 millones de mexicanos acudirán a las urnas para elegir a su nueva o nuevo mandatario, así como para renovar el Senado, la Cámara de Diputados y las gobernaciones de Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
Vale añadir que, según una encuesta del periódico El Financiero, López Obrador mantiene un 58% de aprobación ciudadana en su sexto año de mandato. Hablando de sondeos, la candidata con mayor posibilidades de imponerse durante semanas es la carta de Morena, Claudia Sheinbaum, quien, si bien ha visto reducida levemente su distancia frente a Gálvez, la mayoría de las encuestas la posicionan a 20 o más puntos de su más cercana competidora. Esta, a su vez, se separa por otro 20% del tercer candidato, Jorge Álvarez Máynez.
¿Está preparado México?
Si bien es una duda que desata molestias, fue el propio poder político mexicano el que lo puso en la palestra. Gálvez, exsenadora y empresaria tecnológica, ya lo había planteado antes de ser respaldada oficialmente por la oposición como su carta para llegar al Palacio Nacional, en julio pasado. En su cuenta de X, antes Twitter, la política escribió: “La gran pregunta: ¿México está preparado para tener una Presidenta? Más que preparado, está listo. ¿Ustedes qué opinan?”.
Luego, a mediados de marzo de este año, AMLO se refirió al tópico durante una entrevista al Canal Red, señalando que su apuesta a la continuidad de Morena “está más preparada que yo, habla inglés”, dijo sobre la científica y exalcaldesa de la capital de México. “Es muy inteligente. Académicamente, es más que yo; yo apenas terminé la licenciatura, ella es doctora. Es una mujer con convicciones, con principios, honesta, tiene muchos méritos”, añadió.
Sin embargo, antes de aquello viene otra pregunta, aún más de base. ¿Es México un país machista? En opinión de los propios mexicanos, según un sondeo citado por El País, sí lo es. Un 75% de los consultados considera que la población es algo o muy machista, si bien el 53% de los hombres dijo que preferiría a una mujer gobernando, mientras que al 69% de las mujeres le gustaría ver a una congénere en el Palacio Nacional.
“México es un país ultra machista”, responde tajante Charlynne Curiel. De hecho, vincula la violencia narco con este factor, ya que la “crisis” en la que ha entrado la figura masculina “en los últimos 30 años”, cree que “ha exacerbado estos ímpetus machistas que nos tienen en México elevando índices de incidencias de diferentes tipos de violencia hacia las mujeres”.
“Esto también contribuye a la proliferación del crimen organizado, donde se integran varones que están dispuestos a hacer todo con tal de demostrar que son hombres”, añade.
Por otro lado, está la participación femenina en política, donde los datos ayudan a ampliar la mirada al respecto. Cifras publicadas por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, dependiente de la CEPAL, detallan que a septiembre de 2023, México se ubicaba en el quinto lugar en la región entre los países con la mayor participación de mujeres en los gabinetes ministeriales. Con un 44%, el país norteamericano supera por casi el doble el promedio de Latinoamérica del 28,7%. Dicha lista la lidera Chile, con un 58%.
Donde también México ha demostrado una diferencia frente a la región es en el porcentaje de escaños ocupados por mujeres en los Parlamentos nacionales, donde el mismo organismo señaló que es el tercero con la cifra más alta. El 50% del Congreso cumple ese parámetro, siendo superado solo por Cuba (53,4%) y Nicaragua (51,6%). Chile, en tanto, baja al 11° lugar, con el 35,5%.
Este ingreso de la mujer al campo político ha sido un proceso largo, pero que en los últimos años ha demostrado un importante avance gracias a medidas como la paridad en la Cámara de Diputados, aplicada desde 2018. En la misma línea, la diferencia entre hombres y mujeres en puestos de gobierno y entidades internacionales se redujo en más de un 25%, según datos gubernamentales citados por The Associated Press.
Sea quien sea que gane este domingo, deberá hacerse cargo de problemáticas complejas, como lo es la alta tasa de femicidios registrada en el país norteamericano. Entre el 1 de diciembre de 2018 y el 31 de enero de 2024, se contabilizaron 4.817 casos de femicidios, según datos entregados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Solo durante este año, la cifra ya llega a 410, indicó la misma institución, donde muchas de ellas son víctimas menores de edad, consignó France 24.
Una de las mayores críticas a la actual administración de López Obrador es que, con el pasar de su sexenio en el poder, los números solo aumentaron. Para 2018, cuando AMLO inició su mandato, hubo 898 femicidios registrados; un año después, se llegó a los 944; el alza continuó en 2020, con 947 asesinatos de mujeres; lo que llegó a su punto álgido en 2021, al alcanzar los 981. La tendencia al alza se frenó en 2022, cuando bajó a 832 casos.
Si se amplía la mirada, la inseguridad, señalan las dos expertas, se ha tomado la agenda en el último tiempo. Es más, solo durante este año más de 20 personas han sido asesinadas mientras aspiraban a un cargo político.
Al respecto, Julia Zulver planteó a este medio que “antes se hablaba bastante de temas como los femicidios, de la violencia de la mujer, de la misoginia, etc. Últimamente, se están enfocando mucho más en cuestiones de inseguridad. Ha sido y sigue siendo un tema muy importante para ambas candidatas y eso es lo que a los votantes les interesa. Lamentablemente, ambas están hablando mucho de la militarización, de cómo controlar la inseguridad, y sus respuestas tienen que ver con ello”.
Y continuó: “Los datos nos dicen que la militarización tiene impacto y conexión directa con el aumento de los asesinatos y las desapariciones de mujeres en México. Una política pública de militarización de la seguridad pública sí tiene un vínculo muy estrecho con la experiencia de las mujeres. Mientras más militarización haya en las calles, seguirá la inseguridad respecto al género”.
Efectos y posibilidades
Tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Gálvez tienen propuestas destinadas a mejorar la calidad de vida de las mujeres mexicanas, como bien queda patente en su propuesta de programa de gobierno. Sin embargo, se debate sobre si su carácter de mujer -y las políticas que impulsan- es lo que erige su condición de principal carta del sector que representan.
“Ser mujer no quiere decir que sea feminista, pero en el caso mexicano, yo no veo que estamos hablando de mujeres que están en contra de la igualdad de género ni nada relacionado”, argumentó Zulver. Y si bien dijo que “no podemos negar que simbólicamente es muy importante que México vaya a tener una mujer presidenta, tampoco quisiera decir que han llegado a las candidaturas por sus propuestas de género”.
En línea con lo planteado previamente por Curiel, añadió que las candidatas “a veces hablan de igualdad de género, de las desapariciones, de los femicidios, pero no hace un componente muy grande de sus campañas. Yo creo que más bien están representando a sus partidos, especialmente en el caso de Claudia Sheinbaum y Morena”.
Y es que ser mujer en ningún caso es sinónimo directo de ser feminista. Así lo han dejado claro distintas políticas que llegaron al poder rechazando de plano esta corriente, como lo es el caso de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el de la vicepresidenta argentina, Victoria Villarruel. Esta última incluso ha llegado a negar la existencia de la desigualdad y la violencia de género.
Para Charlynne Curiel, “si bien es cierto que lo que llamamos el feminismo civil, que ha intentado hacer las transformaciones desde adentro del Estado, ha tenido grandes logros, también es cierto que llevamos 18 años, desde 2006, en una suerte de ola in crescendo con el fenómeno de la violencia hacia las mujeres”.
Es por eso que cree que “el movimiento feminista ha estado muy atento a qué están diciendo las candidatas, sobre todo la puntera, sobre la violencia contra la mujer y sus propuestas. Y así como en este sexenio tampoco hubo una política al respecto, pues tampoco se ve entre las actuales candidatas”.
Zulver, en tanto, cerró criticando que “en México ha habido mucha muchas preguntas sobre si el país está listo para tener una mujer presidenta. Veo bastante sexista la formulación de esa pregunta, pero me parece que las candidatas están en esas posiciones, no necesariamente por el hecho de ser mujeres, sino por las dinámicas internas de sus partidos. Sin embargo, no sabemos si al ser electas habrá más posibilidad para hacer lucir esa parte de ellas, su lado feminista. Podemos tener esperanza, pero no lo veo ni muy factible”.
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