Ministra Camila Vallejo (PC): “No veo en nuestro sector un ánimo de reseteo ni de renuncia”


MINISTRA SECRETARIA GENERAL DE GOBIERNO, CAMILA VALLEJO
FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

La vocera de gobierno hace un balance de la derrota que sufrió su sector tras el triunfo del Rechazo en el plebiscito y advierte que no es un mensaje para frenar las reformas comprometidas. “Es sesgado instalar que este resultado es contra un gobierno que además fue electo por mayoría y con un programa transformador”, afirma. Sobre la fallida nominación de Nicolás Cataldo (PC) en la Subsecretaría del Interior, llama a la oposición a “superar la lógica de la Guerra Fría”.


A diferencia de la configuración inicial del gabinete del Presidente Gabriel Boric -donde otros como Giorgio Jackson e Izkia Siches jugaron un rol más protagónico-, la ministra Camila Vallejo (Segegob) tuvo esta vez una voz preponderante en el reordenamiento de piezas que definió el Jefe de Estado esta semana, tras el aplastante triunfo del Rechazo en el plebiscito. Pese a eso, en la colectividad en la que milita -el Partido Comunista- el movimiento de piezas dejó heridas.

¿Cómo lee, con más perspectiva, los resultados del domingo?

Fue un momento histórico para el país, donde ha podido resolver, mediante la institucionalidad, sus diferencias. Eso ya es un triunfo para la democracia y nos tiene que hacer sentir orgullosos. Es evidente que la propuesta que nosotros creíamos que significaba un buen comienzo hacia el avance de una Constitución más democrática no lo recibió así otra gran mayoría. Y eso implica hacer una lectura y una reflexión bien acuciosas de lo que pasa en ese mundo.

¿Cuál es su interpretación?

Ese es un análisis que no está todavía cerrado. Lo que es definitorio, al menos del triunfo del Rechazo, es que el texto no concitó la mayoría de los apoyos, no logró interpretar, por múltiples razones, lo que la gente buscaba en este plebiscito. Y con el mandato original del plebiscito de entrada, lo que nos abre es una segunda oportunidad para contar con una nueva Constitución.

¿Cómo califica la derrota? ¿Es irremontable para lo que viene?

Nada es irremontable, sobre todo, porque nuestro país sigue deseando cambios profundos y sigue deseando y exigiendo dignidad. La ciudadanía en general quiere cambios, no statu quo, no mantener las cosas como están. Por lo tanto, esto en ningún caso cierra las puertas, sino que abre un nuevo proceso y una segunda etapa del hacer y quehacer de la política.

No parece haber un diagnóstico compartido en el oficialismo. Algunos piensan esto como un antes y un después. Como un reseteo del camino que se venía trazando como país.

No veo que en nuestro sector un ánimo de reseteo ni de renuncia. De hecho, todo lo contrario. Está muy clara la necesidad de reforzar nuestro trabajo en unidad para empujar los cambios. Hemos hablado de un diálogo para transformar, para reforzar el encuentro y no solamente a nivel político, sino que también en la base social. Eso está también en el sello del nuevo comité político, cuya composición está pensada para reforzar aquello.

¿Cómo se remonta una derrota de este nivel?

Eso ya está cursando, ya inició el espacio de trabajo -que está radicado en el Congreso- para un acuerdo hacia un nuevo proceso constituyente que tiene sentido de urgencia para poder dar certidumbre. Y, por otro lado, la necesidad de reimpulsar nuestro programa de transformaciones.

Varios analistas apuntan a que en parte hubo un voto de rechazo a la gestión del gobierno del Presidente Boric.

No lo vemos necesariamente así. Hay una crisis de representación y todo lo que venga de poderes constituidos, de la institucionalización de ciertas fuerzas políticas se ve como una instancia que impone al resto de la ciudadanía. Entonces la lógica impugnatoria hacia las instituciones de representación muchas veces se expresa en aquellos segmentos que a lo mejor no estaban teniendo una participación permanente y orgánica. También había mucho de descontento sobre cómo se llevó el desarrollo de la Convención Constitucional, muchas cosas que tuvieron que ver con la forma de presentar propuestas, de atrincheramiento en algunos casos y también sobre algunos contenidos. Esto no solamente respecto a forma, sino que al contenido que tenía la propuesta, que no hizo sentido. Además, hay un fenómeno que es importante ver, que es que no estamos acostumbrados y es el voto obligatorio con inscripción automática. Hay un mundo que vino a votar que antes no participaba. Es sesgado instalar que este resultado es contra un gobierno que además fue electo por mayoría y con un programa transformador.

¿Fue un error aparejar el Apruebo al gobierno? El Presidente jugó un rol relevante en eso.

Hicimos lo que teníamos que hacer, nuestra campaña, que además fue validada por la Contraloría General de la República, tenía el objetivo de informar y de permitir a la ciudadanía contar con el texto para que pudiera leerlo y para contribuir a enfrentar una oleada de desinformación y fake news que estuvo muy radicalmente presente en la campaña. Y eso fue lo que nosotros hicimos de cara al proceso y al plebiscito.

Usted decía que hubo un castigo a las formas en que la Convención Constitucional elaboró el texto. ¿No debió intervenir más políticamente el gobierno?

Hay que evitar un fenómeno clásico que sucede tras las elecciones: que después de la batalla todos somos generales y empiezan a presentarse responsabilidades cruzadas. Acá hay que hacer una reflexión más profunda, insisto, de la irrupción de un mundo que no estaba necesariamente participando en el acontecer de la política nacional y que hoy día fue a votar porque el voto era obligatorio y se expresó con descontento.

Pero no me respondió si cree que el gobierno debió haber intervenido más en el debate de la Convención.

Es que al gobierno no le correspondía meterse en la Convención.

¿Y sus partidos?

Bueno, esas serán reflexiones propias de los partidos.

Usted habla de que esta no es una renuncia a los cambios. Sin embargo, hay una sensación en el oficialismo de que el cuadro actual puede terminar moderando las reformas. Daniel Núñez (PC) lo advertía el fin de semana.

Lo que he visto es que hay una convicción renovada y reforzada de reimpulsar nuestro programa de transformaciones. Y por eso en el consejo de gabinete de este viernes uno de los temas fundamentales que se planteó es cómo nos involucramos todos y todas los ministros de Estado en el éxito de la reforma tributaria o de la reforma previsional. No es fácil, obviamente, y por eso esta premisa del diálogo para transformar, porque no tenemos mayoría en el Congreso.

¿No queda hoy la derecha en una mejor posición negociadora en el Congreso, tras el triunfo del Rechazo?

Las fuerzas de la derecha no estuvieron en la campaña, entonces es difícil que se puedan adjudicar un triunfo así en el Parlamento. Sobre todo, porque las mismas fuerzas de oposición han dicho que ellos no están por mezclar lo que es un acuerdo con el proceso constituyente, con lo que es el programa de gobierno. Compartimos eso. Avanzan en carriles distintos.

Con la reconfiguración del gabinete, el Presidente renuncia a que sea esta nueva generación, la de ustedes, la que conduzca el gobierno. Tanto así que elige como su ministra del Interior a Carolina Tohá. ¿Qué reflexión hace usted a esta especie de desplazamiento que hay en el gobierno y esta revaloración de la ex Concertación?

No comparto la tesis de que se haya tratado de dejar fuera a una generación. Desde un principio, nosotros hablamos de tener un gobierno construido intergeneracionalmente y que representara a distintos mundos, pero unidos en torno a un proyecto de cambio. Lo que sucedió con el cambio de gabinete fue un reforzamiento de esa idea de diálogo intergeneracional y de reforzar la convocatoria de nuestras dos coaliciones en el proceso de conducción del gobierno. El Presidente creyó que era necesario y convenimos de que era importante ese diseño para esta segunda etapa. Para poder hacer avanzar nuestro programa necesitamos a todos y todas empujando el nuevo carro y en la misma dirección. Y eso implica que la conducción política tenga presencia de ambas coaliciones. Es un reforzamiento más que una disputa intergeneracional.

Sin embargo, en el mapa inicial se dejó al Socialismo Democrático en un segundo plano ¿Hubo un aprendizaje?

Tenemos por primera vez en la historia un gobierno con dos coaliciones. Esto ha sido todo un proceso de construcción conjunta que ha derivado hoy día en una síntesis, y es una síntesis correcta. Efectivamente, desde un inicio estuvo el Socialismo Democrático presente en el gobierno con Apruebo Dignidad. Hoy día para reforzar la conducción y la gobernanza de nuestro gobierno y de las coaliciones se requiere su incorporación para empujar con más fuerza el programa. Hemos ido evolucionando en una conversación en torno a cómo ser mejor gobierno, cómo reforzar nuestro proyecto político.

¿Cómo quedó la relación con el Partido Comunista?

El PC, como todos los otros partidos, son piezas fundamentales. Y tenemos una convicción: estamos aquí porque compartimos un programa. Independientemente de las ministras, ministros, subsecretarios, subsecretarias que tengamos, somos parte porque consideramos que es necesario para nuestro país un gobierno de cambio y transformación. Yo estoy acá siendo vocera porque tengo esa convicción como parte de un gobierno, pero también porque tengo convicciones como militante.

Su partido acusó un veto anticomunista en contra de Nicolás Cataldo y presiones de la derecha.

En estos tiempos es importante hacer un llamado a la oposición a superar las lógicas de la Guerra Fría, sobre todo recogiendo las mismas palabras de la oposición antes y después del plebiscito: de la necesidad de una unidad nacional, de un diálogo, de una Constitución que representara a todos y todas, donde todos cupiéramos. Y en eso no corresponden los sectarismos y las exclusiones.

¿Pesó eso en la decisión del Presidente?

No. El Presidente toma sus propias decisiones en torno a la conformación de los equipos y él definió lo que definió.

¿Usted estuvo de acuerdo?

Es que son decisiones del Presidente. Él hace las valoraciones correspondientes y arma los equipos en el sentido de, como decía, lo principal que es el reforzamiento en la conducción y la tarea de gobierno, pensando en la gente.

El Presidente decía este viernes “gobernamos para Chile, no para los partidos”. Quedan tensas las relaciones con partidos como RD. ¿Cómo se administra eso?

El Presidente fue muy claro en eso. Nosotros estamos aquí por las chilenas y los chilenos. Si somos gobierno pensando en el bienestar de la población y no estamos gobernando efectivamente para los partidos. Sin perjuicio de eso, y lo mismo dijo nuestra ministra del Interior, los partidos son fundamentales para el alcance de los objetivos que están diseñados y pensados.

¿Cómo ve el rol del PC para lo que viene? Porque lo que se ha deslizado es que van a tratar de “tironear” al gobierno para que no ceda en las reformas.

Siento que a veces se arman polémicas que no tienen mucho asidero en lo que efectivamente está pasando. Vuelvo al punto: nosotros tenemos un programa que con este nuevo gabinete se busca reimpulsar. No hay nada para señalar que hay un retroceso, una falta de convicción. Si estamos acá todos los partidos y los ministros y ministras que tenemos militancia es porque tenemos un proyecto de cambios y que vamos a empujar porque tenemos la convicción de que hay que hacerlo. Y en la medida en que nos mantengamos todos en este buque juntos, unidos y unidas, es más fácil.

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