Nicolas Sarkozy: Del cenit de Bercy al ocaso por condenas judiciales
El expresidente francés, que en 2007 llegó al poder tras su histórico discurso de Bercy en el que prometió introducir “la moral” en la política, este año ha recibido dos condenas por corrupción. Figura popular e influyente aún en los círculos conservadores, este “fuerte golpe” pone en duda su carrera. Según The Independent, “no hay vuelta atrás para el deshonrado” Sarkozy.
Le Top Cop (el policía superior), fue uno de los varios apodos con los que Nicolas Sarkozy se deleitó, cuando se convirtió en presidente de Francia en 2007. “El diminuto conservador”, como lo definió The Independent por su estatura de 1,65 m, había pasado años construyendo su base de poder como uno de los ministros del Interior más reaccionarios del país durante la presidencia de Jacques Chirac.
Como recuerda el diario británico, en esa época Sarkozy se refirió a los jóvenes infractores de la ley de los estados municipales como “escoria” y pidió sentencias de prisión más duras para castigarlos, mientras reprimía cualquier tipo de disidencia política con legiones de agentes de control de disturbios.
Formado en las faldas de Chirac desde 1975, se distanció de él 20 años más tarde para, tras una dura travesía del desierto, combatirlo de forma encarnizada a partir de 2002 en busca del poder. Lo conquistó en 2007 frente a la socialista Ségolène Royal, tras haberse confeccionado un traje de derechista sin complejos, hombre de la ruptura frente a la moderación “chiraquiana”, que le permitió ganar buena parte de los votos de la ultraderecha que cinco años atrás habían permitido a Jean-Marie Le Pen pasar a la segunda vuelta de las presidenciales.
El sueño de Sarkozy era revolucionar su país de la misma manera que Margaret Thatcher había alterado a Reino Unido en los 80. El francés admiraba especialmente a la Dama de Hierro, otra conservadora radical como él, apunta The Independent. A juicio de Sarkozy, habría una “ruptura” con el pasado, y la estancada república francesa finalmente sería arrastrada en el siglo XXI.
Y así lo dejó de manifiesto en su histórico discurso del 29 de abril de 2007 en Bercy, que recogió los asuntos que había repetido desde que en enero de ese año arrancó su sprint hacia el Elíseo con aquel famoso: “He cambiado”. En esa oportunidad criticó al mismo tiempo al “pensamiento único” neoliberal y a la ideología izquierdista de Mayo del 68.
“La herencia de Mayo del 68 ha introducido el cinismo en la sociedad y en la política. Han sido precisamente los valores de Mayo del 68 los que han promovido la deriva del capitalismo financiero, el culto del dinero-rey, del beneficio a corto plazo, de la especulación. El cuestionamiento de todas las referencias éticas y de todos los valores morales ha contribuido a debilitar la moral del capitalismo, ha preparado el terreno para el capitalismo sin escrúpulos y sin ética, para esas indemnizaciones millonarias de los grandes directivos, esos retiros blindados, esos abusos de ciertos empresarios, el triunfo del depredador sobre el emprendedor, del especulador sobre el trabajador”, dijo Sarkozy en la multitudinaria reunión en el palacio multideportivo de Bercy, en París, en la que convocó a centristas, gaullistas y otros electores indecisos a aportarle su voto el 6 de mayo en la segunda vuelta de las presidenciales.
Y prometió introducir “la moral” en la política. “Propongo a los franceses devolver a la política la moral, la autoridad, el trabajo, la nación. Les propongo reconstruir un Estado que haga realmente su trabajo y que, en consecuencia, domine las feudalidades, los corporativismos y los intereses particulares. Les propongo rehacer una República una e indivisible contra todos los comunitarismos y todos los separatismos. Les propongo reedificar una nación que de nuevo esté orgullosa de sí misma”, afirmó entonces.
“No hay vuelta atrás”
Pero la larga lista de problemas legales de Sarkozy, que dirigió Francia de 2007 a 2012, ayudó a hundir su candidatura en un intento por volver al Palacio del Elíseo, en las elecciones de 2017. Ahora, tras dos condenas penales y posiblemente más en camino, su carrera política “ciertamente ha terminado”, apunta The Independent, que asegura que “no hay vuelta atrás para el deshonrado” político que en 2007 proponía a los franceses “devolver a la política la moral”.
Sarkozy, de 66 años, se convirtió en marzo pasado en el primer expresidente de la Quinta República (régimen iniciado en 1958) en ser sentenciado a prisión firme por corrupción y tráfico de influencias. Solo otro Presidente francés, el mentor político de Sarkozy, Jacques Chirac, fue juzgado después de dejar el cargo, pero se le excusó de tener que asistir a su juicio por corrupción de 2011 debido a problemas de salud y recibió una sentencia suspendida de dos años por la creación de trabajos fantasmas en el municipio de París para financiar su partido cuando era alcalde.
En cambio, a Sarkozy se le impuso tres años de cárcel, dos de ellos en suspensión y uno en firme. Es decir que el acusado no puede interponer ningún recurso contra el dictamen. El caso se remonta a 2014, cuando supuestamente intentó sobornar, junto a su abogado Thierry Herzog, al magistrado Gilbert Azibert, entonces asesor principal en la corte de apelaciones del Tribunal Supremo de Francia.
Según la justicia francesa, ambos le ofrecieron a Azibert un puesto en el Consejo de Estado de Mónaco, a cambio de información confidencial sobre una investigación contra Sarkozy, relacionada con las acusaciones de que, el entonces jefe de Estado, había aceptado pagos ilegales de la heredera de L’Oreal, Liliane Bettencourt, para su campaña presidencial de 2007. De acuerdo con las autoridades, el hecho se descubrió a partir de unas escuchas telefónicas contra el entonces presidente. “Le ayudaré, la haré ascender”, habría afirmado Sarkozy en uno de los diálogos, apuntaron las indagaciones.
Si bien tanto el exgobernante, como su abogado, alegaron que no cometieron el delito del que eran acusados, la fiscal Celine Guillet dijo que se había establecido “con certeza” que el juez Azibert transmitió información confidencial sobre el caso Bettencourt a su amigo Herzog. Con todo, Sarkozy se encuentra libre a la espera de una apelación.
Pero los problemas legales no dan tregua al político de derecha. El pasado 30 de septiembre, el Tribunal Penal de París lo declaró culpable de financiamiento ilegal de su campaña en la fallida candidatura a la reelección en 2012 en el marco del caso “Bygmalion”. El exjefe de Estado fue sentenciado a un año de prisión y seis meses de suspensión, además se le impuso una multa de 3.750 euros; aunque podrá pagar la pena bajo arresto domiciliario y vigilancia electrónica.
Se le acusa de haber gastado casi el doble de la cantidad máxima legal de 22,5 millones de euros en su intento de reelección en el que perdió frente al socialista François Hollande y posterior a eso, contratar a una agencia amiga para ocultar el gasto. Un montaje de facturas falsas que financió su campaña en 2012 por unos 42,8 millones de euros. Este exceso de gastos se habría ocultado en un montaje financiero entre el entonces partido oficialista Unión por un Movimiento Popular (UMP) -actualmente Los Republicanos- y la empresa que organizó los eventos, Bygmalion
“Llegaré hasta el final en esta búsqueda, que va más allá de mi caso personal, porque todo el mundo puede encontrarse un día con una injusticia”, dijo Sarkozy en sus redes sociales tras conocer el veredicto. “Hice un llamado a la corte para que imparta justicia”, aseguró, tras anunciar que apelaría al fallo.
Pero el fin de semana pasado, en sus primeros comentarios públicos sobre el veredicto Sarkozy le restó importancia a su nueva condena. Durante una aparición en una librería Lamartine de París para firmar ejemplares de su nuevo libro Promenades (Paseos), centrado en sus influencias literarias y culturales. “Es muy emotivo y al mismo tiempo muy tranquilizador sobre el ánimo del país, porque la gente no es tonta en absoluto (...) lo han entendido”, comentó el exjefe de Estado.
Los partidarios de Sarkozy han criticado el veredicto por considerarlo políticamente motivado, pero su segunda condena este año marca un “fuerte golpe” para el exmandatario, según Reuters.
Una opinión similar a la manifestada por Gaspard Estrada, académico de la Universidad Sciences Po, en París, y columnista de The New York Times. “Me parece que esta sentencia, si bien será apelada por la defensa de Sarkozy, tendrá un impacto en la imagen pública del expresidente”, comentó Estrada a La Tercera.
Las dos condenas podrían obligar a Sarkozy a desempeñar un papel más discreto en las elecciones presidenciales del próximo año. No tenía previsto presentarse, pero, como figura popular e influyente en los círculos conservadores, se espera que apoye al candidato de su partido.
De hecho, los conservadores Xavier Bertrand, Valérie Pécresse y Michel Barnier, quienes esperan ser respaldados como candidatos de Los Republicanos, enviaron “un mensaje de amistad” a Sarkozy a través de Twitter, diciendo que respaldaban su decisión de presentar una apelación. “Él sabe que puede contar conmigo”, dijo Bertrand, quien lidera a sus rivales en las encuestas de opinión.
Pero su peor proceso, en el que lo acusan de recibir dinero del dictador libio Muammar Gaddafi, aún está pendiente. En la justicia hay pesquisas para determinar si en 2007, Libia ayudó financieramente a Sarkozy para llegar al poder. La denuncia la hizo el medio francés Mediapart hace unos años y estremeció al país. Se hablaba de maletas llenas de euros que habrían llegado a Francia para darle un empujón al entonces candidato de la derecha. El hijo del fallecido dictador, Saif al-Islam, luego confirmó la información en una entrevista. “Estamos listos para revelarlo todo”, dijo en este momento.
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