Se trata de una de las 50 pequeñas cabañas de madera flotante que se extienden a lo largo de las aguas de Manado, en Indonesia; están ancladas a la costa por una larga cuerda y suspendidas por boyas. Todas las semanas una persona del equipo de trabajo de Aldi iba a recoger el pescado de las trampas y le entregaba algunos suministros, agua y combustible. Sin embargo, las fuertes ráfagas de viento rompieron las amarras y dejaron a Aldi a la deriva en el mar.

El joven solo tuvo algunos días de suministros y sobrevivió pescando, quemando leña de la propia estructura para cocinarlos y bebiendo agua de mar a través de su ropa para minimizar su consumo de sal.

"Creía que iba a morir ahí", dijo a los medios de comunicación Aldi. En un momento dado, dijo que pensó en el suicidio y consideró saltar al océano, pero recordó los consejos de sus padres para orar en momentos de angustia. "Tenía una Biblia a bordo, así que fue lo que hice", detalló.

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