Camino a la sustentabilidad, la última meta de una histórica compañía nacional
Rosen, fundada en 1958 en Temuco, se propuso disminuir su impacto en el medioambiente y contribuir al desarrollo de sus colaboradores y la sociedad mediante acciones que reduzcan la huella de carbono y que permitan un uso eficiente de recursos naturales, como la incorporación de energías renovables y de sistemas de reciclaje, entre otras. “La sustentabilidad no es una carrera que se corre y se termina. Día a día vamos buscando, a través de nuestras operaciones, impactar de manera positiva a todo nuestro entorno”, reflexiona Agustín Alfonso, gerente general.
La historia de Rosen está decorada por una decena de hitos. Desde su humilde origen en Temuco, cuando José Rosenberg junto a sus hermanos y su madre Blanca Villarroel levantaron un taller para fabricar colchones en el patio de la casa en 1958, hasta la expansión hacia todo el país e incluso el extranjero, la empresa ha forjado una tradición de constante crecimiento e innovación.
Desde ese pequeño centro de operaciones, en el que los Rosenberg Villarroel producían poco más de un colchón diario, pusieron los cimientos y establecieron los pilares que han marcado el ADN de la empresa: un espíritu familiar, local y de constante colaboración. Así quedó patentado durante los primeros años, cuando comenzaron a sumar colaboradores de la región, aumentar la producción y fortalecer su desarrollo.
“El éxito de Rosen ha sido gracias a un factor clave: el equipo humano. Es desde ese sello familiar donde se produce un estilo de hacer una empresa colaborativa. Este 2022 reconocimos a tres colaboradores con 45 años en la empresa; el que más lleva es nuestro gerente de producción, con 52 años. Aquí trabajan familias completas y eso ha permitido hacer las cosas diferente”, detalla Agustín Alfonso, gerente general de Rosen.
Los primeros años de la compañía se desarrollaron en el galpón de producción con cerca de 50 colaboradores. Pero a principios de la década de los 80, la empresa incorporó nuevas tecnologías y maquinarias y, gracias a la creciente demanda, pasó a producir más de 100 colchones por día, lo que obligó a salir del patio hogareño e instalar una planta en la salida norte de la ciudad en 1987.
Ese fue uno de los acontecimientos más significativos para Rosen, pues se pasaba del trabajo artesanal a la automatización. Pero no es el único. Así de importante también fue la expansión internacional a países como Bolivia, Uruguay y Argentina en la década de los 90, o la instalación de filiales industriales y de distribución en Perú y Argentina en la mitad de la misma.
Ahora, Rosen se prepara para anotar otro gran hito en su historia: el lanzamiento de su estrategia de sustentabilidad. “En la última década nos hemos preocupado de seguir implementando mejores políticas desde el punto de vista del bienestar y el desarrollo humano, así como también estrategias de reutilización de materiales de descarte, logrando en este tiempo reintroducir a nuestros procesos productivos más de 15 mil toneladas. Pero lo que antes eran acciones aisladas, hoy son parte de una estrategia compañía y con esto estamos redefiniendo el paradigma”, introduce Alfonso.
Agrega que “pensamos que de aquí a 2030 podamos tener una reducción en la huella de carbono a la mitad. Es el primer gran desafío, porque nuestras operaciones tienen un componente de huella de carbono importante y esto debe reinventar nuestro modelo operacional y de negocios”.
Este plan de acción, bautizado “Sueños Conscientes”, es una estrategia de sustentabilidad que contempla un listado de proyectos, metas y acciones divididos en tres ejes: “Descanso para el planeta”, que busca disminuir los impactos ambientales de los procesos productivos y modelo de negocios; “Soñemos en comunidad”, que apunta a construir una cultura de sustentabilidad al interior de la empresa, proveedores y con la comunidad en general; y “Respaldo de confianza”, que apunta a tener proyectos e iniciativas transparentes y enmarcadas en redes de colaboración con organismos del sector público y privado.
En el primer eje, la base es hacer un uso más eficiente de los recursos, economía circular, gestión climática y creación de nuevos modelos de negocios.
“El objetivo de una empresa no termina en las utilidades que genera. Hoy estamos viendo que el desafío es terminar en la comunidad, en el entorno, en sus colaboradores. Se trata de dejar un legado a las nuevas generaciones, de servir como inspiración y demostrar que una empresa industrial de La Araucanía puede hacerlo”, valora el gerente general de Rosen.
Para esta arista, la empresa ha medido su huella de carbono en los últimos tres años, y han identificado que más del 90% corresponden a emisiones indirectas provenientes de la cadena de valor. Por eso, una de las tareas más importantes es trabajar con los actores de esta cadena, en específico con proveedores –muchos de ellos fuera de Chile– para establecer alianzas, compromisos y flujos de gestión que permitan disminuir esa huella.
Agustín Alfonso añade que en segundo lugar está lo que respecta al uso de energías limpias. “Nos hemos suscrito a varios acuerdos de abastecimiento de energías renovables, y además estamos buscando la fórmula para autogenerar energía. Nuestro centro de distribución de Buenaventura este año parte con la generación a través de paneles solares, lo que nos ayudará a abastecernos en un porcentaje importante de energías limpias”, detalla. También pone énfasis respecto a disminuir el uso de materiales vírgenes, aumentar el uso de insumos reciclados, y contar una gestión eficiente de los residuos.
“También estamos trabajando con productos y materias primas que incorporen atributos de sustentabilidad, que nos permitan asegurar que su impacto social y ambiental es menor. Otro punto de este eje es la circularidad, lo que implica repensar el modelo de negocio con el fin de salir del flujo lineal y establecer uno que nos permita disminuir los residuos del origen, mantener los materiales en el ciclo técnico el mayor tiempo posible y regenerar los sistemas naturales”, agrega el gerente general.
El importante componente humano
Una de las tareas que ha tenido Rosen en su existencia es traspasar las innovaciones y tecnologías a todas las áreas de trabajo. Como sucedió a comienzos de 1980, cuando la empresa fue desarrollando un área de Investigación y Desarrollo para que los más de 250 trabajadores adoptaran las nuevas técnicas de fabricación. La misma labor de adaptación se requirió cuando se trasladaron a la nueva planta, o cuando en los ‘90 consolidaron su relevancia nacional y partieron con la expansión internacional.
Con el nuevo modelo se busca permear todas las áreas de trabajo y construir una cultura de sustentabilidad que se refleje interna y externamente. De eso se trata el segundo eje “Soñemos en Comunidad”. Por eso, crearon un área de Sustentabilidad que lidera este plan de acción y que tiene por delante el desafío de articular a todas las áreas y conectar todas las distintas iniciativas con todo el resto de la compañía.
Alfonso dice que de esta manera “se construye un equipo multidisciplinario que se va involucrando con una nueva mirada y que las labores que antes se hacían de una forma, ahora deben hacerse mejor. Así, hemos podido permear de forma rápida a las áreas, que desarrollan simultáneamente iniciativas”.
Por otro lado, el gerente general agrega que otro objetivo es construir comunidad a través de la interacción entre clientes, colaboradores y proveedores, generando espacios de conversación con las comunidades en las que Rosen tiene presencia.
Por eso destaca el vínculo que ha tenido Rosen con Temuco y la región de La Araucanía, el cual se ha mantenido sólido durante los 64 años de historia. Durante las primeras décadas, en especial cuando la empresa se mudó a instalaciones más grandes, se consolidó esa relación luego de abrir puestos de trabajo para gente de la localidad y luego para sus familiares.
“Hoy día, dos tercios del equipo humano está focalizado en labores industriales, lo que es un desafío para nosotros. El impacto regional es significativo porque Temuco, La Araucanía, es una región que ha estado abajo en ciertos indicadores de crecimiento y necesita más foco y apoyo para que organizaciones y empresarios apuesten por el lugar”, dice Agustín Alfonso, gerente general de Rosen.
Por eso, hace hincapié en la necesidad de seguir fortaleciendo esas iniciativas de apoyo e interacción con las comunidades, como las que realizan con niños de la Teletón, leucemia, con hogares del Sename y de adultos mayores. Además de las acciones internas, como el programa de becas de estudio, su integración al desafío 10x –de la Fundación Desafío 10X, que apunta a reducir la brecha salarial entre los sueldos más altos y los más bajos– y la adopción de la jornada laboral de 40 horas.
El último eje del plan de sustentabilidad, “Respaldo de Confianza”, busca contar con proyectos e iniciativas con los más altos estándares de calidad, y que estén enmarcadas en redes de colaboración con organismos públicos y privados. Por ejemplo, la empresa está certificando algunas líneas de producción para asegurar que la fabricación de productos de madera cuenta con materias primas que provienen de fuentes gestionadas sustentablemente y no controvertidas.
“La sustentabilidad no es una carrera que se corre y se termina. Día a día vamos buscando, a través de nuestras operaciones, impactar de manera positiva a todo nuestro entorno”, remata Alfonso.
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