Cristián Barreaux, gerente general de CIC, sobre sostenibilidad y el impacto de ser una Empresa B
El gerente general de CIC, Cristián Barreaux, detalla cómo la empresa ha integrado la sostenibilidad en sus procesos de negocios y estrategia, desde el reciclaje de más de 20 mil colchones hasta la gestión de residuos que permite reutilizar el 90% del material en nuevas producciones. Además, explica cómo la certificación como Empresa B ha redefinido su visión empresarial y de impacto social.
Hay una imagen que Cristián Barreaux, gerente general de CIC, no se puede quitar de la cabeza. Es el llamado “triángulo de la sostenibilidad”, que muestra cómo el valor económico, el valor social y el valor ambiental deben ir de la mano y pueden convivir.
Cuando vio por primera vez esa imagen, algo cambió. “Dije: ‘Por fin veo algo que me hace sentido. Veo una forma de trabajo que logra equilibrar el que las empresas puedan ganar dinero, y a la vez, hacerlo de manera sostenible con el medio ambiente y haciéndose cargo de su impacto social”.
CIC, una empresa que nació en 1912 al alero de una legislación que incentivaba la producción de catres, para mejorar la calidad de vida de los chilenos que en esa época dormían en el suelo, ha adoptado esta visión como parte integral de sus operaciones.
Hace un año CIC se certificó como Empresa B, un rótulo exclusivo y desafiante. Exclusivo, porque en Chile son alrededor de 260 empresas con esta distinción, mientras que en el mundo no son más de 8 mil. Y desafiante, porque ser una Empresa B significa estar comprometida con un sistema económico que beneficia al planeta y a las personas.
Y eso es un trabajo permanente. “Tienes que trabajar mes a mes en esto, es el día a día”, dice Barreaux.
En esta conversación, el gerente general de CIC explica el trabajo previo que venían haciendo antes de dar este paso, cuáles son las acciones concretas de sostenibilidad que están ejecutando y por qué la preocupación por el medio ambiente es crucial para las empresas en Chile y el mundo.
La sostenibilidad es una forma de hacer negocios
Cristián Barreaux cuenta que los últimos años de CIC han sido de evolución constante. No solo en torno al negocio y la marca, sino que también en torno al propósito y a la razón de ser de la compañía.
Él lo resume en una pregunta: “¿Cómo queremos enfrentar los próximos 20, 30 años de la compañía?”.
Dice que ese tipo de preguntas implicó abandonar nociones tradicionales, dónde no es suficiente el generar valor a sus accionistas. “Es la típica respuesta de los libros”, explica. “Y esa cuestión no tiene ningún fondo hoy en día. Y menos en el futuro. Lo que debemos hacer, es generar valor a los dueños, a la sociedad, al medio ambiente y por sobretodo, a las personas. Eso es lo que pensamos en CIC”.
La certificación como Empresa B puso a prueba esa visión. En parte, porque CIC ya venía trabajando temas de sostenibilidad y responsabilidad ambiental. Pero al iniciar este proceso se dieron cuenta de que aún les faltaba mucho por hacer.
“Nosotros somos una buena empresa, pero tenemos mucho que hacer”, dice.
El 11 de julio de 2023, CIC logró la certificación como Empresa B, que deberán revalidar en dos años más.
— ¿Qué ha cambiado desde julio del año pasado hasta ahora en la forma en que la empresa aborda sus decisiones estratégicas y operativas?
¿Qué cambió? La forma en la que hacemos el negocio. Yo siempre digo a mi equipo, nuestro negocio no es la sostenibilidad. Ser sostenibles es la forma que hacemos el negocio.
» La certificación como Empresa B viene a comprobar estos objetivos. Es pensar con claridad en ese triángulo, que propone generar valor económico, valor social y valor ambiental.
» El trabajo como Empresa B nos impulsó desde un inicio a mejorar nuestros estándares de sostenibilidad, identificando nuestras brechas y aplicando un camino de transformación que involucró a todas las áreas de la compañía.
—¿Cuál fue el gran desafío de algo que no hacían y que tuvieron que hacer, pese a los avances que ya tenían como empresa?
Certificar como Empresa B nos planteó varios desafíos. El primero, sin dudas, fue la modificación de los estatutos. Cambiar la razón de ser de la empresa, la parte más formal, asumir y llevar a la práctica que CIC no está solo para ganar plata.
» Afortunadamente, fue rápido y motivante. Hubo un apoyo y sintonía grande con el Directorio de CIC. Esto fue muy facilitador.
» Esto fue el inicio para llevar nuestro compromiso al siguiente nivel, a medir las cosas, a ordenar los procesos. Por la forma de hacer el negocio. Estamos en ese primer paso, partiendo, pero dimos el salto convencidos rápidamente. Y trabajamos constantemente en esto.
—Las empresas no operan aisladamente. ¿Qué pasó con los otros stakeholders? ¿Lograron congeniar en este cambio o tuvieron alguna dificultad?
Sí, siempre hay dificultades, porque tú te sales del molde de cómo estamos haciendo las cosas en Chile. Sobre todo, las empresas grandes.
» Las Empresas B en el mundo son aproximadamente siete mil, en Chile 260, de las cuales diez u once tienen más de mil trabajadores. Nosotros somos una de ellas, todo el resto son pymes.
» El desafío está ahí, en las grandes empresas empleadoras. Muchas ya tienen cara de Empresa B y trabajan fuertemente en la sostenibilidad. Ellas tienen que dar el gran salto para generar mayor impacto positivo.
» Como Empresa B nosotros hoy tenemos una dedicación esencial por amplificar el impacto positivo en nuestro entorno, a través de tres pilares concretos: crecer en equilibrio con el medio ambiente, innovar y actuar para crear valor, y cuidar a las personas y las comunidades. Hemos crecido en nuestra integración con el ecosistema de sostenibilidad en Chile, buscando inspirar también a la industria y promover la circularidad como una realidad viable que nos convoca a todas las empresas.
» Hoy estamos enfocados en economía circular, en regeneración, transición climática, equidad, diversidad e inclusión, temas en torno a los cuales Sistema B Chile, ha sido un gran pilar de formación y vinculación.
Las acciones concretas de CIC
¿De qué forma CIC ha incorporado el triángulo de la sostenibilidad y los desafíos de ser una empresa B?
Estos son algunas de las acciones concretas que la empresa ha implementado tanto en sus procesos productivos, como en su lógica operacional.
Por ejemplo, han incorporado un “balance score card de indicadores de sostenibilidad” en su gestión, que se publica trimestralmente y mide aspectos ambientales, sociales y financieros. Barreaux comenta: “Así como vemos el margen, la venta y la utilidad, también publicamos este balance de los indicadores de sostenibilidad”. Esto asegura que todos en CIC estén alineados con los objetivos.
En cuanto a la gestión de residuos, la empresa no genera residuos peligrosos, solo residuos industriales que pueden tener una segunda vida. El 90% de estos residuos se recicla o se destina a otros procesos productivos. Por ejemplo, en la planta de Chillán, los residuos de melamina y madera se compostan, contribuyendo a mejorar los suelos agrícolas locales.
Además, CIC ha implementado un proceso de reciclaje en su planta de Maipú. Barreaux explica que el equipo de transporte recupera los plásticos usados durante la instalación de los colchones y se derivan a dos empresas locales que los procesan y reutilizan en nuevos plásticos que llegan a CIC, para ser usados nuevamente. “El 30% del plástico nuevo que nos envían va con este plástico reciclado”, detalla Barreaux, destacando su enfoque en la economía circular.
Otra iniciativa sostenible de CIC incluye el reciclaje de espuma sobrante de colchones. “De 100 metros cúbicos de espuma que espumas, el 98% lo ocupan los colchones, y te sobra un 2%”, explica Barreaux. Este sobrante se prensa en bloques de aglomerado que luego se reintegran en la producción de colchones.
A todo esto, se suma el que CIC opera hace años, incluso antes de la certificación de Empresa B, con un cien por ciento de energías renovables no convencionales.
CIC también es pionera en Chile en el reciclaje de colchones. Ofrecen a los clientes la opción de llevarse sus colchones antiguos al comprar uno nuevo, independientemente de la marca. Y ya han firmado acuerdos con distintas municipalidades, como la de Maipú, para llevar adelante esta acción. Barreaux calcula que han sacado de circulación —o abandono— más de 15 mil camas y colchones desde la casa de los clientes.
—¿Y trabajan con más municipio?
Sí, Partimos con Maipú. Partimos por nuestra casa. Para nosotros es muy importante aportar a la comunidad dónde vivimos. También trabajamos con Melipilla y estamos conversando con varias municipalidades, entre ellas Las Condes y Vitacura, para iniciar pronto. Queremos crecer y seguir generando impacto. No solo en el entorno público, sino también convocar a las empresas privadas, a que se unan a este camino.
Mirar hacia el futuro: “Con esta nueva forma de hacer nuestro negocio”
La certificación como Empresa B ha tenido consecuencias tanto para CIC como para Cristián Barreaux.
La empresa, dice, ha redefinido su propósito. O lo ha reafirmado. Vuelve a mencionar que en 1912, cuando nace CIC, uno de cada cuatro chilenos dormía en un catre. El resto lo hacía en el suelo. Cuando nacen las Compañías Industriales de Catres (CIC), la tarea es una sola: proveer de catres a la población.
“A muchos de los que trabajamos en CIC nos pasa que tenemos un propósito distinto; no venimos aquí a trabajar solamente por un sueldo. Nos sentimos orgullosos de ser parte de CIC. Más orgullosos que antes”, cuenta.
Menciona dos aspectos que dan cuenta de una empresa distinta.
Primero, la baja rotación de personal. Barreaux explica que, en general, en las empresas fabriles como CIC la rotación suele superar los dos dígitos, entre 10 y el 15 por ciento anual. “A nosotros no nos pasa del 5%. Es un dato duro”, dice.
Y lo segundo: cómo la empresa se está adaptando a cambios laborales con rapidez. “Nosotros tenemos las 40 horas hace rato, partimos en diciembre [de 2023]. Y aplicamos las 40 horas de una vez, como buena empresa B. Nos adelantamos 4 años a la ley”, explica.
Además de ser gerente general de CIC, Cristián Barreaux se acaba de sumar como director de Sistema B Chile, la organización que promueve las certificaciones B en nuestro país.
En ese rol, cree que las empresas deben asumir su responsabilidad en la creación de valor social y ambiental, además del económico. Barreaux está convencido de que las compañías grandes, al igual que las pequeñas, pueden lograrlo.
“A través de CIC y de Sistema B Chile, estoy muy interesado en que podamos integrar no solo a las empresas pequeñas que son el motor sino también a las empresas grandes. Es un gran desafío, se puede lograr económicamente y generar lineamientos muy claros sobre el futuro. Es una nueva forma de hacer y pensar el negocio.
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