Las nuevas dinastías del deporte chileno: cuando competir es parte del apellido
Chile está recibiendo una nueva camada de deportistas, y muchos de ellos vienen con una historia familiar ligada al alto rendimiento. ¿Hay una sola respuesta para entender estos casos o los factores pueden ser múltiples? Conversamos con padres, hijos y primos para entender un poquito este fenómeno. Además, Paula Ortiz psicóloga deportiva y directora del Instituto del Deporte y Bienestar de la Universidad Andrés Bello entrega las clave de cómo detectar a un deportista de alto rendimiento en la familia y potenciarlo equilibradamente.
Cuando leemos el apellido Mayweather, instantáneamente pensamos en el que para muchos es el mejor boxeador de esta generación, Floyd Jr; sin embargo, su padre, del mismo nombre, ya había encandilado a los fanáticos hace más de 40 años atrás. Es decir, estamos ante una dinastía familiar dominando una disciplina.
En este caso, es fácil pensar que el éxito viene por traspaso directo, sin embargo, la relación de padre e hijo estuvo fracturada desde la infancia, al punto que las primeras peleas como profesional de Floyd Jr fueron dirigidas por su tío, aun así, el gen competitivo parece haber venido heredado.
¿Basta con el apellido? La respuesta de los especialistas se enfoca más en el ambiente que en la genética. Si bien ciertas personas vienen con rasgos propicios para algunas actividades deportivas, lo que marcará su futuro profesional es el entorno en que se desarrollen.
“Está demostrado que, si el centro del sistema familiar pasa a ser el desarrollo del deporte, estas familias serán capaces de crear un proyecto en torno al desarrollo y estimulación de la actividad física, lo que se traduce en éxito para sus hijos”, explica Paula Ortiz, psicóloga deportiva y directora del Instituto del Deporte y Bienestar de la U. Andrés Bello.
Un buen ejemplo de esto es el conocido ‘Team Rosselot’. Abuelo, padre e hijo, con el mismo nombre, Gerardo, el mismo apellido y la misma pasión por los motores. La familia Rosselot ha dominado la competencia de rally en nuestro país, incluyendo a los hermanos Luis Ignacio y Emilio.
¿Cuál es la explicación para que un equipo se transforme en un verdadero clan? “Siempre fue una tradición familiar acompañar a la familia, a mi abuelo, a mi papá a sus carreras, por lo tanto, traigo el Rally en la sangre”, comenta el menor de la familia desde sus clases de ingeniería civil industrial en la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar.
Gerardo tercero mezcla sus rutinas universitarias con la competencia de automovilismo en el RallyMobil, donde es el piloto más joven (20 años) en buscar el título de campeón nacional.
“Tengo horarios de entrenamiento y de estudio. Por lo general, nosotros entrenamos como equipo con dos preparadores físicos. Con ellos realizo una rutina deportiva completa. Todo esto lo hago de lunes a viernes”, comenta orgulloso el joven corredor.
Su padre, campeón nacional de Rally en los 90′s y comienzos del 2000 -la última copa se la adjudicó el 2001- recuerda que “cuando chico le gustaba mucho la moto, pero sufrió fracturas, lesiones, y eso a mí no me gustaba. Me di cuenta que sí le gustaba mucho la velocidad, cuando a los 15 años me empezó a preguntar por el automovilismo, fue ahí que aproveché, lo encausé y preferí que siguiera este camino y se bajara de la moto”. El resto es historia, que se sigue escribiendo.
En el caso del ‘team Rosselot’, la práctica viene dada por el entorno, porque se trata de una tradición familiar. Hablar de ese apellido ya es hablar de automovilismo. Sería más difícil dedicarse a otra disciplina.
Los Primos Grimalt, una dupla con ADN
Esteban (31) y Marco (33) llevan más de una década representando a Chile como voleibolistas profesionales en diferentes arenas del mundo.
Sus éxitos han popularizado el Beach Volley en nuestro país, y están en un momento de su carrera donde mezclan a la perfección su estado físico con la experiencia.
Hoy por hoy combinan sus pesados entrenamientos con sus carreras universitarias en la UNAB. Ya son más de 15 años juntos, y lejos de ver desgastada su relación, están más unidos y concentrados que nunca.
Tal vez lo distintas de sus personalidades ayuda a que hagan el match perfecto. Uno es más histriónico y otro más reflexivo, se complementan a la perfección, y más que primos, en la cancha parecen hermanos.
“Ellos son una de las pocas duplas que han permanecido juntas durante tanto tiempo en la arena. Este es un deporte que desgasta y, lógicamente, por lo competitivo que es siempre hay roces, pero esto no ha pasado con nuestros hijos, porque el ambiente familiar que tenemos, de unidad, ha sido parte del proceso de crecimiento y desarrollo de la carrera profesional de ellos”, sostiene Jaime Grimalt, padre de Esteban.
Jaime fue campeón nacional de voleibol indoor, al igual que su hermana Lucía. Rodrigo, tío de la dupla, es su actual entrenador, también con un pasado exitoso en la disciplina. En total son 6 de esa primera generación los que fueron seleccionados nacionales.
“El Vóleibol llegó para ellos de forma natural y en el momento justo”, cuenta Roberto Grimalt, padre de Marco, al recordar que su hijo a los 12 años ya era campeón mini. Hoy Roberto mira este deporte como hincha, independiente de que, en su casa en Los Andes, “hacemos unas pichanguitas de vóley entre todos hasta el día de hoy”, dice.
“Cuando veo lo que han logrado con tanto esfuerzo, me queda claro que incentivarlo fue lo correcto y me siento orgulloso de todo lo que han hecho Marco y Esteban”, reflexiona Roberto.
“Hoy somos campeones del Beach Pro Tour y eso es un gran orgullo. Lo que viene es para finales de este año, la clasificación para Londres, París, el Campeonato Mundial y los Juegos ODESUR que van a ser en Paraguay, así que tenemos varios eventos y estamos como siempre tratando de encontrar nuestra mejor versión”, asegura Marco, estudiante de Administración de Empresas de la UNAB.
Los Riveros, perseverancia y pasión
“Fui un entusiasta atleta amateur durante mucho tiempo. Corría las maratones en Nueva York a principios de los 90′s. Me gustaba entrenar bien seguido, cuando llegaba del trabajo salía a correr y mis hijos se aburrían, mi esposa me empezó a pedir que los llevara, que me acompañaran y ahí me di cuenta que los tres tenían una facilidad tremenda para los deportes”, comenta Agustín Riveros, padre de 4 hijos, 2 de ellos hoy deportistas profesionales: Gaspar y Bárbara, la mejor triatleta de la historia a nivel sudamericano.
“El caso de Bárbara fue muy llamativo, porque rápidamente destacó como una corredora de fondo. Ya a los 15 años era campeona nacional”, cuenta Agustín sobre su hija, que hoy con 35 años acumula 4 JJOO, un título mundial y una medalla de oro panamericano de triatlón.
“El caso de Gaspar fue un tanto distinto. Él practicaba todos los deportes posibles, pero destacaba mucho en atletismo y tenis. Al punto que a los 9, 10 años, en San Carlos de Apoquindo corría la prueba de obstáculos, cruzaba la meta y con los mismos zapatos de clavos se subía al auto para ir a la final del tenis, que también volvía a ganar. En las publicaciones del deporte escolar salía en una página con la medalla de atletismo y en otra con la de tenis”, recuerda entre risas sobre los inicios de su hijo menor, que hoy se dedica al triatlón.
“Mi padre siempre me incentivó en el deporte. Es lo que más recuerdo de mi infancia, a los 5 o 6 años ya corría triatlones, sin embargo, nunca di el paso completamente al profesionalismo. Recién ahora, a los 29 años, me estoy dedicando más formalmente a esta actividad, porque no es fácil hacerlo, había que hacer muchos sacrificios y privilegié los estudios”, comenta Gaspar.
Esto mismo lo hace reflexionar, y agrega, “el deporte es hermoso, gracias a mi padre, en mi familia casi no hay nada que nos apasione más que esto, ni la música, ni los autos, ni el arte, nada, y esto me gustaría que pudieran vivirlo todos. Mi padre se esforzó para inculcarnos el deporte, pero sé que hay muchos niños que no pueden hacerlo. Niños de escasos recursos a los que les cambiaría la vida si pudieran competir, probarse, practicar. Mi sueño es ese, poder ayudar a que en Chile se masifique la práctica deportiva y el triatlón”.
Su padre tiene una visión similar, pero él ya está utilizando todos los esfuerzos posibles para hacer crecer esta pasión en Chile. Agustín es hoy el presidente de la Federación Chilena de Triatlón y con mucho esfuerzo logró organizar la primera Copa del Mundo de la disciplina en este país, un hecho histórico que congregará a deportistas profesionales de más de 40 países.
“Acá en este lado del mundo nos cuesta todo el doble. Ir a Europa es pesado, en dinero, en viajes, nuestros deportistas hacen un esfuerzo que es desgastante. Yo quiero que acá en Chile podamos hacer cosas, que los europeos vengan para acá. La Copa del Mundo que organizamos debe quedar, acá podemos hacer eventos, los niños deben inspirarse en nuestros corredores. Sé que lo podemos hacer. Ojalá sigamos creciendo, que mis nietos puedan competir defendiendo la camiseta chilena. Ese es mi sueño, hacer grande el deporte y que todos lo puedan ver y vivir”, finaliza Agustín.
La familia, un gran motor de inspiración
La influencia familiar parece ser uno de los principales detonantes para generar deportistas profesionales y de élite.
Sin embargo, no es nada fácil. Paula Ortiz, psicóloga deportiva y directora del Instituto del Deporte y Bienestar de la U. Andrés Bello, explica que los padres tienen una misión muy compleja en esta tarea. “Detectar a un potencial deportista de alto rendimiento es difícil, porque muchas veces comienza como una apuesta. Ahí es donde toma relevancia el apoyo, eso se vuelve fundamental”.
La académica, además precisa que para que funcione una carrera de deportistas de alto rendimiento, se deben considerar ciertos aspectos: “En estos hogares se hacen sacrificios, se deben ver temas logísticos para los entrenamientos, los torneos y los viajes. El acompañamiento es súper importante. Los papás deben tener claro que ellos pueden jugar un papel fundamental en cuanto a la estructura de formación, de disciplina, fuera del soporte emocional que implica el camino del deportista”, añade.
En síntesis, la académica indica que el rol de los padres debe ser de “estimuladores y promotores”, no obstante, en la realidad los ejemplos se multiplican, en número y en diversidad: “hay casos de papás maltratadores, otros más de sostenedores emocionales y en ambas situaciones se han generado deportistas exitosos. No hay una regla o receta específica, siempre depende del sistema y características donde se desenvuelva el deportista”, concluye la académica UNAB.
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