Los efectos de la guerra: Rusia empuja a los golpes un nuevo orden mundial
Lo que fue anunciado como una “invasión relámpago” contra Ucrania, ya lleva semanas de escalamiento, millones de refugiados y muchas incógnitas respecto a cómo se reordenará el mundo tras este conflicto. Paz Zárate, abogada y consultora en derecho internacional, Javiera Errázuriz, doctora en Historia Contemporánea y académica de UNAB y Diego Repenning, doctor en estudios rusos de PUC, nos muestran hacia donde puede llevarnos esta guerra en el corazón de Europa.
Una luz aparece al final de las ya tres semanas desde la impensada invasión rusa a territorio ucraniano. Con más de 700 víctimas civiles y en medio de negociaciones con pocos avances, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, reconoció esta semana que su país no entrará a la OTAN, lo que abre una ventana para avanzar en acuerdos que detengan las hostilidades.
Mientras, las tropas rusas acechan Kiev, el mundo parece todavía en shock frente a la agresión militar que ya tiene a más de dos millones y medio de refugiados escapando del conflicto.
Para Paz Zárate, abogada y consultora en derecho internacional, el interés de corto plazo del presidente ruso Vladimir Putin es “controlar las principales ciudades de Ucrania a la brevedad, y particularmente Kiev, para declarar una victoria, aunque sea nominal. Su interés de mediano plazo es reemplazar el gobierno ucraniano de tendencia occidental por uno prorruso (o más bien, pro-Putin); y el largo plazo es revivir el imperio, y no sólo en el imaginario ruso, quedando el mismo Putin como constructor: un nuevo Zar”, explica para entender las motivaciones rusas en el conflicto.
Diego Repenning, doctor en Estudios Rusos y profesor adjunto del Instituto de Historia de la Universidad Católica sostiene que Putin, en general, siempre ha sido un actor bastante racional en el ámbito internacional, pero ha dejado perplejo a todos con esta intervención. “Uno podría decir que haber recurrido a esta invasión demuestra un fracaso diplomático y que lo que vemos es una escalada de una diplomacia coactiva que ya venía planteando desde 2014. El llevar el conflicto hasta una invasión significa que no logró sentar a la mesa a occidente y la OTAN y obtener los pactos que buscaba lograr”.
Por su parte, la historiadora Javiera Errázuriz, académica del departamento de Humanidades de UNAB, plantea que un interés ruso predominante y que motiva a Putin a invadir Ucrania es recuperar su calidad de potencia. “Putin tiene todo un discurso del rus de Kiev, de unidad y que rusos y ucranianos son los mismo. Eso es un discurso nacionalista buscando legitimidad en la población. Lo que en realidad busca Rusia es volver a tener un rol activo como potencia en política internacional. Un rol que perdió con la caída de la Unión Soviética”.
LOS PLATOS ROTOS
Cómo se cerrará esta guerra y cuáles cicatrices dejará en Rusia, Ucrania y el resto de la comunidad internacional es una de las mayores incógnitas del conflicto. Para la historiadora de UNAB Javiera Errázuriz “nos vamos a ver en un proceso inflacionario global y local cuando veníamos saliendo de la pandemia, cuando todavía faltaba que la economía se recuperase. También habrá bajo crecimiento. En los bolsillos, nos va a afectar en cada cosa que compremos. Aunque Rusia se adjudicara una eventual victoria militar, de todas maneras su economía va a sufrir muchísimo. El rublo se fue al suelo, las transnacionales saliendo del país, las sanciones de Estados Unidos son muy duras. La estrategia es estrangular la economía rusa para forzar a Putin a dejar la guerra y restarle legitimidad ante sus ciudadanos”.
En ese punto, Diego Repenning recuerda que Rusia está experimentando sanciones desde occidente desde 2014, con la anexión de Crimea. En ese contexto, explica, “ha desarrollado una serie de herramientas de protección de su economía y han buscado una política fiscal donde hay una mentalidad de fortaleza y su crecimiento en la última década ha sido marginal. Rusia ha buscado generar altas reservas de dinero en su banco central y disminuir al mínimo su deuda externa”. Así, plantea Repenning, desde el inicio de la invasión, “las sanciones han recrudecido y puesto presión no vista sobre su economía, sin embargo, los rusos están preparados para esta posibilidad. En el corto plazo las sanciones no van a tener el efecto deseado. Ellos pueden aguantar unos cinco años capeando los efectos nefastos de las sanciones. Esto también va a depender del tipo de política energética que persiga occidente, porque la economía rusa es sumamente dependiente de la producción de energía que vende a Europa”.
En cuanto a las consecuencias concretas de la guerra, Paz Zárate indica que a nivel mundial habrá una nueva crisis de refugiados, “no solo ucranianos, sino también rusos y bielorrusos que escapan de un autoritarismo creciente”. También avizora una crisis económica global, “pues dejando de lado el ítem energía y transporte, si sólo consideramos los alimentos, los precios en todo el mundo podrían subir hasta un 20% como consecuencia del conflicto, como ha advertido la FAO”.
Otro elemento que cambiará a partir de este conflicto, dice Zárate, es el fortalecimiento del multilateralismo “a través de distintas instituciones, incluyendo las de justicia internacional con condena a Putin por crímenes de guerra, y condenas a Rusia por numerosas violaciones del derecho internacional y humanitario, e incluyendo además un tsunami de casos concernientes a inversión extranjera”.
Por el frente ucraniano, Zárate complementa que la Unión Europea” ya ha comprometido ayuda para la reconstrucción de Ucrania, así como apoyo para su incorporación al bloque (lo que se hará de acuerdo con el procedimiento regular). Es probable que ambos procesos sean largos, pues la infraestructura y la economía de Ucrania habrán sufrido un enorme daño como efecto de la invasión”. Respecto a la recuperación rusa y de su socio Bielorrusia, la consultora en derecho internacional ve una situación incierta. “En el escenario más probable de una anexión, la guerra en versión guerrilla continuará. Como Occidente ha dicho que las sanciones se mantendrán hasta que las tropas rusas se retiren de Ucrania, esto podría tardar bastante, lo que debería tener un importante efecto político en Rusia y eventualmente también en Bielorrusia. Hay mucha incertidumbre respecto al futuro de ambos países; y tampoco se puede predecir si China pudiese brindarles alguna asistencia económica o de otro tipo, dado que China es el más notorio beneficiario del sistema económico occidental”.
Repenning es enfático en plantear que “el interés por este conflicto es porque está en el corazón de Europa. Es uno de los desafíos más grandes al unilateralismo impuesto desde los noventa, lo más novedoso y lo que provoca más incertidumbre, porque lo que se genera acá va a tener efecto dominó sobre el reordenamiento geopolítico del mundo de acá en adelante”, plantea.
En ese sentido, el académico del Instituto de Historia UC cree que, dentro de la lógica de Putin, están los conflictos de Osetia y Abjasia, el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, también lo que está pasando en Moldavia con la región separatista de Transnistria. “Hay una serie de antecedentes que permiten pensar que la invasión a Ucrania podría abrir nuevas fuentes de conflicto dentro de este reordenamiento geopolítico”.
Dentro de ese rebaraje de naipes, Repenning plantea que la posición hegemónica de Estados Unidos recibe nuevos cuestionamientos, se van a sentar precedentes de cómo se va a llevar a cabo la política internacional y se van a instalar actores que antes no eran protagonistas del panorama global. “También es importante visualizar las consecuencias que va a tener para la alianza entre Rusia y China, porque China se está viendo arrastrada a apoyar a un régimen que crecientemente se ha convertido en un paria mundial y el tema de Taiwán para China es primordial, entonces condenar este tipo de invasiones no va a ser algo que estén dispuestos a hacer. Sin embargo, hay que ver el tipo de relación que se decidan a construir cuando Rusia se transforme en la némesis en el panorama global”.
¿CÓMO AFECTARÁ EL CONFLICTO A LOS CHILENOS?
Y aunque ya es conocido que el conflicto tocará los bolsillos chilenos por el alza en el precio de los combustibles y todo que esto acarrea a la economía, Zárate apunta que a nivel local, fuera de los coletazos de los fenómenos mundiales, prevé un “posible abandono parcial de la política de no alineamiento activo; un impulso a las políticas de energía verde, pues la política exterior, la de defensa y la de medio ambiente deben estar alineadas y una continuación del movimiento hacia la desideologización en los contactos con nuestra región”.
Según explica Diego Repenning, a Chile no le será ajena esta guerra, pues desde 2007 Rusia viene anunciando, con el discurso de Putin en Múnich, que el centro de gravedad del mundo se está moviendo del Atlántico, donde había estado desde los viajes de conquista europeos, hacia el Pacífico norte. “Hay cierta verdad en esa apreciación, pues ahí están todas las potencias asiáticas que desde los noventa han avanzado meteóricamente. Rusia anticipa esta nueva orbita, Estados Unidos por su costa oeste también participa, pero a Chile también le va a tocar estar más cerca del mundo. Desde nuestro nacimiento como república hemos tenido una posición periférica, pero tal vez a partir de este conflicto y el cambio geopolítico, es posible que Chile comience a dejar de ser periférico y ser parte del océano del mundo”.
“Esperamos una solución diplomática y que la UE no deje sola a Ucrania, porque la contienda es desigual. Hay responsabilidad europea ahí para ser coherentes con su discurso de integración, que debe tener una manifestación tangible”, explica Javiera Errázuriz, historiadora de la UNAB.
¿UNA NUEVA CORTINA DE HIERRO?
Para Repenning, la estrategia rusa busca rayar la cancha y plantearle a la OTAN y a Estados Unidos que la época de la uniteralidad que se inauguró con la caída de la Unión Soviética y desde la década de los noventa se acabó. “Rusia busca trazar una línea en lo que ellos consideran su esfera de influencia inmediata. Hay que tomar en cuenta que la OTAN se expandió por varios países de Europa del Este como Rumania, Eslovaquia y República Checa, que eran denominados países satélites del imperio de Stalin, pero el meterse en Ucrania, parte constitutiva de la Unión Soviética, es, desde la perspectiva rusa, entrar a su patio trasero e inmiscuirse en un territorio que consideran como propio”, plantea.
Según el profesor adjunto del Instituto de Historia de la Universidad Católica, desde la instalación del putinismo, Rusia está en una suerte de búsqueda de recuperación de la idea imperial. “Rusia tiene la visión de que Ucrania es parte de la misma cultura. Se habla de Ucrania como Málaya Rosiya “la pequeña Rusia”, la Rusia blanca, que sería Bielorrusia y la Gran Rusia, que sería Rusia propiamente tal. Existe esa noción imperial al interior de Rusia”. Aunque Repenning aclara que desde el punto de vista ucraniano no es tan así. “Desde los años noventa ha habido un proceso de creación de identidad nacional que ha tenido más o menos éxito, pero sin duda esta invasión ha logrado aunar criterios en Ucrania respecto a que se conciben como una entidad soberana y que merece tener una autodeterminación nacional”.
“Es muy difícil para nosotros dimensionar lo que Rusia perdió con la caída de la Unión Soviética. En lo económico perdió zonas muy ricas, como la misma Ucrania, perdió gran cantidad de población y perdió mucho poder, que es lo más importante”, apunta la historiadora de la UNAB Javiera Errázuriz.
OLA DE REFUGIADOS
Para Diego Repenning, el tema de la creciente ola de refugiados, que ya supera los dos millones y medio de personas en tres semanas, es la parte más negra del conflicto. “Va a haber un efecto grande en Europa y va a poner presión en los gobiernos para que se conforme una mesa negociadora donde estén involucrados todos los actores. La mesa actual que solo tiene a Ucrania y Rusia no va a ser la que solucione el conflicto. La masa de refugiados en Europa puede ser la palanca que permita que la OTAN y la UE se sienten a negociar con Rusia”, plantea.
En esa línea, Errázuriz advierte una actitud más abierta de Europa con los refugiados, a diferencia de la crisis del 2015. “Suena duro decirlo, pero los que están llegando son europeos. No son sirios o de Medio Oriente. Europa está ahora en una situación bastante comprometida y sintiéndose asustada por la actitud de Putin, que está amenazándolos
A juicio de la historiadora de la UNAB, la Unión Europea ha reaccionado bien y con protagonismo en este conflicto. “Ha sido más activa que la ONU. Encabezó las sanciones económicas y no se quedó de brazos cruzados. Hay una intención de apoyar a Ucrania con las herramientas que tiene, que son económicas”.
Por su parte, Repenning plantea que ha habido muchas críticas al papel de la ONU en el conflicto. “Rusia tiene un asiento en el consejo de seguridad y tiene poder de veto, lo que hace que cualquier negociación ahí sea infructífera. Achacarle responsabilidad a la ONU en la solución no procede, pues su rol tiene que ver con alivianar o atenuar las desigualdades a nivel mundial. Todo el discurso de Rusia en esta guerra tiene que ver con el avance de la OTAN en el territorio europeo en el este. Entonces ellos se tienen que convertir en interlocutor”.
Y aunque ya ha habido varias rondas de negociaciones bilaterales directas, el tamaño del problema se extiende como mancha por Europa. Para Paz Zárate el próximo paso es que estos contactos estén facilitados por otro Estado en rol de conciliador o mediador, al menos para obtener un alto al fuego, ya que la solución al conflicto mismo se ve lejana en tanto las posiciones de las partes parecen irreconciliables, y por el lado ruso, totalmente inflexibles. “Por ahora no veo un rol definido para las organizaciones internacionales en la solución de la controversia, especialmente dada la forma en que, bajo Putin, Rusia ha mostrado desdén por el derecho internacional, utilizándolo cínicamente sus conceptos hasta deformarlos, como la noción de genocidio para justificar la invasión a Ucrania, por ejemplo”, apunta.
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