Arquitectura en niveles
Construida por la oficina de arquitectura de Gonzalo Mardones Viviani, hace casi tres años, esta casa fue proyectada para una familia grande, de siete hijos y varios nietos, en un sitio de más de 2.000 m², en pleno Zapallar y con una vista a la playa, la caleta y el cerro de La Cruz envidiable. Un mirador perfecto donde se podrían pasar horas y horas en la piscina, haciendo nada más que mirar el horizonte.
Apasionada por el arte y la estética, la dueña de esta casa gozó decorando cada espacio de su casa. Cuadros originales, alfombras traídas especialmente desde Marruecos y muebles importados desde Estados Unidos repletan esta casa y le dan un ambiente único, refinado, elegante y discreto. Artistas como Mario Gómez, Omar Gatica, Ángela Leible, Roser Bru, Borja Huidobro, Bororo, Pablo McClure e Ignacio Gana, entre otros, repletan los muros. Por su parte, el aroma a cedro chileno, de los pasamanos, puertas y muros revestidos impregna el espacio y hace sentir un ambiente especial. El naranjo predomina y la arquitectura interior y exterior se entremezclan con la decoración de los espacios.
piezas romanas, de gran antigüedad y valor, están ahí desde la llegada de los dueños de casa a este sitio. Pertenecieron a los antiguos dueños y la idea fue mantenerlos. Adaptarse a ellos, jugando de alguna manera con el pasado y el futuro, respetando así su historia y valor.
Un privilegio de estos sitios de Zapallar, que hacen de mirador desde la calle permitiéndose ver el mar, es el hecho de que el acceso se proyecte desde arriba. Un sitio inclinado y angosto, donde el arquitecto debió enterrar 100% la casa, permitiendo así que la luz se cuele por todos lados, que el cerro y sus formas predominen durante toda la proyección y que se generen situaciones de descanso diferentes, a distintos niveles y con vistas variadas.
La mesa de comedor es de Glasstech el espejo de Moro y la lámpara traída desde Venecia. La escultura del muro que lo enfrenta es de Osvaldo Peña.
De hormigón blanqueado con dióxido de titanio y conos a la vista, la estructura de esta casa se encuentra encajada en dos grandes muros de piedra que la sostienen. "Me cuesta hacer casas de dos materiales", cuenta el arquitecto. "No me gusta mezclar. Me gusta llegar al objetivo con un solo material, como los físicos, a diferencia de los químicos que sí necesitan mezclar para llegar al resultado final". Pero esta vez hubo que transar, los dueños de casa, fascinados con esta piedra, tan clásica de Zapallar y que fabrica un zapallarino desde siempre, quisieron incorporarla sí o sí. El resultado: como si estuviesen ahí desde siempre.
Todas las alfombras, en las que el color naranja predomina, fueron traídas desde Marruecos.
Con terrazas irregulares en cada nivel, que dibujan un poco el cerro y su forma y les dan cierta independencia y privacidad a las diferentes piezas, sirven de descanso y de mirador al mismo tiempo. Las terminaciones y detalles otorgan, además, a la arquitectura otro plus. Por ejemplo, en todos los ventanales y puertas se utilizó el sistema Tecma, cerraje francés. A su vez, cada ventanal tiene cortinas Luxaflex que protegen del sol y de la luz que es tan dañina a largo plazo para alfombras y muebles de interior. El suelo de toda la casa está revestido en algarrobo argentino, una maravilla en textura y aroma.
La cocina, clósets y algunos respaldos de cama, como uno de coco, de una de las piezas matrimoniales de la casa, fueron creados por el diseñador Orlando Gatica y María José Morandé, quienes trabajan en conjunto con Gonzalo Mardones y su oficina.
En niveles se proyectó esta casa con el fin de sacar el mejor provecho al sitio caracterizado por su poco frente. Sus materialidades: hormigón, cristal, piedra y madera de cedro.
Una pieza familiar enterrada en el subsuelo y alimentada de luz por un patio interior, sin vista pero abierto al cielo, destaca en arquitectura interior y coincide con uno de los tres conceptos con los que trabaja constantemente Gonzalo. El primero, y acuñado por Le Corbusier, es el de la quinta fachada. Para el arquitecto esto debiese ser prácticamente una exigencia para las nuevas generaciones de arquitectos. Algo que se traduce en que todo el techo es un gran mirador, una gran terraza con mesón en obra, cubierta de deck que permite así que la luz se filtre desde arriba, una challa exterior y un departamento de servicio con una vista más que envidiable. El segundo concepto, inspirado en el anterior, es el de la sexta fachada, y es en el que se basa la creación de este patio en el subsuelo. Se construye bajo suelo, sin vista a la ciudad ni océano que observar, sino solo cielo, por donde penetra luz, lo que permite hacer de estos espacios sitios habitables y agradables. El tercer y último término es el de la séptima fachada. Aquí se trata de usar los medianeros y evitar las panderetas. El medianero es un muro, una piscina, una barbecue. En este caso, el medianero es el gran quincho que divide la casa de la del vecino, permitiendo así acceder a un elemento de arquitectura y evitando el cierre.
El paisajismo es de Tere Chadwick, oriunda de la zona y gran experta en vegetación autóctona.
Lucarnas en el hall de entrada y rendijas repartidas por el laberinto de esta casa cuelan la luz. Vigas de hormigón en el cielo cubiertas de cristal generan a su vez espacios intermedios entre el interior y el exterior y protegen del agua y la luz. Una casa de arquitectura exterior e interior de primer nivel, con una decoración exquisita y refinada, digna de una vista tan especial y maravillosa como la que existe.d
INSPIRACIÓN
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