Cosistas

cosas

Dos hombres que ven las cosas –literalmente– de otra manera. Para ellos reanimar un objeto que podría ir a la basura, o simplemente mirarlo dentro de una composición dentro de sus casas, eso es felicidad.




Conexión Sentimental. Cuando Christian Bayer dice que le gusta tener cosas, la gente lo mira raro. Suena contrario al discurso de moda, 'ser por sobre tener', con el que Christian no tiene problemas y de hecho apoya. Sin embargo, él está hablando de otra forma de 'tener', no la del valor monetario, de lo que proyecta estatus. "A mí me importa un comino si alguien ve mi máquina de escribir antigua. A mí me hacen feliz su antigüedad, su diseño. Es para mí", dice.

A él le pasan cosas con las cosas. Solo verlas en los rincones de su casa que se apropian le provoca placer y muchas veces lo transportan a otras épocas: "Muchas de las cosas que tengo tienen que ver con recuerdos de mi vida. Hay cosas que me han marcado, que siempre me han gustado, como los mapas. Me crié con mi abuela y tuve una niñez feliz. Tiendo a buscar esas cosas con las que crecí. Los cuchillos, los vasos que tenía mi abuela. O me meto a eBay y busco esa figura de James Bond de 1977, de "La espía que me amó". Diría que gran parte de mi acumulación de cosas tiene que ver con buscar este recuerdo de la felicidad que tuve cuando chico".

Christian cuenta que cada vez que va a la casa de su mamá no se lleva las manos vacías, que siempre tiene que llevarse algo, aunque sea un cuchillo, y que algún día se llevará esa mesa a la que le tiene puesto el ojo. "¿Por qué tengo esta 'wea' de juntar cosas?", se pregunta él mismo. "La sola contemplación de ellas me hace feliz", se responde. "La persona que tiene esto de juntar raya con las casas de Pablo Neruda. Él, que viajó por todo el mundo, no coleccionó autos, coleccionó botellas".

Resignificación. Se trata de dar una segunda oportunidad a las cosas, de que vuelvan a ser valiosas y no se conviertan en basura. Tal como a veces revives una planta, puedes reanimar un objeto. Los Monikakos vienen a ser un poco eso", explica Claudio Muñoz, publicista y creador de unos seres extraños, hechos de partes de distintas cosas, que bautizó Monikakos.

Pueden ser rostros compuestos por pedazos de madera, un resorte y una manija; pueden ser seres más complejos con un globo terráqueo por cabeza y piernas de muñeco. A veces Claudio los mira y se cuestiona su propio talento: "Descubro que en definitiva cada pieza tiene un valor por sí misma. Por eso defino mi trabajo como el de un simple reinterpretador, un rejuntador de estos elementos".

Desde hace un tiempo Claudio trata de ser respetuoso y no desarmar cosas que todavía están completas, que tienen un cuerpo que aún les permite estar con nosotros. Su colección contiene todo tipo de objetos, desde silbatos a instrumentos. "Las materialidades son lo que más me llama la atención. Más que el objeto distingo la nobleza de la madera, la pátina que tiene cada elemento es lo que me encanta, lo que me habla de las historias que han vivido".

Está en esto de los Monikakos casi la misma cantidad de tiempo que lleva con su mujer, quien ha comprendido y aceptado su pasión, quien solo lo reta cuando algún objeto se convierte en un peligro potencial para Mara, su hija de un año y medio. monikakos.cl / @mis_monikakos

[gallery link="file" ids="32822,32819,32820,32818,32817,32821"]

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.