Masca la sandía
Sábado 27 de enero de 2018, edición N°768
Empezaron antes de lo esperado como tanta fruta veraniega que llegó desde Perú, que si bien es rica porque ese país vaya que tiene buen producto, es bien distinta a la chilena. Nuestra sandía, esa gigante que con suerte cabe en el refri (jamás debiese entrar a la boca una caliente), la que dura y que es dulce como el mismísimo verano, ahora empieza a aparecer y deja bien atrás esas chiquiturras, sin pepas ni gusto, no las peruanas pero sí de afuera.
Metamos mano, cuchillo, cuchara. Yo soy fanática y varias veces se ha colado en estas columnas, por su indiscutible aporte saborístico y estético. La sandía misma, cortada en trozos y puesta en la mesa, ya es una fiesta. Alegra con ese colorazo. Ahí la tradicional harina tostada llama a la puerta. Ahora en verano y para darle un pequeño giro, ideal servirla con helado de harina tostada. Una bolita y unos cubitos. Siempre hay en Il Maestrale del Patio Bellavista (¡ojo, además con sus nuevos sabores de temporada como tomate y violeta naranja!) o en El Taller de Providencia, pero llame antes porque no es un permanente. Lo puede encargar con unos dos días de anticipación en todo caso.
Yo estoy obsesionada con la que llamé 'ensalada veraniega'. Pepino cortado en cuatro a lo largo, sin semillas y con cáscara. Cubos de 2 x 2 cm aprox. de sandía limpia, queso de cabra maduro (ideal feta), hojas de menta y aceituna tipo griega. Aceite de oliva, jugo de limón, algo de pimienta y está. Si les gusta el picantín, algo de ají va estupendo.
Y si queremos tomarla, el simple jugo es buenísimo además para la digestión, así que ojo. Con hojas de albahaca y un toque de cardamomo se arma otro gusto bien rico. Para los que andan con niños, pueden hacer helados con esos potes de plástico especiales. Un poco de jugo de sandía sin colar más un yogur de vainilla. Queda como marmoleado y sanito. Gracias Macarena por la iluminación infantil. @raqueltelias
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