Hyundai Veloster: Emoción que se deja sentir a raudales
Divertida, atractiva y juvenil, la segunda generación del hatchback de estilo coupé llega para seguir revolucionando en un segmento donde los actores son pocos, pero la adrenalina es mucha. El Veloster demuestra todo lo que se puede evolucionar en una generación.
Me acuerdo perfectamente del verano de 2011, específicamente de los primeros días de enero, donde todos los titulares le pertenecían al Salón de Detroit. Entre todas las imágenes que llegaban desde las agencias internacionales, una se quedó grabada a fuego en mi mente: dos versiones del mismo auto de estilo coupé, una verde y otra naranja... ¿Su gran diferenciador? Tenía tres puertas, una por el lado del conductor, y dos por el lado del copiloto. Los coreanos de Hyundai se estaban robando toda la atención ese año con un modelo juvenil, atractivo y, por sobre todo, radical. El Veloster hacía su gran debut global.
De eso ya han pasado más de siete años, con algunos facelifts y modificaciones que pronto derivaron a la creación de una segunda generación, una que ya está en Chile y que mantiene vivo ese espíritu de emoción y diversión que el primer Veloster estrenó en Detroit.
Radical a primera vista y emocionante tras el volante, el Hyundai Veloster sabe combinar su look con una buena potencia y un tacto agradable.
Ojo, que este modelo de la casa coreana no es ni trata de ser un deportivo, pero aún así se siente la adrenalina en cada aceleración, como si hubiese nacido para llevarlo un poco más al límite.
» Un auto personal
De líneas alargadas y finas, este Veloster es mucho más agresivo y aerodinámico que su antecesor, lo que favorece el andar en muchos sentidos. Claro que este mismo diseño a veces quita un poco de visibilidad por decisiones estéticas, como la pequeña luneta trasera dada por la pronunciada caída del techo, o el parabrisas muy inclinado, eso sí, nada que la costumbre no pueda superar.
Gracias a su motor de 2.0 litros y 147 caballos de fuerza, hay suficiente potencia para las aceleraciones rápidas y repentinas, para adelantar a todo el mundo en la carretera..., para "conducirlo como si fuera robado", como versa el popular dicho estadounidense.
Nuestra versión de prueba contaba con una transmisión automática de seis velocidades que hacía las cosas mucho más divertidas, con pasos de marcha eficientes y precisos. Nunca se sintió lento o pesado. Por fin el Veloster mejoró el gran punto en contra que tenía su generación anterior y que era simplemente la de ofrecer un look dinámico que no se condecía con lo que el modelo podía hacer en la calle.
Otros detalles interesantes de este vehículo pasan por su suspensión, cómoda para la ciudad, pero que sujeta muy bien al auto en movimientos repentinos, por lo que los virajes se hacen siempre con mucha seguridad independiente de la velocidad. El tacto de la dirección fue otra gran sorpresa, muy atento a las órdenes del conductor, no hay que corregir y a ratos se siente bastante deportiva.
Pero antes de terminar, no puedo dejar de destacar el habitáculo y la tecnología del Veloster. Dos cosas que me gustaron mucho fueron su pantalla táctil con toda la conectividad que requerimos quienes no podemos despegarnos del teléfono (en tres pasos ya estaba conectado el bluetooth y sonando Spotify con una excelente definición de audio), y sus distintos modos de manejo (Normal, Sport, Eco y Smart), donde el Sport y el Eco fueron mis favoritos, uno perfecto para disfrutar los largos trayectos de carretera y el otro para desafiarme a ser lo más ahorrativa posible.
Puede sonar muy personal, pero el Veloster por fin se ve y se siente como ese auto que todos quisimos que fuera en 2011.
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