Pedro Castillo, el líder docente de la izquierda peruana, no es precisamente un outsider. En 2017 lideró un paro de profesores que duró semanas y puso contra las cuerdas al entonces gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK). Desde entonces, recorrió el país haciendo una campaña “silenciosa”, a la vieja usanza, con mítines y puerta a puerta. Aunque en enero ni siquiera figuraba en las encuestas, a comienzos de marzo Ipsos le otorgó un 3% de intención de voto. Desde entonces, no hizo más que crecer en los sondeos, hasta conseguir el 18% que le dio el triunfo el domingo y que lo tendrá en la segunda vuelta en junio.

De los 18 candidatos presidenciales que postularon en la primera vuelta en Perú, Keiko Fujimori era la que tenía el más alto porcentaje de rechazo, con más del 50%. Sin embargo, se las arregló para pasar a segunda vuelta, con un 14% de la votación (según el conteo rápido de Ipsos), en un hecho algo inesperado, ya que en las últimas semanas no figuraba en los puestos de avanzada en los sondeos. Pese a las acusaciones de corrupción en su contra, la hija de Alberto Fujimori captó el voto rural y “silencioso” del país.

La segunda vuelta del 6 de junio será entre dos candidatos con posturas radicalmente distintas, con dos modelos opuestos de país. Mientras Castillo es el representante de la izquierda radical, Keiko tiene una visión política absolutamente ligada a la derecha. Así, Perú se ha vuelto a polarizar una vez más.

En las últimas elecciones en Perú, la ciudadanía se ha enfrentado a la dicotomía del fujimorismo versus el antifujimorismo. Pasó en 2011 y 2016, cuando Ollanta Humala y PPK vencieron a Keiko en las urnas. Está por verse si este “dilema” vuelve a polarizar al electorado o si bien la cuestión central será elegir entre alguien de izquierda o derecha.

La izquierda peruana no ha gozado de un alto apoyo en la historia reciente del país. Aunque Humala tiñó de rojo todo el sur y la sierra en 2006 y 2011, su gobierno terminó siendo de centroderecha. Lo mismo ocurrió con Alan García en 2006, que hizo una campaña con propuestas socialdemócratas, pero su administración rápidamente giró hacia el centro.

Pedro Castillo tiñó el mapa de rojo, en el sur y en la sierra, pero la ventaja de Keiko de cara a la segunda vuelta es que puede encontrar apoyo en el norte y en Lima, zonas más densamente pobladas. Fujimori también podría sumar el respaldo de los votantes de Rafael López Aliaga (12%) y Hernando de Soto (10%). A su vez, Castillo podría cortejar al votante de izquierda de Verónika Mendoza (8%) y a los centroizquierdistas de Yonhy Lescano (9,8%).

El líder de Perú Libre plantea elaborar una nueva Constitución que reemplace a la de 1993 y expulsar en tres días a los extranjeros ilegales. Promete desactivar el Tribunal Constitucional, porque defiende “la gran corrupción”, nacionalizar los principales yacimientos mineros, petroleros y energéticos y liberar al hermano de Ollanta Humala, Antauro Humala.

Keiko, por su parte, propone un plan macro de creación de empleo y una reforma al sistema de pensiones que garantice el derecho al ahorro privado. También ha dicho que pretende indultar a su padre en caso de que sea electa. En ese sentido, en la segunda vuelta volverá a aparecer el fantasma de Alberto Fujimori.

Muchos en Perú, y en parte de la región, se han sorprendido con el resultado de las elecciones del domingo. Sin embargo, desde hace años que este país ha optado por el voto que encarna el antisistema (Alan 2006 y Humala 2011) o por quien agite la bandera de la antipolítica. Es tan alto el rechazo a las instituciones y a la clase política, que la ciudadanía suele respaldar precisamente a quien se oponga a lo establecido, aunque una vez electos, estos dirigentes suelen terminar siendo “parte del mismo problema”.

En Perú ya comenzaron las recriminaciones y los arrepentimientos. Desde la centro izquierda reclaman de que Lescano era el político más sensato, mientras desde la derecha culpan a quienes votaron por Keiko y López Aliaga, en vez de un derechista más tradicional y claro como Hernando De Soto.