Con Centroamérica en la mira, la Casa Blanca reafirma su lucha contra la corrupción
Funcionarios del Departamento de Estado señalaron los logros de la reciente Cumbre por la Democracia, e indicaron que los próximos dos años serán clave para la lucha contra la corrupción en la región, un asunto de interés central para la administración Biden.
La semana pasada se realizó la Cumbre por la Democracia, instancia impulsada por el gobierno del Presidente estadounidense, Joe Biden, para reunir a líderes de más de 100 países, frente al auge del autoritarismo en el mundo. El evento causó gran polémica entre los países excluidos, entre ellos Rusia y China, que vieron la ocasión como una excusa para “dividir el mundo”.
Este martes, en una teleconferencia con funcionarios del Departamento de Estado norteamericano, en la que participó La Tercera, los portavoces se refirieron a la cumbre y sus logros, además de comentar los avances para detener la corrupción en Latinoamérica y así poder profundizar la democracia en la región. Entre los países excluidos de la cumbre se encontró el conocido como “Triángulo Norte de Centroamérica”: Guatemala, Honduras y El Salvador.
La teleconferencia fue realizada por el subsecretario de la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley, Todd D. Robinson, y el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian A. Nichols.
Respecto de la Cumbre, que tuvo lugar de manera virtual el jueves y viernes de la semana pasada -y que contó con la participación del Presidente Sebastián Piñera-, Robinson señaló que “fue una oportunidad para participar, escuchar y hablar honestamente sobre los desafíos que enfrenta la democracia dentro y fuera de EE.UU.”.
“Trabajar conjuntamente con gobiernos afines, la sociedad civil y el sector privado, establecer nuevos compromisos y así construir una base para la renovación democrática a nivel mundial. Pedimos a los países participantes que realicen compromisos significativos: que promuevan la democracia, luchen contra la corrupción y promuevan los derechos humanos”, apuntó el subsecretario de la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley.
Por su parte, Nichols recordó los esfuerzos que ha estado efectuando la Casa Blanca para presionar al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua. Ya se había señalado desde Estados Unidos que la elección del mes pasado en ese país era considerada “una farsa”, y Nichols señaló también “las medidas que hemos tomado, con las acciones especiales contra el gobierno de Ortega-Murillo, con las tres resoluciones en la OEA condenando las acciones antidemocráticas, ilegales, por parte del gobierno Ortega-Murillo en Nicaragua”.
Junto con Venezuela y Cuba, Nicaragua fue otro de los países de la región que no fue invitado a la Cumbre por la Democracia de la semana pasada.
De hecho, apenas cuatro días después de la realización del evento convocado por Biden, La Habana fue este martes sede de la XX Cumbre del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), definido como foro y barricada “antiimperialista” en el que participaron presencialmente los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro; Nicaragua, Daniel Ortega; Bolivia, Luis Arce, y Cuba, Miguel Díaz-Canel, además de los primeros ministros de otras islas del Caribe que forman parte de la organización creada hace 17 años por los desaparecidos Fidel Castro y Hugo Chávez.
Tras la cita en Cuba, la alianza bolivariana propuso un plan pospandemia que busca la autosuficiencia alimentaria y médica para sus 10 países miembros: Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y Granada.
Durante la instancia, además, se lanzaron fuertes críticas a Estados Unidos por su “egoísmo político” en tiempos de Covid-19. Díaz-Canel lamentó que “por puro egoísmo político y frío cálculo económico se desaprovechó la velocidad con la que los científicos encontraron vacunas” contra el coronavirus.
Y es que la Cumbre por la Democracia no ha sido vista con buenos ojos por los países que fueron excluidos de ella: desde el gobierno de Cuba se indicó que la instancia no era sino “un ejercicio demagógico”, con “beneficio nulo” y sin propuesta alguna para “los problemas más acuciantes del mundo”. La Cancillería del país caribeño también señaló que la cita buscó “dividir” y “castigar” a las naciones que no aceptasen los modelos de EE.UU.
Desde China y Rusia, la cumbre recibió similares críticas: las potencias coincidieron en el rechazo al uso político de la cumbre, que además de excluir a ambos países, incluyó a Taiwán. Tanto Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, como la vocera de la Cancillería de Rusia, Maria Zajarova, apuntaron a que la reunión de dos días tenía como objetivo “servir a los intereses del régimen estadounidense”.
Robinson también señaló que Estados Unidos está concursando para ser el país anfitrión de la décima conferencia de la convención de las Naciones Unidas contra la corrupción en 2023.
“Lanzamos un fondo de respuesta rápida anticorrupción en cooperación con el Departamento de Justicia, para brindar asesoramiento competente”, señaló Robinson. En tanto, Nichols afirmó: “El Presidente Biden ha establecido a la lucha con la corrupción como un interés central de seguridad nacional de Estados Unidos. En todo el mundo, la corrupción menoscaba las oportunidades económicas, atenta contra los derechos humanos y limita la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas”.
En ese sentido, Nichols se refirió a los problemas particulares de la región: “Estos desafíos incluyen, por ejemplo, la corrupción persistente en el régimen de Maduro y su participación en actividades ilícitas para financiar la represión en Venezuela”.
“Este año, hemos incorporado a más de 60 personas en la lista de actores corruptos y antidemocráticos”, recordó Nichols. Entre estos, hay funcionarios del régimen de Nicaragua, pero también de El Salvador y Guatemala. También se mencionó en la teleconferencia la sanción a dos altos cargos en el gobierno de Nayib Bukele en El Salvador. Esto, por la supuesta vinculación en negociaciones encubiertas con líderes de la Mara Salvatrucha (MS-13).
Pero no solo la corrupción ocupa la agenda de EE.UU. en Centroamérica. Los funcionarios estadounidenses también apuntaron a las esperanzas que la Casa Blanca cifra en la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro. “En Honduras, un país que enfrenta desafíos inmensos, tenemos la esperanza de que la presidenta electa, Xiomara Castro, genere cambios que favorezcan una gobernabilidad más transparente y un Estado de Derecho más justo”, señaló Nichols.
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