Díaz-Canel: ¿Continuista o reformista?

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El Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.

En su primer discurso como Presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel señaló que la revolución permanecerá intacta y que será fiel al legado de Raúl y Fidel Castro. A su vez, el ex gobernante enfatizó que será su sucesor quien lo releve en el liderzago del Partido Comunista en 2021.


La revolución "sigue verde olivo" y permanece intacta, dijo Miguel Díaz-Canel al asumir la Presidencia de Cuba. Minutos más tarde ese guión minuciosamente diseñado por el castrismo fue ratificado por Raúl Castro, que en su discurso de "despedida" aseguró que no habrá ni un paso atrás y que si es necesario él será un "soldado más" para "defender la revolución". Pero aparte de la defensa al proceso iniciado por Fidel Castro hace casi seis décadas, hubo otro pasaje del discurso del nuevo gobernante que marcará la ruta de esta "nueva Cuba" y que tiene que ver con el rol que jugará Raúl, de 86 años, a partir de ahora.

"Le afirmo a esta Asamblea que el compañero Raúl encabezará las decisiones para el presente y futuro de la nación. Raúl se mantiene por legitimidad y mérito propio al frente de la vanguardia política", señaló Díaz-Canel. Con esas palabras, el nuevo mandatario cubano no sólo confirmó que su antecesor dejó la Presidencia pero no el poder, sino que dio luces sobre el papel que desempeñará Castro.

Raúl Castro no se jubila. Porque seguirá como primer secretario del Partido Comunista Cubano (PCC) hasta 2021. Incluso el ahora exgobernante cubano dejó claro cómo serán las cosas: Díaz-Canel estará en la Presidencia por dos períodos de cinco años, es decir, hasta 2028, para luego sucederlo en el liderazgo del Partido Comunista en 2021. "Cuando yo falte (Díaz-Canel) podrá asumir el cargo de primer secretario" del partido, dijo.

Esta fue precisamente la parte más trascendental de la ceremonia en la Asamblea Nacional del Poder Popular, porque se reveló el resto del guión que el castrismo escribió para los próximos años en Cuba. El hecho de que Díaz-Canel sucederá en algún momento a Raúl en el mando del partido significa que el poder político y del Estado recaerán en una sola persona, como ocurrió con Fidel Castro y el propio Raúl. Esto tiene como objetivo consolidar la autoridad de Díaz-Canel cuando la generación histórica ya no esté.

Tras delegar el poder en su hermano luego de su enfermedad en 2006, Fidel se mantuvo como primer secretario del PCC hasta 2011 y ahí Raúl tomó ese relevo. Según Alcibíades Hidalgo, quien fue jefe de gabinete de Castro, "el poder, nadie lo dude, sigue en las manos de uno de los Castro". "Desde su última trinchera en el Partido Comunista Raúl Castro continuará, mientras le alcance la vida, haciendo lo imposible para que su inevitable desaparición no se convierta en el naufragio del régimen", agregó.

El traspaso de mando fue sin mayor pompa. Luego de alzar su brazo izquierdo y vestido con un terno oscuro y corbata roja, Raúl Castro dejó su asiento en la mesa central del Palacio de las Convenciones de La Habana. Ese puesto fue ocupado por Díaz-Canel y la silla de al lado, que pertenecía a Fidel, lució vacía.

Interrogantes

¿Continuista o reformista? Esa es la pregunta que muchos se hace respecto de Díaz-Canel, que este viernes cumple 58 años y que ascendió al interior del PCC en Santa Clara. Ahí, aún es recordado por su estilo amable y pelo largo. El propio Presidente cubano aclaró este jueves la ruta que seguirá, como un disciplinado delfín de Raúl y continuador de la senda de Fidel: "Seremos fieles al legado del líder histórico de la revolución".

En ese sentido, dijo que dará continuidad al régimen de partido único, que no habrá espacio para aventuras para la "restauración del capitalismo y que "enfrentaremos las amenazas del poderoso vecino imperialista". "Afuera hay un mundo que nos mira con más interrogantes que certezas. Por demasiado tiempo y de las peores maneras ha recibido el mensaje equivocado de que la Revolución termina con sus guerrilleros", acotó.

Raúl, por su parte, reconoció que el sistema de dos monedas es "un dolor de cabeza" y de paso defendió a la generación histórica: "A los que por ignorancia o mala fe dudan del compromiso de las generaciones que hoy asumimos nuevas responsabilidades en el Estado cubano, tenemos el deber de decirles con claridad, que la revolución sigue y seguirá viva".

Además, hizo una autocrítica: "Pensábamos que a estas alturas habríamos avanzado más, que ya tendríamos, si no resueltos los problemas, bien organizado todo, bien planificado y en proceso de ejecución, con diferentes grados de desarrollo". Castro atribuyó la demora y los errores "al ánimo de avanzar más rápido, que a la capacidad de hacer las cosas bien", lo que "dejó espacio a la improvisación" y la ingenuidad "sobre los riesgos asociados a la aplicación de varias medidas que además no tuvieron la conducción, control y seguimiento adecuados".

Díaz-Canel tiene por delante la titánica tarea de sacar adelante la economía cubana, en un complejo escenario internacional y con una Venezuela, su principal aliado en la región, en ruinas. También se espera que mantenga el impulso a los trabajadores por cuenta propia, que ya suman 580 mil. Además tendrá que lidiar con Donald Trump, que mantiene en stand by algunas de las políticas adoptadas tras el restablecimiento de las relaciones entre Washington y La Habana.

Los analistas coinciden en que, al menos en el mediano plazo, Díaz-Canel apostará por la continuidad, ya que la sombra de Raúl será muy pesada mientras el ex gobernante se mantenga como comandante de las FF.AA. y jefe del Partido Comunista.

Pero el rol de Raúl también es de alguna manera beneficioso para Díaz-Canel, ya que cuenta con su aval y protección. En ese sentido, en su mensaje, Castro insistió en que su delfín no es ningún "improvisado" y que, además, es el único sobreviviente de una generación que fue preparada para tomar las riendas de la isla. "Para que no quede la menor duda, el PCC apoyará y respaldará resueltamente al nuevo Presidente en el ejercicio de sus atribuciones constitucionales, contribuyendo a salvaguardar nuestra arma más importante, la dignidad de todos los revolucionarios y el pueblo. No puede ser de otra manera", subrayó Castro, que ahora asumirá el rol que en su momento tuvo el propio Fidel.

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