Bukele se adjudica triunfo en elecciones y economía se perfila como principal desafío para su segundo quinquenio

Una persona vende merchandising del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, el día de las elecciones presidenciales. Foto: Reuters

“De acuerdo a nuestros números, hemos ganado la elección presidencial con más del 85% de los votos”, afirmó el mandatario de El Salvador a través de la red social X luego de los comicios de este domingo. Ahora una serie de desafíos aparecen en su horizonte. La economía, de hecho, sobrepasó a la seguridad como la principal preocupación, según encuestas, pero la desigualdad, el costo de la vivienda y el desempleo juvenil también son parte de los retos.


Cuando el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, decidió postularse nuevamente al cargo, pese a que la Constitución lo prohibía de manera expresa, sabía que corría como ganador. Las encuestas le daban hasta un 90% de apoyo ciudadano, y los mismos sondeos aseguraban que este domingo debía ganar de forma holgada su reelección, incluso con pronósticos del 80% de las preferencias entre los 6,2 millones de salvadoreños llamados a votar.

En efecto, Bukele proclamó este domingo haber ganado las elecciones presidenciales y legislativas del país por una mayoría aplastante. “De acuerdo a nuestros números, hemos ganado la elección presidencial con más del 85% de los votos y un mínimo de 58 de 60 diputados de la Asamblea. El récord en toda la historia democrática del mundo”, escribió en la red social X.

Esta victoria le asegurará otros cinco años en el poder (hasta 2029), pero el país que le tocará gobernar nuevamente es uno distinto, para bien y para mal, al que le tocó liderar desde el 1 de junio de 2019. Con casi dos años consecutivos viviendo en estado de excepción y con presencia militar en las calles, la seguridad estaría pasando a un segundo orden de prioridades entre las preocupaciones ciudadanas, detallan encuestas locales que ahora posicionan a la economía en el primer lugar de la lista.

La desigualdad, el costo de la vivienda y el desempleo juvenil también son relevantes en ese núcleo, pero todo se desprende de análisis y encuestas. Una acotación importante: Nayib Bukele no presentó un programa oficial de gobierno, ni lo necesita, aparentemente. En la construcción de su imagen se basa el apoyo que necesita para vencer a los partidos políticos tradicionales, pero plantea dudas sobre sus próximos pasos al mando del país.

Nayib Bukele
El actual presidente de El Salvador, y también candidato a la reelección, Nayib Bukele.

“Quiero ver nuestro país como un país desarrollado y una población en que sus necesidades básicas estén cubiertas (…). Lo que quiero ver al final de mi mandato es al menos un proceso de cambio irreversible, donde ya El Salvador esté en el camino al progreso y que no haya una forma fácil de detenerlo”, dijo Bukele en una conversación de audio en X, antes Twitter.

El mandatario sabe que la economía ha sido uno de los puntos débiles de su gestión, pero que difícilmente haga mella en su apoyo ciudadano. Datos oficiales muestran que, entre 2019 y octubre de 2023, el precio de la canasta básica aumentó en promedio US$ 54, pero el sueldo mínimo se mantiene en US$ 365.

Eso podría explicar el giro entre las prioridades de la población, donde el 32,8% de los consultados por una encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas dijo que el “principal problema que enfrenta El Salvador” es la economía. El sondeo, publicado el 10 de enero, relevó que la segunda preocupación es el desempleo, con el 17,3% de las menciones. Le siguen el costo de la vida y la pobreza (13,2% y 6,6%, respectivamente), para recién en el quinto lugar aparecer la delincuencia, con el 2,6% de las menciones, consignó Swissinfo.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, más conocida como FAO, entre 2020 y 2022, más del 48% de los salvadoreños sufría de inseguridad alimentaria, lo que producía el no comer lo suficiente. La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) agregó a fines de 2022 que más de 900.000 personas estaban en fase “crítica” o de “emergencia” cercana a la hambruna, consignó BBC.

Al mismo tiempo, el Banco Mundial previó que para 2023, el crecimiento económico del país sería del 2,8%, pero el Fondo Monetario Internacional la situó en 2,2%, transformando a El Salvador en la nación con la menor tasa de crecimiento de toda Centroamérica.

“Somos el país que menos crece y también el que atrae menos inversión extranjera directa. En dos o tres años hay compromisos financieros muy fuertes y no sabemos de dónde va a sacar el dinero porque el país es muy limitado y vulnerable”, dijo a BBC Óscar Picardo, académico y director del Instituto de Ciencias, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia.

“Creo que ese es el gran desafío y donde se puede caer el castillo de naipes si no se resuelve el tema económico”, advierte.

Según la agencia Reuters, “la economía de El Salvador está mayoritariamente estancada y registra el crecimiento más lento de Centroamérica”, donde “la pobreza extrema se ha duplicado desde 2019″.

Una mujer deposita su voto durante las elecciones presidenciales y parlamentarias, en San Salvador, El Salvador. Foto: Reuters

Su política de la “guerra contra las pandillas”, que redujo drásticamente los índices de asesinatos y extorsiones a costa de la pérdida de libertades individuales, como denuncian distintos organismos internacionales y de derechos humanos, también será, de forma previsible, parte importante de su segundo gobierno. Aunque poco se espera que cambie en cuanto al nulo respeto por el debido proceso judicial denunciado en múltiples ocasiones. Tanto así, que incluso las propias familias de personas detenidas por meses sin pruebas y sin enfrentar cargos, para luego ser liberadas, afirmaron a distintos medios locales e internacionales que apoyan al joven político de 42 años.

La economía, el nuevo foco

El fin de semana del 27 de marzo de 2022, todo cambió en El Salvador. Aquella sangrienta jornada, 87 personas murieron asesinadas como respuesta al quiebre de un supuesto pacto de tregua entre el gobierno de Bukele y las principales pandillas que aterrorizaban al país, según denunció el periódico de investigación El Faro. Se trataba de Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS-13). También fue la fecha en que inició un estado de excepción que se mantiene vigente hasta hoy, cortesía de un Congreso controlado casi en su totalidad por el oficialismo.

Su agenda antipandilla trajo consigo el fin de numerosas libertades constitucionales, así como de abusos policiales, con incluso detenciones arbitrarias para las personas que lucían “nerviosas” el momento del control, han denunciado medios locales. De los 75.000 detenidos por supuestos vínculos con pandillas durante los casi dos años desde que inició la política, unos 7.000 han sido liberados, datan cifras del gobierno. Muchos de ellos fueron detenidos sin más pruebas que tener tatuajes o verse sospechosos, para luego ser dejados en libertad sin ser procesados.

Sin embargo, la dura política bukelista ha reducido drásticamente las cifras de asesinatos en el país. De hecho, 2023 fue el año con las cifras de homicidios más bajas de la historia del país, informó el Ejecutivo, con 154 en total, y una tasa de 2,4 por cada 100.000 habitantes. En 2015, el mismo índice era de 106,3, y en 1994 de 134,78 por cada 100.000 salvadoreños.

Sin una ruta clara desde el bukelismo, considerando la ausencia de un programa, y con los índices económicos actuales a la vista, las encuestas revelan un giro en las prioridades de los ciudadanos.

José Miguel Cruz, director del Centro Kimberly Green para América Latina y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida, se mostró crítico de la política económica de Bukele en su primer ciclo, asegurando que “este gobierno se ha gastado todo el dinero posible, ha endeudado al país, su economía sigue viviendo de las remesas, los préstamos… El país no prospera, no hay empleo, sigue habiendo pobreza… Eso va a impactar al gobierno y eso él lo sabe”, señaló a BBC.

En línea con gobiernos como el del argentino Javier Milei, donde se busca reducir la presencia del Estado, Nayib Bukele logró una fácil aprobación de una reforma exprés que le permitió pasar de 262 municipios a solo 44. Según él, esto permitirá el ahorro de US$ 250 millones anuales. También redujo los asientos del Congreso desde 84 hasta 60, encendiendo alarmas sobre la deriva unipartidista que se podría generar en el país.

Además de denunciar los retrocesos en materia de derechos humanos, Juan Pappier, subdirector de la División de las Américas de Human Rights Watch, dijo a La Prensa Gráfica que el gobierno de Bukele debe “abordar las causas estructurales de la criminalidad, incluyendo el desempleo juvenil y los altos niveles de desigualdad y exclusión social que presenta hoy la sociedad salvadoreña”.

Otro punto es el de la inversión, hasta ahora, esquiva, pese a los intentos del gobierno por incentivarla. De hecho, El Salvador fue sede de Miss Universo y los Juegos Centroamericanos y del Caribe, pero información entregada por el propio Ejecutivo contradice a Bukele, quien asegura que ha aumentado.

Seguidores de Nayib Bukele, del partido Nuevas Ideas, se reúnen el día de las elecciones presidenciales en San Salvador. Foto: Reuters

Según el Banco Central de Reserva, para el tercer trimestre de 2023, la inversión extranjera directa (IED) era el 1,66% del PIB, muy lejos del 7,56% registrado en 2017, y aún más del 17,96% de 2007, consignó Deutsche Welle. Las cifras coinciden con los datos del Banco Mundial sobre IED, que muestran una tendencia a la baja, pasando de 800 millones de dólares a favor durante 2021, a 388 mil dólares en contra, en 2022.

La cifra fue revertida en 2023 gracias a los 262 millones de dólares en IED durante el primer semestre, pero el economista Otto Rodríguez dijo a La Prensa Gráfica que son cifras demasiado bajas para la expectativa del país. “Deberíamos tener alrededor de 1.000 millones de dólares, para elevar la tasa de crecimiento”.

Ricardo Zúniga, experto en Centroamérica de la consultora Dinámica Americas y exsubsecretario adjunto de la Oficina para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado norteamericano, añadió a la discusión que el proyecto bitcoin impulsado por Nayib Bukele tampoco ha dado frutos, ya que su apuesta para convertirla en una moneda de curso legal no ha atraído inversiones, señaló a Telemundo, y pocos salvadoreños la han adoptado el uso cotidiano de la criptomoneda.

“Es raro que alguien use bitcoin”, dijo a Reuters Kevin Valle, de 24 años, un vendedor salvadoreño de productos agrícolas en el principal mercado de Berlín. “Lo que puedo decir es que el costo de los tomates y cebollas se ha duplicado, y que la gente está preocupada por el bajo nivel de empleo y salarios”, cerró.

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