El avance del antipetismo: el gran desafío para Lula en su tercer mandato

El presidente electo brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, se toma de la mano con un partidario después de votar en una segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Sao Paulo, Brasil, el 30 de octubre de 2022. Foto: AP

En su primera elección exitosa, en 2002, el único estado donde el líder del PT perdió frente al candidato del PSDB, José Serra, fue en Alagoas. Un escenario muy diferente al de este domingo, cuando el presidente electo se impuso a Jair Bolsonaro solo en 13 estados, la mitad de los conquistados hace 20 años.


“Los votantes definirán el domingo qué sentimiento es mayor: el antipetismo o el antibolsonarismo”, escribió el columnista del diario O Estado de Sao Paulo, Marcelo Godoy, en vísperas de la segunda vuelta presidencial en Brasil. “Es el rechazo a la otra parte y su proyecto de país lo que moverá los votos decisivos el 30 de octubre”, argumentó. Y aunque Luiz Inácio Lula da Silva, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), fue elegido presidente con un margen de 2,1 millones de votos, en la elección más reñida desde la redemocratización del país, su victoria encendió una luz roja: el desempeño de la colectividad fue muy inferior al de 2002 y 2006. Según un sondeo del diario O Globo, Lula obtuvo su peor resultado en 18 estados en este balotaje contra Jair Bolsonaro. Así, el registro negativo muestra la fuerza del antipetismo en todo el país, que será un reto en este tercer mandato.

En su primera elección exitosa, en 2002, el único estado donde Lula perdió frente al candidato del PSDB, José Serra, fue en Alagoas. Un escenario muy diferente al de este domingo, cuando el presidente electo obtuvo ventaja solo en 13 estados, la mitad de los conquistados hace 20 años.

Para graficarlo más en detalle, el diario carioca coloca a Río de Janeiro como uno de los símbolos del empeoramiento del PT. En 2002 y 2004, Lula ganó por amplio margen en ese estado: 78,97% y 69,69% de los votos válidos, respectivamente. En cambio, este domingo solo logró el 43,47%, mientras que Bolsonaro se impuso con el 56,53% en el bastión del bolsonarismo.

Incluso en el nordeste, su reducto electoral, Lula obtuvo peores resultados que en el pasado. En Ceará, donde contó con el apoyo de la gobernadora Izolda Cela, el petista pasó del 82,38% de los votos válidos en 2006, al 69,97% este domingo. Otro caso es Pernambuco, su tierra natal. El estado dio una victoria de 78,48% cuando Lula se presentó a la reelección en 2006, 11 puntos porcentuales más que ahora.

Luiz Inacio Lula da Silva
El entonces candidato presidencial Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, habla durante un mitin de campaña en Manaos, Brasil, el miércoles 31 de agosto de 2022. Foto: AP

Según BBC Brasil, el antipetismo está presente desde los primeros años de la fundación del partido, en febrero de 1980, en Sao Paulo. Al respecto, el profesor del departamento de Sociología de la Universidad de Sao Paulo (USP), Ricardo Musse, dijo al sitio Brasil de Fato que el sentimiento contra el PT se utilizó en todas las elecciones presidenciales que Lula disputó, contra Fernando Collor de Mello, en 1989, y contra Fernando Henrique Cardoso, en 1994 y 1998.

Para Musse, el antipetismo -que se difuminó en 2002, debido a un desgaste político por parte del PSDB- ingresó en un nuevo momento cuando el partido llegó al poder. Esta vez, el discurso se vincula al sentimiento de corrupción institucionalizada, a partir da exposición mediática del caso conocido como “Mensalão” (escándalo de las mensualidades para parlamentarios por su apoyo), a partir de 2005.

“Ese cuadro se intensificó aún más a partir de 2012, con el juicio de los involucrados en el escándalo. Hubo una exposición mediática muy intensa que empezó a asociar al PT a la corrupción de forma muy fuerte”, afirma. “Ese proceso inicial se intensificó en 2014 con el inicio de la Operación Lava Jato. El propósito inicial de la operación, expresado en el documento que redactó el juez Sergio Moro, era ‘destruir el sistema político’. Pero el primer paso fue debilitar e intentar destituir al partido hegemónico en la sociedad, el PT”.

Pero así como hace cinco años la Operación Lava Jato y el lema de la lucha contra la corrupción representaron el centro del antipetismo, actualmente tiene su mayor relevancia como uno de los centros vitales del bolsonarismo, que captó y aglutinó el sentimiento conservador de una parte importante de la población brasileña, señala BBC Brasil. Es un nuevo escenario de batalla política, con los dos contendientes en posiciones bien definidas: el PT de regreso al poder, y el bolsonarismo, ahora consolidado, en la condición de oposición.

Antes de la consolidación del bolsonarismo, que sirvió de paraguas a varios sectores conservadores, el antipetismo más radical tenía algunas características básicas, apunta BBC Brasil. “El antipetismo es una especie de corazón de esta oposición populista al globalismo, a lo que llaman marxismo cultural e ideología de género y a todo lo que se percibe como obra de élites culturales. Un odio generalizado hacia los partidos y actores políticos, y contra los progresistas en las costumbres: artistas, gente de teatro, Red Globo, la academia y la universidad”, analiza Pablo Ortellado, profesor de gestión de políticas públicas de la USP e investigador del electorado bolsonarista.

“La tendencia es que este antipetismo se transforme en una especie de disposición antisistema. Porque el PT será sinónimo del sistema”, comenta. “Ya funciona así en el discurso, pero creo que se fortalecerá aún más y es razonable esperar que sea el motor de una movilización bolsonarista en los próximos años”, agrega.

The day after the Brazilian presidential election run-off in Sao Paulo
Un sticker que muestra una mano con los dedos gesticulando con la letra "L" en referencia al presidente electo de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, mientras un hombre corre en la Avenida Paulista el día después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil en Sao Paulo, Brasil, el 31 de octubre. Foto: Reuters

Al respecto, Lincoln Secco, profesor del Programa de Historia Económica de la Universidad de Sao Paulo y autor del libro História do PT, dice a La Tercera que “con la destrucción del centro político, tanto la izquierda como la extrema derecha tienen mucho rechazo. El del bolsonarismo es mayor que el del PT. En gran medida hay hoy un rechazo al sistema”.

En abril y mayo de 2022, una encuesta a 5.000 personas realizada por los profesores de ciencias políticas César Zucco (FGV-SP), Fernando Mello (Universidad de California) y David Samuels (Universidad de Minnesota), encontró que el 24% del electorado se declaraba petista, mientras que el 29% afirmaba ser antipetista.

Es un número muy cercano al captado (30,2% que se declaró “antipetista”) por la encuesta Atlas Intel de la semana pasada, con 4.500 encuestados, la misma que mostró que un 44,9% se considera antibolsonarista. El rechazo a Lula como candidato presidencial estuvo en un nivel superior, variando entre 40% y 45% en diferentes sondeos.

“El antipetismo es menor que el antibolsonarismo, con un 30% de la población que rechaza abiertamente al partido de Lula. La proporción de los ‘ninis’ en relación con el PT es mayor, representando el 45% de los encuestados. Estos datos indican un margen de maniobra considerable para la campaña del expresidente, si saben posicionarse frente a temas sensibles para la población, como la pobreza y la desigualdad, pero también la corrupción y la criminalidad, que vienen planteando grandes desafíos a la candidatura del PT”, señala el análisis de Atlas Intel sobre el estudio.

A mediados de octubre, Lula comentó en Flow Podcast sobre el antipetismo presente en la sociedad que tanto contribuyó a la elección de Bolsonaro en 2018. Afirmó que es por los derechos adquiridos por los más pobres y trabajadores, tanto sociales como económicos, durante sus gobiernos. “Hicimos la mayor política de inclusión social que ha conocido este país desde que fue descubierto”, sostuvo el expresidente, y recordó que, dada la historia de la sociedad brasileña de exclusión, tal cambio en la realidad no terminó siendo bien aceptado por las élites.

“¿Usted cree que la élite brasileña se tragó gratis al PT por hacer una ley para registrar a la trabajadora doméstica en la cartera, con jornada laboral, derecho a vacaciones y descanso semanal? ¿Cree que la derecha ha aceptado pacíficamente esto en una sociedad de raíz esclavista? ¿Cree que aceptaron con tranquilidad que ayudáramos a gente pobre de la periferia a ir a la universidad? ¿Que el hijo de una empleada doméstica sea médico, sea ingeniero, sea diplomático, sea abogado?”, preguntó Lula al presentador Igor Coelho.

Pero el avance de la derecha bolsonarista no solo pone en alerta al PT. También deja al PSDB casi sin espacio para liderar el antipetismo en Brasil a partir de 2023, escribieron los columnistas de O Estado de Sao Paulo, Marcelo Godoy y Pedro Venceslau. “Para los analistas, en Brasil se consolidó un nuevo ciclo político, con el reemplazo de una centroderecha social liberal, por una derecha bolsonarista en la conducción de una de las dos grandes coaliciones que se disputan el poder en Brasil”, señalan.

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