El Papa Francisco reflexiona sobre su vida y mortalidad en sus memorias
“La vida: Mi historia a través de la historia”, una memoria escrita con el periodista italiano Fabio Marchese Ragona y publicada por HarperCollins, saldrá a la venta el 19 de marzo, en el 11º aniversario de la instalación de Francisco como el primer Papa latinoamericano.
El Papa Francisco, a sus 87 años cada vez más débil y tambaleante, hace un viaje al pasado y habla de sus esperanzas para el futuro de la Iglesia Católica Romana en un nuevo libro que reflexiona sobre su vida y su intersección con los principales acontecimientos mundiales.
“La vida: Mi historia a través de la historia”, una memoria escrita con el periodista italiano Fabio Marchese Ragona y publicada por HarperCollins, saldrá a la venta el 19 de marzo, en el 11º aniversario de la instalación de Francisco como el primer Papa latinoamericano.
Si bien ofrece pocas novedades, el libro de 230 páginas es una lectura desenfadada y de estilo conversacional que comienza desde su infancia en Buenos Aires hasta la actualidad.
Está marcado por acontecimientos que incluyen la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto, la Guerra Fría, el alunizaje en 1969, la caída del Muro de Berlín en 1989, los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la renuncia del Papa Benedicto XVI en 2013.
Francisco, cuya salud ha mostrado recientemente signos de tensión con sucesivos ataques de bronquitis, una serie de hospitalizaciones y dificultades para caminar, repite que no tiene intención de dimitir como su predecesor a menos que “surgiera un impedimento físico grave”.
Bromea diciendo que, aunque algunos de sus críticos conservadores “tal vez hubieran esperado” que hubiera anunciado su dimisión tras una estancia en el hospital, el riesgo es poco o nulo porque “hay muchos proyectos que llevar a cabo, si Dios quiere”.
Vuelve a defender su reciente decisión de permitir bendiciones para personas en relaciones del mismo sexo, reiterando que no son bendiciones para la unión en sí sino para individuos “que buscan al Señor, pero son rechazados o perseguidos”.
La Iglesia, afirma, “no tiene el poder de cambiar los sacramentos creados por el Señor” y que “esto (las bendiciones) no significa que la Iglesia esté a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo”.
Esperando por una iglesia que abraza
Refiriéndose a la polémica sobre el reciente fallo, dice: “Me imagino una Iglesia madre que abraza y acoge a todos, incluso a aquellos que se sienten equivocados y han sido juzgados por nosotros en el pasado”.
Francisco escribe que incluso si algunos obispos se niegan a ofrecer bendiciones a quienes mantienen relaciones entre personas del mismo sexo, como en África, “no significa que ésta sea la antesala del cisma, porque la doctrina de la Iglesia no se pone en duda”.
A lo largo del libro, se apoya en acontecimientos históricos como telón de fondo para hacer llamados relacionados con situaciones actuales, a veces similares.
Hablando de la Segunda Guerra Mundial, escribe que todavía hoy “los judíos siguen siendo estereotipados y perseguidos. Esto no es cristiano; ni siquiera es humano. ¿Cuándo entenderemos que estos son nuestros hermanos y hermanas?”.
Al recordar la primera vez que oyó hablar de las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en Japón al final de la guerra, escribe: “El uso de la energía atómica con fines de guerra es un crimen contra la humanidad, contra la dignidad humana y contra cualquier posibilidad de un futuro en nuestro hogar compartido”.
Reflexionando sobre los ataques del 11 de septiembre contra Estados Unidos por parte de islamistas, Francisco dice: “Es blasfemo usar el nombre de Dios para justificar masacres, asesinatos, ataques terroristas, la persecución de individuos y de poblaciones enteras, como algunos todavía lo hacen. Nadie puede invocar el nombre del Señor para hacer el mal”.
El Papa descarta como “fantasía, obviamente inventada”, los recientes informes de los medios católicos conservadores estadounidenses de que cambiaría las reglas de los cónclaves para permitir que monjas y laicos ingresen a los cónclaves para elegir a los futuros Papas.
En un tono más ligero, Francisco habla del controvertido gol “La Mano de Dios” de su compatriota Diego Maradona en los cuartos de final del Mundial de fútbol de Argentina de 1986 contra Inglaterra, que el árbitro permitió porque no tenía una visión clara que demostrara que Maradona había usado su mano.
Años más tarde, cuando Maradona visitó al Papa en el Vaticano, “le pregunté en broma: ‘Entonces, ¿cuál es la mano culpable?’”, escribe Francisco.
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